La discriminación por edad va a más y, a
veces, ni se oculta
Los anuncios que excluyen a empleados
maduros inundan la Red
Las firmas temen menor disponibilidad y
mayor exigencia salarial
Cola en una oficina de empleo de
Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ
Una empresa
de Málaga del sector del marketing acaba de publicar un anuncio en
Infoempleo, uno de los múltiples portales de ofertas laborales del sector, en
el que ofrece cinco puestos para representar a “marcas importantes”: 15.000
euros, trabajo de lunes a viernes... Se requiere buena presencia, experiencia
en el trato con el público y capacidad de trabajo en equipo. Y algo más: una
edad comprendida entre los 18 y 35 años. En Infojobs, también justo antes de
Nochebuena, una compañía química busca a un operario técnico para trabajar en
su fábrica de Zaragoza. Pide una titulación de FP II o ingeniería técnica,
experiencia de tres años, conocimientos en equipos de inyección, mecánica,
hidráulica, sentido de la responsabilidad, organización… Pero cualquiera que
cumpla todos esos requisitos, si tiene más de 35 años, puede abstenerse de
enviar su currículum, ya que la compañía química especifica que quiere
contratar a personas de entre 25 y 35 años. También tiene muy claro lo que
busca el responsable de una panadería en Albolote (Granada), que en
Milanuncios.com explica que, para atender en el local, quiere a una “chica”, de
“20 a 30 años” y que sea del municipio.
Es
interminable el rosario de ofertas de trabajo que se puede encontrar en
Internet en el que cualquier persona que pasa de los 35 años, exclusivamente
por el hecho de pasar de esa edad, está descartada, cumpla o no con los
requisitos del perfil que busca la empresa. Hoy por hoy cuesta imaginar que una
empresa diga abiertamente que solo busca trabajadores de una determinada raza,
o que rechaza a una etnia concreta, y que las personas de un sexo (hombres o
mujeres) pueden abstenerse de optar al puesto. Pero la discriminación por edad
se asume hasta el punto de que se pone negro sobre blanco sin demasiados
complejos en las ofertas de trabajo. Y, aunque no todas las empresas ponen el
filtro de la edad de forma explícita en sus anuncios, no es ningún secreto que
los obstáculos para vender en un proceso de selección aumentan a partir de los
40 años.
Fuente: INE / EL PAÍS
“No creo que
sea normal, bonito, ni que a nadie le guste, cualquier criterio de selección
que sea discriminatorio, que no tenga que ver con la capacidad y aptitudes de
la persona, es negativo”, señala Nekane Rodríguez, directora de Lee Hecht
Harrison, que es la división de Adecco especializada en recolocación
de trabajadores, sobre todo, en aquellos de más de 40 años. Algunas compañías
contratan a esta firma para ayudar a encontrar un nuevo trabajo a los empleados
despedidos. No todos los procesos son iguales, las compañías valoran la
experiencia, sobre todo en los puestos de mando, pero Rodríguez admite que
algunas empresas no quieren contratar a trabajadores de más edad. “Nosotros
intentamos saltar esa barrera para conseguir que vean a alguna persona de, a lo
mejor, 50 años, que es muy buena y sabemos que va a encajar con el perfil que
busca la empresa”, apunta.
¿Por qué
muchos empresarios recelan de los trabajadores de más de 30? Por toda una serie
de creencias, por los valores que se asocian a la juventud y los que se asocian
a la madurez. “Hay quien cree que, cuantos más años, hay más vicios adquiridos,
menos disponibilidad a viajar, mayores exigencias salariales, más riesgo de que
abandonen en cuanto encuentren algo más adaptado a su experiencia…”, apunta la
experta en recolocación.
El problema
es cuando el candidato de más de 40 años no tiene siquiera la oportunidad de
aceptar el sueldo que le ofrecen, explicar que es flexible o que no tiene
problema alguno en viajar con cualquier persona de 28 años, el problema es
cuando la edad excluye a priori. Y es que el paro juvenil español
acapara titulares y discursos políticos en Europa, pero la lacra del desempleo
de las personas de más edad tiene un horizonte mucho más oscuro, porque los
problemas para encontrar un primer empleo que sufren los más jóvenes por la
falta de experiencia se acaba superando con prácticas, o primeros empleos no
remunerados, pero la discriminación por edad, conforme se cumplen los años,
solo va a más.
La bolsa de
parados de larga duración, de los que llevan más de dos años sin encontrar un
trabajo, se ha disparado en España como consecuencia de la crisis, pero para
los que además tienen más de 45 años, supone un grave riesgo de quedarse
descolgado del mercado incluso cuando llegue la recuperación. Hoy por hoy, de
los casi seis millones de parados que hay en España, 1,7 tienen entre 40 y 65
años, frente a los 315.000 que había antes de la crisis. La tasa de desempleo
roza el 20%, un nivel menos llamativo que esa mitad de población activa parada
entre los jóvenes, pero tiene otras particularidades.
El
economista Marcel Jansen, experto en el área laboral de la Fundación de
Análisis Económicos (Fedea),
advierte cómo ha crecido el paro de larga duración y se concentra en
trabajadores mayores y poco cualificados. Este desempleo, el que se prolonga
durante, al menos, más de un año, sigue repuntando y ya afecta a prácticamente
el 60%. El problema es que la tendencia se retroalimenta: cuanto más tiempo se
busca empleo, menos probabilidad de encontrarlo. Y se concentra sobre todo en
el colectivo de mayores de 45 años y que solo cuenta con la educación
obligatoria.
