Todo parece ahondar
hacia una vuelta al pasado, una vuelta hacia la dictadura. La Constitución de 1978,
la Constitución del consenso político entre partidos e ideologías tan distantes
como la de Santiago Carrillo y Fraga, pasando por la de Felipe González o de
Suárez...
nuevatribuna.es | José Antonio Gómez
Hernández | 26 Diciembre 2013 - 17:43 h.
Es
famosa la frase de Buzz Lightyear del personaje de la saga Toy Story de Disney:
«¡Hasta el infinito, y más allá!». Gracias a la situación política y social a
la que nos está llevando el Partido Popular podemos modificarla y decir que
España va «hasta los ’70 y más atrás». Desde que Mariano Rajoy ganó las
elecciones en noviembre de 2011 y tomó posesión de la Presidencia del Gobierno
parece que la única intención es la de destrozar todos los logros sociales y
políticos que los españoles logramos tras la muerte del Caudillo Genocida. Lo
vemos en todos los ámbitos: sanidad, educación, justicia, derechos de la mujer,
libertades civiles de los ciudadanos. Todo lo que el pueblo español ganó lo
está perdiendo gracias al gobierno ultraconservador de Mariano Rajoy. La crisis
económica es la excusa, pero la crisis económica no puede ser la única causa
para este retroceso. Hay algo más, y ese algo más es la ideología
ultraconservadora del partido del gobierno, es la ideología que no se encuentra
cómoda con los valores de la democracia, es la ideología heredera del
franquismo.
Todo
parece ahondar hacia una vuelta al pasado, una vuelta hacia la dictadura. La
Constitución de 1978, la Constitución del consenso político entre partidos e
ideologías tan distantes como la de Santiago Carrillo y Manuel Fraga, pasando
por la de Felipe González o de Adolfo Suárez. Mariano Rajoy se está
aprovechando de los medios que da la democracia para derogarla de facto
implantando un nuevo régimen, la dictadura parlamentaria, es decir, aplicar e
imponer unilateralmente modos de gobierno dictatoriales utilizando los
procedimientos parlamentarios de cualquier democracia. Esto mismo se hizo en
otros momentos históricos y en otros países. La democracia sirvió como
trampolín para la implantación de dictaduras con gobiernos autoritarios
refrendados por los votos de los miembros del parlamento.
No
voy a entrar en el análisis de los pasos atrás en materias como sanidad,
educación o justicia, ámbitos donde se está retrocediendo a niveles de igualdad
desconocidos desde los años posteriores a la Guerra Civil. Tras la muerte de
Franco y con los primeros gobiernos de Felipe González se consiguió que la
sanidad pública fuera universal y gratuita para todos los españoles, tanto para
los que tenían mayor capacidad económica como para los más humildes; lo mismo
ocurrió con la educación, donde tenían las mismas oportunidades el hijo del
dueño de un banco que el hijo de un trabajador de estudiar una carrera
universitaria; lo mismo ocurrió con la justicia. Todos los españoles teníamos
la posibilidad de acceder a la justicia. Nadie en España se quedaba sin
reclamar justicia ante un delito o una injusticia por falta de medios
económicos. Con el gobierno de Mariano Rajoy hemos vuelto a los privilegios.
Los que tienen capacidad económica podrán tener educación, sanidad o justicia.
Los más humildes se pueden ir olvidando de sus derechos al privatizarse su
sanidad; al hacer inaccesible su educación con tasas universitarias que sólo
podrán pagar los poderosos y la reducción de las becas para los más humildes
hará que muchos estudiantes queden excluidos de un sistema al que tienen
derecho; al acceso a una justicia igual para todos, ya que con las tasas de
Gallardón sólo los que tengan dinero podrán tener acceso a aquélla.
La
vuelta atrás en el tiempo o, como diría algún dirigente del PP, la
desaceleración en el avance temporal, la vemos reflejada en dos medidas tomadas
recientemente por los ultraconservadores: la ley de la mordaza y la reforma de
la ley del aborto.
