Alberto Requena | Presidente del Partido Socialista
en la Región de Murcia
nuevatribuna.es
| 23 Diciembre 2013 - 20:11 h.
La
estructura del Estado no está finalizada. El inconmensurable avance logrado en
la transición democrática, no ha agotado el perfil que este país precisa para
acomodarse a la estructura que requieren los tiempos y, sobre todo, las
personas que viven estos tiempos. Afirmar que el Estado español hace aguas
en varios frentes, no descubre nada desconocido. Muy al contrario, exhibe
una preocupación profunda sabiendo que se deben hacer reformas y que se teme
tomar la decisión de iniciarlas.
Llegará un
momento en que, poco a poco, se habrán incorporado todas las Comunidades
Autónomas con su pequeña mochila de incongruencias, incumplimientos o
desajustes advertidos en un Estado que chirría con demasiada frecuencia. Si la
disonancia catalana es obvia, no lo es menos toda la oscura trama de la
financiación autonómica o la esfera de la educación, o qué decir de la de
Sanidad o de la Justicia, o la de los combustibles, o la de la electricidad. Cuáles
y cuando se ejercen las competencias es un misterio insondable. Donde se
establece el techo competencial de una Comunidad Autónoma. La lealtad
Institucional es otro flanco no sólo inacabado, sino deficientemente
establecido. No queda nada claro cuándo la lealtad se debe prestar a una
Región y cuando se debe optar por la del Estado que las contiene.
Los
interrogantes relacionados con la prioridad de las lealtades son
demasiado diversos como para tener un índice de prelación de calidad
indiscutible. Ingredientes como las razones económicas y por otro lado las
sociales, contribuyen a oscurecer cualquier argumento leal. Se puede ejercer la
libertad de establecimiento de impuestos. En casos, puede resultar imperativo
para equilibrar ingresos de una Hacienda maltrecha, como hemos podido comprobar
recientemente, con el advenimiento de la crisis. Pero, del mismo modo, una
Comunidad vecina podrá suponer ventajas fiscales comparativas, que
suponen un aliciente para establecer actividad industrial. ¿Cuál es el manejo
de las lealtades en un caso como éste? ¿Con quién hay que ser leal, cuando la
incidencia puede ser provocada por los mismos que debieran ser los más leales?
¿Cómo es leal un Estado y como se es leal con él en estas circunstancias? Es
posible que se pueda afirmar sin temor a error que uno de los principios más
violentados es, precisamente la lealtad institucional.
La propia
estructura de representación del Estado no es proclive a suscitar lealtades.
Los Diputados y Senadores actuales, lo son en razón a su pertenencia a un
cuerpo electoral regionalizado. Son representantes de las Regiones en
Madrid. Pero en las Instituciones centrales se debaten y se toman acuerdos
sobre aspectos de ámbito estatal. En casos, con cierta frecuencia, los
intereses del gobierno central pueden estar enfrentados con los de una Región,
en razón de una mayor presencia de cierto aspecto en una parte del país. Un
ejemplo muy recurrente es el del agua. Hay regiones de España, donde la
eficacia del caudal es incomparablemente menor que en otras. Ya conocemos que
la articulación de las lealtades de región y de Estado y de otras regiones ha
dejado mucho que desear. El parche que el PP ha rubricado recientemente, nunca
mejor dicho, hará agua dentro de bien poco.
¿Qué hacer
un Diputado en Cortes ante una propuesta del Gobierno Central que entra en
colisión con los intereses de los ciudadanos de su Región? Esta es la pregunta. La respuesta
es dramática en la actualidad. El PP, suele, con demasiado descaro, formular
grandilocuentes afirmaciones y rutilantes advertencias, como viene ocurriendo
en la Región de Murcia. Su Presidente decía plantarse ante quien hiciera falta,
Madrid, Bruselas o …, a favor de los intereses de los inversores regionales en
instalaciones fotovoltaicas. El cacareo altivo, en defensa de los
intereses regionales era constante en los medios de comunicación regionales que
coreaban tales desmanes. La ley que propiciaba el PP a nivel nacional era
la que había que torcer. El Presidente regional daba a entender que doblegaría
la voluntad de Rajoy a favor de sus representados inversores regionales. Pero
la ley llegó al Parlamento la semana pasada. Los diputados regionales,
controlados, promocionados y debidos al actual Presidente regional, votaron a
favor de la ley y en contra de los intereses de los inversores murcianos a
quienes decía defender el Presidente regional. ¡Sorpresa! ¿Hablamos de
lealtades? ¿por qué fueron desleales con la Región unos diputados
elegidos por los ciudadanos perjudicados contra cuyos intereses se han
pronunciado estos representantes políticos?, ¿era incierto todo lo que
pregonaba el Presidente regional?, ¿Cuál podría ser su voluntad cierta cuando
prometía ayuda?, ¿será que la única defensa de las lealtades está en los
tribunales de justicia?, ¿emprenderá ahora una nueva campaña legal para
restablecer lo que pudo, al menos testimonialmente, pronunciarse sin tapujos?
El galimatías es que, en ese alarde de patrioterismo regional, el Presidente
murciano ha recurrido al Tribunal Constitucional la Ley del Sector
eléctrico, que el Parlamento aprobó el 19 de diciembre y que perjudica, nada
menos que a 20.000 inversores murcianos, mientras que sus diputados votan a
favor de la ley recurrida por su Presidente.
Siempre
quedará la duda de si las faltas de lealtades se deben a la estructura
inacabada del Estado o simplemente a personalidades desleales que, en todo caso
se hubieran comportado de igual modo. Es probable que no sea nada fácil
librarse de este tipo de personajes, ni siquiera en estos días navideños, pero
mejor será que se eviten cuanto mayor número de escollos mejor, porque igual se
suaviza la convivencia, sin tener que relatar las deslealtades.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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