“Preocupa
porque las posibilidades de encontrar empleo para estas personas son pocas
incluso con la economía en recuperación y eso puede poner en riesgo la
recuperación del mercado laboral. Hay millones de trabajadores que cuando la
economía empiece a crecer de verdad llevarán años fuera del mercado laboral y
las políticas deben centrarse en esto”, alerta el experto. “La mejor medicina
es crecer, pero hay personas para las que no va a ser suficiente”, añade.
Jansen
defiende la necesidad de hacer la contratación de las personas de a partir de
esa edad “más atractiva” y plantear la posibilidad de “compatibilizar la
prestación con un salario, de tal manera que pueden aceptar un salario bastante
bajo sin verse afectados en términos de renta. Es una opción que se usa en
otros países y que habrá que valorar aquí”. Hay muchos jóvenes sin trabajo,
señala el profesor, “y toda la atención va dirigida a ellos, pero el joven
tiene toda la vida por delante, es más flexible, puede volver a casa de sus
padres y, si habla idiomas, incluso puede marcharse fuera de España, pero una
persona de 45 o 50 años, con la actual coyuntura y sin ayudas, muchas veces se
ve abocada a la inactividad y va a quedar afectada su pensión”. “Debe apoyarse
la formación en los casos en los que sea necesario, pero también incentivar la
contratación del colectivo mediante bonificaciones o hacer compatible la
prestación con el salario durante un tiempo limitado, más allá de eso lo tienen
muy difícil”, recalca.
La inacción,
a su juicio, no es una opción: “Tendremos un problema social enorme si salimos
de la recesión con ese volumen de gente mayor sin empleo porque sus derechos a
una pensión se van a ver muy limitados, es un problema fundamental”.
A la postre,
los incentivos suponen ofrecer a las empresas ayudas para que no discriminen a
la población de más edad, es decir, para que respeten lo que es un derecho
constitucional. “Pero no vas a probar judicialmente que es una discriminación,
porque el empresario contratará a quien decida, lo que nosotros podemos hacer
es más atractiva esa contratación para el reempleo de las personas mayores”,
insiste Jansen.
En este
aspecto coincide Jordi Juan, abogado del bufete laboralista Col.lectiu Ronda. “Faltan
herramientas para poder probar una situación de discriminación por edad en la
selección de personal; siempre primará la libertad de empresa para elegir a sus
trabajadores, no hay jurisprudencia al respecto, solo en casos de despidos
colectivos”, explica. Lamenta, además, que, a su juicio, “ha faltado voluntad
política para atacar el problema y España tiene una de las tasas de actividad
más bajas entre los mayores de 45 años”.
No falta
regulación. La ley 56/2003 de Empleo recoge en su artículo 22bis que “los
servicios públicos de empleo, sus entidades colaboradoras y las agencias de
colocación en la gestión de la intermediación laboral deberán velar
específicamente para evitar la discriminación tanto directa como indirecta en
el acceso al empleo”. Añade, en esta línea, que “los gestores de la
intermediación laboral cuando, en las ofertas de colocación, apreciasen
carácter discriminatorio, lo comunicarán a quienes hubiesen formulado la
oferta”, aunque solo señala en particular la criba por razón de sexo.
También el
artículo 17 del Estatuto del Trabajo recalca que sexo, origen o edad, entre
otros, no pueden suponer ningún perjuicio en la negociación colectiva en las
empresas o en las condiciones laborales, aunque no lo específica para el acceso
al trabajo. Sí señala, por el contrario, la posibilidad de medidas de discriminación
positiva en las políticas de empleo, ya que “el Gobierno podrá otorgar
subvenciones, desgravaciones y otras medidas para fomentar el empleo de grupos
específicos de trabajadores que encuentren dificultades especiales para acceder
al empleo”. Y, la propia Constitución, en su artículo 14, ya deja claro aquello
de que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Para Juan,
“al final la situación es muy esquizofrénica: se pide que cada vez se amplíe
más la vida laboral, pero al mismo tiempo la realidad del mercado intenta
acortarla cada vez más”.
Fuentes del
Ministerio de Empleo explican que el colectivo de mayores de 45 años “se ha
convertido en un objetivo prioritario” en la estrategia y para las agencias
privadas colaboradoras con los servicios públicos de empleo. Aun así, es
significativa cuánta atención acapara el paro juvenil frente al de las personas
de más edad por el nombre como el que se da a la Estrategia de Emprendimiento y
Empleo Joven 2013-2016.
No obstante,
en este plan para emprendedores y empleo juvenil queda contemplada una
bonificación para las personas mayores, un contrato generaciones que busca
estimular a los jóvenes autónomos a fichar a un desempleado mayor de 45 años
con un contrato indefinido a tiempo completo o a tiempo parcial con una
reducción de la cuota de la empresa a la Seguridad Social por contingencias
comunes del 100% durante el primer año de contrato.
Al margen de la ayuda pública,
Nekane Rodríguez lanza su consejo para un colectivo al que se le hace cuesta
arriba encontrar un trabajo y advierte de que “las reglas han cambiado y ahora
esto ya no va de enviar un currículum entre miles, sino de manejar bien la red
de contactos para lograr llegar a la entrevista, pensar en el autoempleo,
presentarse como un buen candidato con experiencia para una pyme… Sí, es cierto
que la recolocación es más difícil, pero ayuda tener claro que la actitud
necesaria es diferente”.
Fuente: www.elpais.com
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