La
nueva Ley de Seguridad Ciudadana es una vuelta a los tiempos en que los grises
perseguían a aquellos que se atrevían a protestar durante la dictadura. Se
trata del primer paso para la derogación encubierta de las libertades civiles
de los ciudadanos. El Partido Popular, a través de su ministro de Interior, un
hombre que tiene más aspecto de Comisario de la Dirección General de Seguridad
que de ministro, ha impuesto a los españoles una Ley que amordaza estas
libertades y que da impunidad a las malas praxis de las Fuerzas de Seguridad
del Estado permitiendo los abusos. La Ley de la Mordaza va a imposibilitar la
protesta social ante los atentados del Régimen Genovés. Quieren sumisión
absoluta y el único medio que tienen es el de plantear un estado de pánico que
evite que los ciudadanos salgan a la calle a protestar. Fernández Díaz lo
plantea como un modo de evitar protestas violentas. Sin embargo, ¿ha habido
protestas violentas desde que gobierna el PP? No. Ha habido conatos de
enfrentamientos por parte de una minoría. Ha habido enfrentamientos con la
Policía provocados, en algunos casos, por policías infiltrados entre los
manifestantes. Quieren imponer el miedo, pero realmente quienes tienen miedo
son ellos, es el poder. Felipe González, hablando de la época final del franquismo,
hacía una reflexión sobre la debilidad de la oposición democrática al afirmar
que tenían una sensación de que el Régimen era fuerte, pero que una visión
retrospectiva daba una realidad muy diferente ya que el Régimen entraba en
crisis por una simple asamblea de estudiantes en la universidad. Lo mismo
parece que está ocurriendo ahora. Mariano Rajoy y su gobierno tienen miedo a
los ciudadanos, mucho miedo. ¿Por qué? Yo tengo una teoría: no se han lanzado
todavía hacia sus objetivos principales, que no sé cuáles son pero que me temo
que van a ser muy lesivos hacia el pueblo y muy beneficiosos para las élites.
Estas nuevas medidas que tomarán, unas impuestas por Bruselas —las menos—, y
otras impuestas por su propia ideología no democrática —las más—, podrían
provocar que el pueblo se rebelara. Ante esto, el PP quiere ponerse la venda
antes que hacerse una herida.
Relacionado
con lo anterior está la posible restricción o eliminación del derecho de huelga
de los trabajadores. El éxito de la huelga de los empleados de la limpieza de
Madrid ha abierto un camino que el PP no quiere que se abra. Los barrenderos
han mostrado que la lucha obrera da resultados y esto no lo pueden permitir
quienes repudian todo lo relacionado con los derechos de los trabajadores. Mariano
Rajoy y su partido quieren imponer unas condiciones de precariedad laboral y
salarial que hagan que los trabajadores, con tal de no perder su empleo,
acepten cualquier cosa. Los barrenderos de Madrid han mostrado que no es así.
Rajoy dijo que había que regular los servicios mínimos y su cumplimiento. No
obstante, ¿cómo puede lucharse contra los abusos de empresarios y
administraciones públicas si se imponen unos servicios mínimos del 75%? Eso sí
que es un abuso y, como es injusto, es lícito que los trabajadores no cumplan
dichos servicios mínimos. Rajoy quiere evitar que los trabajadores se rebelen
modulando el derecho de huelga que, en el lenguaje eufemístico del PP, será una
restricción del mismo o una derogación encubierta.
Rajoy,
jaleado por sus mamporreros mediáticos, está creando un estado policial que
amordace la protesta de los ciudadanos ante lo que va a venir que será bastante
peor que lo que hemos sufrido durante los dos primeros años de gobierno
ultraconservador. Rajoy es el responsable de la vuelta a la represión
franquista, a las carreras de los grises y a los abusos y las palizas. Y, para
rematar el paisaje, ya solo faltaban las meonas, tal y como ocurría en el
franquismo. Para la represión sí hay dinero, mientras que para la protección de
los ciudadanos víctimas de la crisis generada por los protegidos del PP sólo
hay recortes. ¿Qué será lo próximo? ¿Instaurarán de nuevo el TOP? Con Rajoy
todo es posible.
