José Félix Tezanos | Sistema Digital
nuevatribuna.es
| 01 Diciembre 2013 - 17:28 h.
La
estrategia de acoso a los sindicatos que se está desarrollando en unos momentos
sociales y económicos especialmente críticos, en los que la labor de los
sindicatos es más necesaria que nunca, revela un trasfondo de intenciones
irresponsables y verdaderamente inquietantes.
Las noticias
que se propalan desde determinados medios de poder sobre presuntas
irregularidades de los sindicatos (de hace años) no persiguen otro motivo que
intentar situar a la defensiva a las direcciones actuales de los principales
sindicatos españoles, obligándoles a intentar explicar o justificar por qué
razón unos cuadros sindicales, por ejemplo, se fueron a comer a la Feria de
Sevilla, o por qué se compraron unas carpetas para entregar a los asistentes a
un Congreso, etc. Asuntos todos ellos de una cuantía extraordinariamente
inferior –a veces casi irrelevante- en comparación con los pingües beneficios
que atesoran prohombres muy significativos de la derecha política española. Por
no hablar de la derecha económica y de múltiples fenómenos de “apropiación de
bienes y recursos públicos”. En ocasiones, algunas de las aireadas facturas de
los cuadros sindicales han sido ya devueltas por los propios sindicatos en sus
auditorías internas. Pero eso no importa. Para algunos lo importante es airear
a los cuatro vientos que los cuadros sindicales han llegado a tal punto que
incluso se van a comer gambas a la Feria de Sevilla. ¡Faltaría más!
Como quiera
que los líderes sindicales son personas honradas y coherentes, no pueden evitar
quedar perplejos y cabizbajos ante estas noticias vergonzantes, por muy escasa
que sea su cuantía. Pero el problema es que en los medios de comunicación
–incluso entre los que no pertenecen a la derecha más rancia─ se ven obligados
a mantenerse a la defensiva, y explicar y requete-explicar que ya están
investigando las supuestas denuncias, mientras pasa el tiempo en sus
intervenciones sin que puedan centrarse en abordar los graves problemas del
paro, los despidos improcedentes, los intentos de recortar abusivamente el
derecho de huelga, etc.
El propósito
de esta estrategia es bien claro. Se trata de deslegitimar y acosar a los
grandes sindicatos, creando en la opinión pública un clima de descrédito y
sospecha, que sea propicio para recortar las ayudas públicas que ahora reciben.
En definitiva, lo que se persigue es debilitarles e intentar taparles la boca.
¿Para qué? Evidentemente, para poder continuar dando vueltas de tuerca a la
regresión social y económica, sin que existan respuestas adecuadas por parte de
los sindicatos.
Si esta
estrategia irresponsable tiene algún éxito, no es difícil anticipar lo que
ocurrirá en un futuro inmediato: El clima de protesta y de indignación entre
los trabajadores y la opinión pública continuará aumentando, y las reacciones
no vendrán de la mano de grandes organizaciones sindicales capaces de realizar
una interlocución razonable y de propiciar salidas y soluciones adecuadas y
asumibles para todos, sino que la protesta surgirá de manera directa en la
calle y de manera cada vez más airada, en movimientos poco organizados y
plausiblemente más radicalizados, etc. Lo cual no hará sino empeorar más las
cosas, añadiendo nuevos factores de inestabilidad social y política a nuestras
ya difíciles circunstancias económicas y sociales.
Pero no hay
que preocuparse –nos dirán algunos─, “ya estamos considerando esas hipótesis”.
Es decir, ya están preparando una ley de orden público con medidas
intimidatorias impropias de un régimen democrático y tolerante. Medidas con las
que intentarán sembrar el temor a la represión en la opinión pública, aunque
sea con el coste de retrotraer a la sociedad española a etapas que ya creíamos
superadas. ¡Vamos, un prodigio de sensatez, sentido de la responsabilidad y
talante verdaderamente democrático! Y aún así, algunos pensarán que todo esto
les va a salir gratis.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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