Artículos de
Opinión | Nahuel Monti Robles | 28-12-2013 |
Sabía que
volverías, ¿que por qué? Pues porque tendrás ganas de saber cómo termina la
historia. Pero siento decepcionarte porque lo que te conté el otro día era sólo
el principio. Así que siéntate, te prepararé un café.
¿Dónde nos
habíamos quedado? Lo de los GAL y todo eso, ¿verdad? Bueno, hay poco más que
contarte; como te dije, eso les dio duro, en todo el hocico, diría yo. Supongo
que no fue eso lo que les hizo perder las elecciones, o por lo menos no sólo
eso. ¿Quién? Espera, hombre, que te pierde el ansia. Bueno, te lo digo, José
María Aznar; claro que lo conoces, si aún está por ahí dando guerra. González…
González no. De vez en cuando sale en la tele o va por ahí dando conferencias a
unas cuantas perras, unas cuantas bastantes.
Veamos… ¿Te
suena el pacto del Majestic? Y no, no es el título de una novela de Agatha
Christie, pero podría, ¿eh? Hay intríngulis y trama para rato. No tenían la
mayoría para gobernar, pero, como sabrás, esa es una de las maravillas de las
democracias, ¡no importa! ¡A pactar que son dos días! ¿Con quién? Pues si te lo
digo no te lo crees: Convergencia i Unió, el Partido Nacional Vasco y Coalición
Canaria. ¿Qué? Sí que tienen que ver, bueno, de cara a la galería no, pero sí,
espera que te cuento. Esas cosas pasan, se juntaron los cuatro para comer algo
y comieron durante dos meses: que si yo quiero esto, que si eso es imposible,
pues me voy, espera, quédate, hablemos, y yo quiero lo otro, eso no puede ser,
pues ahí te quedas, no te vayas que tengo algo para ti. Y entre pitos, flautas
y mandangas llegaron a un acuerdo, el nuevo Gobierno, la eliminación del
servicio militar obligatorio. ¿Que por qué? Hombre, pues porque aunque a ellos
que la gente se tenga que ir a Melilla o a Tenerife a correr vestido de caqui
se la sopla bastante, a la gente no, que ya estaba un poquito harta de
mamarrachadas y eso, quieras que no, les hizo ganar puntos. Pero hubo más, claro,
hombre, te vas a creer que estos se van a casar contigo por lo de la mili.
Ellos querían el desarrollo de la financiación autonómica y el traspaso de
competencias.
Pero, bueno,
tras las negociaciones llegó el Gobierno, José María Aznar en su apogeo después
de una etapa de socialismo. ¿Qué? Sí, tienes razón, perdón, de supuesto
socialismo, entonces llega una época de… el aznarismo, vamos. Como dice esa
canción: «Lo primero que hizo el Dioni al llegar a Río fue brindar con el
espejo y decir: ¡Qué tío!», aquí lo mismo. Para impulsar la economía
(impulsarla hacia donde fuera, pero impulsarla al fin y al cabo) se le ocurrió
privatizar; claro, hombre, que es no es nuevo, que lo han hecho todos los
gobiernos, pero hay que reconocerle que él fue nuestro pionero. ¿Cuántas? Pues
un par de decenas bien majas. Pero si quieres hacerte una idea, pues tenemos
las joyas de la corona: Endesa, Repsol, Argentaria, Telefónica y Tabacalera.
Ahí es nada; gigantes, muchacho, gigantes.
Fueron años
entretenidos, por llamarlos de alguna forma. Tras el desastre de los GAL a
estos nos les quedó otra que intentar calmar las cosas y, tras una negociación,
se llegó a una tregua con ETA, que quieras que no, más o menos, con más o menos
interés, es una de las piedras angulares de todos los gobiernos: terminar con
el terrorismo.
Pero, bueno,
sigamos para bingo, que como ya te he dicho queríamos ser supereuropeos; que
sí, que ya lo sé, que de toda la vida hemos sido europeos, a mí me lo vas a
decir… Pero ya te dije que hay que tener carné para demostrarlo, así que España
entró a formar parte de los países fundadores del euro, con todo nuestro
poderío, algunos tuvieron que recordar que África, a pesar de las apariencias,
no empieza en los Pirineos y nos miraron como se mira a un cachorrillo que se
ha cagado en la alfombra, graciosos.
Y, como
tenía un pacto de caballeros y prometió lo del servicio militar, lo cumplió, lo
eliminó y de carambola, como era de esperar, las fuerzas armadas se
profesionalizaron, ¿mercenarios? Hombre, técnicamente sí, usan armas, cobran y
es indistinta la nacionalidad que tengan, así que sí, supongo que son
mercenarios.
Escucha que
esto no termina aquí, comenzaron a urdir nuevas leyes. ¿Cómo cuáles? Pues mira,
así de sopetón la ley de extranjería, que servía exactamente para lo que estás
pensando: para que fuera más fácil echar a los inmigrantes irregulares, que
aquí cariñosamente los llamamos los «sin papeles». Pues porque sí, hombre,
porque aquí hay muchos a los que los únicos moros que les gustaban eran los de
la escolta mora. Tienes razón, ya te lo contaré otro día, eran unos señores
majísimos que cuidaban de otro señor majísimo. Otra ley que fraguaron, y se
quedaron también muy a gusto, fue la ley de educación, bueno, en realidad se
llamaba Ley Orgánica de Calidad de Educación, y recuerdo que los estudiantes se
pusieron como motos y con razón, no creas. También es verdad que históricamente
los estudiantes son muy reivindicativos, pero tenían motivos. La cosa, así a
grandes rasgos (muy grandes), es que se potenciaba la privatización de la
escuela, ¿lo ves?, seguimos con la privatización, esa era una de las cosas,
pero resulta que al final con el Gobierno de Zapatero no se llevó a cabo. ¿Un
héroe? Ehmm… bueno, yo… ya te contaré. Seguimos con Chema. ¡La ley de partidos!
Esta es buena, mira, justo he encontrado un artículo que habla de esto, te leo:
«Impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar
contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la
xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de las bandas
terroristas». ¿Qué? No, el PSOE no fue ilegalizado, ¿por? Ah, lo de los GAL no
fue terrorismo, fue terrorismo de Estado. ¿Racismo y ley de extranjería? Oye,
tú eres un reaccionario, ¡eh! ¿Cómo desconfías así de nuestros partidos
políticos mayoritarios? En fin, una anécdota: Gaspar Llamazares, de Izquierda
Unida, que, dicho sea de paso, antes de que me preguntes, nunca han gobernado,
también votó a favor, pero por error, así van.
En esa época
el Gobierno ya estaba más que afianzado y tomaba decisiones por el artículo
treinta y tres. ¿Que cómo es ese? Pues porque lo digo yo que soy tu padre. Así
es. Y sin comerlo ni beberlo nos metimos en dos guerras, en Afganistán y en
Irak, entre medio pasaron varias cosas que ahora te contaré. Pero al pueblo
llano eso de las guerras no le gustó ni un pelo, porque no seremos el mejor
pueblo del mundo, pero te aseguro que no somos patriotas tipo Estados Unidos,
que lo de exportar nuestra democracia nos la trae al fresco, seríamos muy
cabrones si quisiéramos compartir esto… Pues eso, dos guerras que nos comimos
con patatas, con nuestro presidente codeándose con la jet set, que si Blair,
que si Bush… El trío de las Azores, los llamaban, que suena como un trío cómico,
pero ya te digo yo que no tenían ninguna gracia.
Como te
decía, entre esas dos guerras pasaron algunas cosas en nuestra piel de toro, a
saber: una huelga general, claro, hombre, aquí cada uno tiene la suya y el que
no ha tenido dos. Nos invadieron la isla de Perejil, la verdad es que aquí a
cualquier cosa la llamamos isla, una roca con cuatro cabras que parecía que a
pesar de estar olvidada por todo el mundo era la mar de estratégica y que no
podíamos perderla. Y luego vino lo del Prestige, que, si te interesa, en la
hemeroteca podrás buscar algo relacionado con los hilillos de plastilina y te
pondrás las botas. Ya te he dicho que fueron años entretenidos. ¿Cómo? La cosa
terminó mal, fatal, diría yo. Con un atentado que causó 191 muertes. ¿ETA? Pues
mira, eso fue lo que nos quisieron colar, pero no fue así, parece ser que
fueron integristas musulmanes que se oponían a la intervención de España en las
guerras de las que te he hablado. Y, como siempre, señores que no conoces te
mandan a matar señores que tampoco no conoces, y ¿quién sale escaldado?, pues
eso, los de siempre, el populacho. Y ahí terminó la historia, hasta más ver.
¿Qué te parece? ¿Que por qué termina? Porque a la gente se le hincharon
bastante y no le votó más. ¿A quién? Pues a los socialistas. Sí, otra vez. ¿Más
partidos? Oye, pero ¿tú estás leyendo entre líneas? Que esto es así, muchacho,
que el pastel ya está repartido. Bueno, oye, ya otro día, que veo que le has
pillado el gusto a esto y yo estoy un poco cansado… Sí, igual que el pueblo, igualito…
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