Respecto
a la Reforma de la Ley del Aborto es el ejemplo más claro de la deriva hacia las
posturas más fundamentalistas referidas a los derechos de la mujer que se
resumen en una frase: la mujer no tiene derechos porque la Biblia así lo
señala. Esta reforma redactada por los grupos Provida, por el OPUS y la Iglesia
Católica ha sido presentada en un Consejo de Ministros de un país democrático.
En España la mujeres ya no tendrán libertad para decidir sobre su maternidad
sino que tendrán que ser tuteladas por médicos que den la aprobación
para ejercer un derecho que, tras muchos años de lucha, habían logrado con los
gobiernos socialistas con las ley de 1985 (Felipe González) y con la ley de
plazos del gobierno de Rodríguez Zapatero, ley que está recurrida ante el
Tribunal Constitucional. En España volvemos a los años en que las mujeres con
dinero tenían que irse a abortar a Londres y las que no tengan capacidad
económica se verán obligadas a meterse en clínicas ilegales donde no hay ningún
tipo de garantía sanitaria. En España muchas mujeres morirán desangradas si
quieren ejercer su derecho de elección sobre su maternidad. En España muchas
mujeres morirán en partos difíciles. En España nacerán muchos niños con graves
malformaciones. En España hemos vuelto a los años del nacionalcatolicismo
gracias a Alberto Ruiz Gallardón, el mismo personaje que afirmó que «gobernar
era sinónimo de generar dolor». En España dejamos de ser ejemplo para otras
naciones para convertirnos en el ejemplo de lo que no hay que hacer. ¿Cuál será
el próximo ataque a las mujeres? ¿Volverá Gallardón a implantar la figura del cabeza
de familia? ¿Se volverá a criminalizar en el Código Penal el adulterio
femenino? Después de esta ley del aborto todo es posible con este gobierno.
¿Sacará el Partido Popular a las mujeres del mercado laboral como solución al
desempleo, tal y como sugerían desde FAES? Ese machismo de los
ultraconservadores no descarta esta posibilidad. En la presentación del
Anteproyecto de Ley Gallardón trató a las mujeres como incapaces y a los
españoles como idiotas. Decir que la eliminación del derecho a la interrupción
voluntaria del embarazo era para garantizar más libertad a las mujeres es de un
cinismo que raya la desvergüenza. Es como aquellos profesores que te pegaban
una colleja y te decían que era por tu bien. Te puteo pero me tienes que estar
agradecido.
Pero
lo más grave es la ausencia de crítica por parte de las mujeres del PP. ¿Están
de acuerdo con esta limitación de sus derechos? Evidentemente, sí. Anteponen
sus creencias a sus derechos, tal y como ocurría cuando las mujeres eran guiadas
por sus confesores. El Anteproyecto de Reforma de la Ley del Aborto fue
presentado por Gallardón flanqueado por dos mujeres que sonreían ante la
gravedad de lo que el Ministro de Justicia estaba explicando en la rueda de
prensa. Hoy, una mujer del PP, Cristina Cifuentes ha alzado su voz contra la
Contrarreforma Trentista de Gallardón. ¿Saldrá indemne de su osadía? Ya se
verán pronto las represalias.
El
Partido Popular nos está llevando hacia una época que ya creíamos olvidada.
Gracias al PP volvemos a los años 70 y más atrás. ¿Lo vamos a consentir? Ha
llegado el tiempo de dejar de gritar para pasar a la acción porque los
ciudadanos somos más y porque los ciudadanos no podemos permitir que nos roben
lo que tanto nos costó conseguir.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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