Antonio avendaño
21 DIC 2013
Alberto Ruiz Gallardón nunca conseguirá ser amado por la
derecha, pero sí ha conseguido ser odiado por la izquierda. En un país donde
siempre hemos tenido una derecha tan derechista y tan pegada a los sables o las
sotanas, el exalcalde y expresidente de la Comunidad de Madrid parecía otra
cosa. Con él llegamos a pensar
que había llegado a España la derecha normal, es decir, la derecha capaz de
entender que no está bien convertir las obsesiones particulares en leyes
generales ni las creencias religiosas más íntimas en textos legislativos que
obligan a todo el mundo.
¿Qué diablos le ha pasado a
este hombre? Viendo la ley contra el aborto que acaba de parir el ministro, lo
único que se nos ocurre es dirigirnos a él en términos tan vulgares como estos:
“Alberto, tío, ¿por qué te has vuelto tan facha?”. Con esta ley el ministro ha sido
capaz de sacar no solo lo peor de sí mismo, sino también lo peor de nosotros
mismos, y eso no está al alcance de todo el mundo. Gallardón nos ha hecho
regresar al pasado, a nuestra juventud perdida, a los insultos familiares con que
nos referíamos a la derecha allá por los setenta y los ochenta, cuando el
término facha no era un insulto sino una definición. Hasta hace poco
utilizábamos la palabra más bien con ánimo de vituperar al aludido, pero antaño
había en su uso una voluntad más bien descriptiva. Con Gallardón volvemos al pasado:
no le llamamos facha para insultarlo; se lo llamamos para definirlo.
Con un lenguaje más reflexivo,
le preguntaríamos esto: Alberto, tío, ¿por qué nos has hecho esto a los
llevábamos años hablando bien de ti, aun a costa de enemistarnos con todos
aquellos amigos más rojos que nosotros y que siempre nos decían que éramos unos
pardos que no nos enterábamos de nada al ilusionarnos con que la derecha
española te escogería algún día como líder? Tristemente, la razón por la que
gustabas a casi toda la izquierda era la misma por la que disgustabas a casi
toda la derecha. Por eso los tuyos nunca te quisieron como capitán: te veían
demasiado civilizado, demasiado flexible, demasiado condescendiente con la izquierda. Te veían demasiado bien relacionado
con cierta prensa a la que Aznar le hubiera gustado estrangular con sus propias
manos.
Gallardón recuerda a esos
pecadores que durante largo tiempo han logrado contener sus peores impulsos con
la secreta esperanza de obtener algo a cambio de tanto sacrificio, pero cuando
al cabo de los años constatan que sus esfuerzos no obtienen recompensa alguna,
regresan a su ser primigenio pecando como condenados. Gallardón escomo los
fumadores que dejan el vicio durante un tiempo y cuando vuelven a sucumbir se
fuman todo lo que habían dejado de fumarse durante su abstinencia.
Es como si con su superfacha
ley del aborto Alberto Ruiz Gallardón estuviera compensando sus pecados
centristas de antaño. Durante largos años se sacrificó encarnando el ala
moderada del partido, pero a la vista de que su sacrificio nunca fue
recompensado con el liderazgo de la derecha española, ahora parece estar
vengándose de sí mismo y decidido a recuperar a toda costa el tiempo perdido en
mariconadas. Todo lo que no pecó como centrista en el pasado lo está pecando
ahora como facha, al igual que el fumador que intenta con renovada e
incontenible ansiedad recuperar la porción de nicotina que dejó de inhalar
durante el tiempo en que no fumaba. Pero al menos el fumador regresa al tabaco
él solo y él solo se perjudica. Gallardón,
el muy facha, ha decidido que fumemos todos. Y todas.
Fuente: http://www.andalucesdiario.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario