'Metílico, la bebida
de la muerte' es el documental recién estrenado en homenaje a las víctimas de
una tragedia de que trató de ocultarse por motivos económicos y políticos hace
ahora medio siglo.
EVA
RODRÍGUEZ / SINC MADRID 01/12/2013 09:31 Actualizado: 01/12/2013 16:10
Garrafas intervenidas
por la policía, como prueba en el sumario de la causa del orujo metílico. A la
derecha, el bodeguero ourensano Rogelio Aguiar abandona el tribunal a la espera
de conocer el fallo judicial por la intoxicación que provocó y que sabía que
podía ser letal.-SINC
Emilio
Rodríguez se despertó una mañana de 1963 en su aldea de A Pena (Ourense), se
asomó a la ventana para ver sus viñedos y todo estaba nevado. Era pleno mes de
agosto. Se fue al baño, se miró al espejo y allí también nevaba. Minutos
después perdía la vista para toda la vida. La noche anterior se había tomado una
copa de licor café de garrafa que provenía de las bodegas de Rogelio
Aguiar.
Han
pasado cincuenta años de esto, un caso real con el que arranca el documental
del director de cine Emilio Ruiz Barrachina. Lo acaba de estrenar en el Festival
Internacional de Cine de Ourense y se emitirá próximamente en la Televisión
de Galicia y en La 2 de Televisión Española.
El
trabajo audiovisual narra los hechos del denominado ‘caso del metílico', el
mayor envenenamiento masivo de la historia de España provocado por
metanol o alcohol metílico, y que por intereses políticos y económicos trató de
ocultarse en la época. Como consecuencia, muchos de los fallecimientos fueron
registrados como muertes naturales.
El
mayor envenenamiento masivo de la historia de España se ocultó por intereses
políticos y económicos
"La
bodega de Rogelio Aguiar no vendía el alcohol con su sello, sino que lo
distribuía en garrafón a otros bodegueros para que lo embotellasen. Se sabe que
compró en Madrid 75.000 litros de alcohol metílico porque, según
manifestó, le dijeron que se podía consumir si se rebajaba con agua. El alcohol
que compró estaba destinado a la fabricación de combustible de aviones",
explica Ruiz Barrachina.
La
realidad era que el alcohol metílico costaba la mitad que el etílico y
quería hacer negocio. Con esos 75.000 litros, él fabricaría un total 125.000
que pondría a la venta a bodegas de toda España en garrafas. Uno de los lugares
donde llegaron primero fue Lanzarote, porque había un bodeguero en Vigo con muy
buenas relaciones con Canarias.
"Es
por eso que la primera persona que relaciona el consumo de determinadas
botellas de alcohol con los fallecimientos y la ceguera es una farmacéutica
canaria, Elisa Álvarez. A partir de ahí empieza la investigación. Pero la
tragedia se extiende por toda España, y donde más incidencia tiene es en
Galicia", añade el director de cine.
Tan
solo una copa de licor café o de orujo fue capaz de dejar ciego o matar a quien
se la bebió
"El
metanol produjo en aquel momento una tragedia que a veces se reproduce por la
ignorancia de la gente. Este producto tóxico se absorbe y se metaboliza en el
hígado creando ácido fórmico y formaldehído. El primero provoca problemas
digestivos y síntomas de embriaguez -como una intoxicación etílica-, y el
formaldehído ataca a la retina y causa la ceguera. La muerte sobreviene porque
una vez absorbido pasa rápidamente a los órganos y puede provocar un coma",
declara Rosario Moyano, catedrática de toxicología de la Universidad de
Córdoba.
Por
esta intoxicación falleció sobre todo gente de extracto social bajo,
consumidores de aguardiente o licor café de garrafa. Al ser en su mayoría
personas de los pueblos y con pocos recursos, muchas de ellas se consideraron
muertes naturales.
Juicio descafeinado por
los intereses del franquismo
En
el juicio se mezclaron los intereses económicos y políticos del franquismo. El
gobierno de Franco iniciaba por entonces una costosa campaña para vender al
exterior que España se había modernizado y quería ofrecer nuevas
oportunidades al turismo.
"Si
este caso se llegaba a conocer y saltaba a los medios internacionales, como
tenía que haber sucedido, todo aquello se podía venir abajo y por eso trataron
de ocultarlo", apunta el director del documental. Por otra parte, España
continuaba recibiendo dinero de EEUU y este escándalo hubiera repercutido
en las relaciones con los estadounidenses.
"Lo
equipararon a vender productos caducados y por ello solo se reconocen 51
muertes", explica Ruiz Barrachina Lo que se hizo, de la manera legal que
entonces creyeron más oportuna, fue plantearlo no como homicidio involuntario,
sino como un juicio de atentado contra la salud pública, un mal menor. "Lo
equipararon a vender productos caducados y por ello el resultado es que solo
se reconocen 51 muertes", subraya Ruiz Barrachina.
Durante
el juicio hubo once imputados que fueron condenados, sin embargo, ninguno de
ellos llegó a cumplir íntegra su condena. Además, las cuantiosas
indemnizaciones que debían pagar a las víctimas nunca llegaron porque se
declararon insolventes.
El
fiscal del caso, Fernando Seoane, siempre defendió que solo con hacer un
sencillo cálculo matemático de lo que pueden producir 125.000 litros de
alcohol tóxico en el mercado, se podía saber la magnitud de la tragedia.
Seoane estimaba que las víctimas estuvieron por encima de 5.000, entre
fallecidos y personas que se quedaron ciegas.
El metílico letal de
Aguiar llega a Nueva York
Debido
a las enormes cantidades de alcohol metílico que vendió Rogelio Aguiar, algunas
de las garrafas llegaron incluso al otro lado del Atlántico, como indica el
escritor y periodista de investigación Fernando Méndez en su libro Metílico,
50 años envenenados, en el que está basada la película.
Ese
año hubo una muerte masiva de vagabundos en Manhattan por alcohol metílico
"En
el puerto de Nueva York fue intervenido un envío procedente de Vigo de bebidas
contaminadas con alcohol metílico, según recoge el sumario del caso. Debido al
descontrol de las autoridades sanitarias y de aduanas, no se sabe con exactitud
qué cantidad pudo llegar realmente. Lo que sí coincide en el tiempo, primavera
del 63, es la muerte masiva de vagabundos en la zona de Manhattan por
alcohol metílico, con bebidas baratas que provenían de garrafón. Los diarios se
hicieron eco de ello. Es mucha coincidencia", argumenta Méndez.
Su
libro está escrito a partir de una investigación de cinco años, de los más de
30.000 folios del sumario del juicio. "No sé si podría volver a abrir
el caso y aportar nuevas pruebas, pero creo que las víctimas merecen por lo
menos un reconocimiento social que no han tenido en los últimos 50 años",
subraya Méndez.
Un caso difícil de
repetir en España
Casos
de intoxicación y muerte por alcohol metílico suceden en el mundo todas
las semanas. En el caso de España, se continúa produciendo ‘aguardiente de
casa' fuera del control de un consejo regulador.
En
Madrid se han analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% orujos de los
cuales solo uno incumplía la normativa
Sin
embargo, en la actualidad los controles de calidad del alcohol pasan por
procesos que hacen muy difícil que algo así pueda volver a repetirse. De ello
se encargan laboratorios como el de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid.
"Nosotros
actuamos de acuerdo con unas campañas analíticas que, tras la inspección y toma
de muestras, se llevan a cabo en nuestro laboratorio", apunta Emiliano
Rojas Gil, adjunto al jefe de departamento del laboratorio. En total en Madrid
se han analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% fueron
orujos, de los cuales solo uno incumplía la normativa.
"Aplicamos
un reglamento que establece un contenido máximo de metanol. Los límites son,
por ejemplo, 1.000 mg/L para orujos, 2.000 mg/L en brandis y 1.500 mg/L en
aguardiente de hollejo de fruta. Si se sobrepasan, las bebidas están fuera
de la legislación y se consideran tóxicas", argumenta Rojas.
Este
año, el caso del orujo que llegó al laboratorio con límites por encima de lo
permitido se solucionó rápidamente según el protocolo de actuación. Hicieron un
análisis contradictorio con la empresa, esta corrigió su sistema de producción
y eliminó del mercado todo el producto. "La nueva partida ya reunía
las condiciones de acuerdo con el reglamento", asegura Rojas. Para que
casos como el del metanol de Galicia no vuelvan a suceder, y se pueda hacer
justica a personas como Emilio Rodríguez, sus historias no deberían caer nunca
en el olvido.
Fuente: www.publico.es
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