BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS
08 de marzo
de 2015
Los países
del sur de Europa sufren amenazas semejantes y enfrentan desafíos comunes, pero
los contextos en los que tendrán que lidiar con tales amenazas y desafíos
varían de país a país.
La mayor
amenaza es la austeridad sin fin, el bienestar convertido en lujo de pocos, la
indignidad y la precariedad impuestas a mayorías cada vez mayores, la
corrupción como modo normal de hacer política, la financiarización de la
vida, la democracia transformada en un espantajo vacío agitado por las
cotizaciones de la bolsa para intimidar ciudadanos todavía no resignados. El
desafío mayor, en tanto, es encontrar una salida que no sea un precipicio. Este
es el mayor desafío que las izquierdas enfrentan desde 1919.
Y la gran
dificultad es la siguiente: hace un siglo, las izquierdas se dividieron entre
la opción socialista/comunista y la opción socialdemócrata. Hoy continúan
divididas, pese a no haber condiciones para ninguna de las dos opciones. Lo que
siempre las unió fue la lucha por una sociedad más justa y una vida digna para
las grandes mayorías. Siendo más urgente que nunca el objetivo que las une,
¿será posible atenuar lo que las divide?
Me concentro
ahora en la opción que en Europa resistió más: la socialdemocracia propuesta
por los partidos socialistas. Pero siendo cierto que los partidos socialistas
participan en cerca de la mitad de los gobiernos de la Unión Europea, ¿cómo se
explica que la ortodoxia neoliberal, ferozmente antisocialdemócrata, domine tan
ampliamente? Sin dar demasiado peso al pantano de mediocridad y corrupción en
el que se ha convertido la política corriente, la razón reside en que hay
partidos socialdemócratas pero no hay condiciones socialdemócratas. Si el
capitalismo es en general antisocial, el capital financiero es lo más
antisocial y es el que domina hoy, el pilar fundamental del neoliberalismo. Su
naturaleza es además antidemocrática una vez que busca neutralizar o impedir
todos los procesos de inclusión social por vía de la redistribución social y de
políticas públicas, emergentes de conquistas democráticas. El drama es
que la ausencia de condiciones socialdemócratas afecta tanto a los partidos
socialistas como a los partidos situados a su izquierda que aspiran a ser
gobierno.
Todos estos
partidos ponen en la agenda el ideario socialdemócrata: derechos sociales
asentados en políticas públicas bien financiadas, en salud, educación y
seguridad social; justicia fiscal; Estado democráticamente fuerte; justicia
accesible, eficaz e independiente. Siendo así, lo que une a las izquierdas a
corto plazo es la lucha por la refundación de las condiciones socialdemócratas.
Para eso es urgente traer lo social y lo popular dentro de lo político como
forma de defenderlo del asalto a mano armada por los mercados por parte del
capital financiero.
Es aquí que
los contextos divergen. En Grecia, el partido socialista (PASOK) está herido de
muerte. Syriza y el pueblo griego tienen un crédito moral impresionante sobre los
europeos del sur: un país periférico osó negociar en condiciones chocantemente
desiguales en nombre de un pueblo que no quiere morir de austeridad. Y se
prepara para hacerlo solo durante meses e incluso sirviendo de vacuna contra
Podemos en España y el Sinn Fein en Irlanda, países donde la hidra financiera
está concentrada. En España, Podemos pone en causa la propia distinción
convencional entre izquierda y derecha como forma de hacer emerger una
izquierda digna de ese nombre. Y probablemente tendrá éxito. En Portugal, el
Partido Socialista (PS) puede ganar las próximas elecciones. Al contrario de lo
que sucede en Grecia y en España, la izquierda no puede prescindir del PS ni el
PS puede prescindir de la izquierda.
Antonio
Costa, secretario general del PS, presentó en la reciente cumbre de The
Economist en Cascais un documento importante sobre la creación de las
condiciones socialdemócratas. No sorprende que no haya tenido eco. La derecha,
que domina los medios de comunicación, ya presintió el peligro y está empeñada
en neutralizar al PS en todo lo que la separe de ella. La estrategia es clara:
convertir la devastación social de los últimos años en un acontecimiento digno
de los alemanes; solo dar visibilidad a Antonio Costa en todo lo que haga del
PS una no alternativa.
Y lo más
grave es que la derecha está bien instalada dentro del PS, lista para boicotear
al secretario general. Si él se da cuenta a tiempo, deberá incidir en lo social
(desempleo, precariedad en el trabajo, deficiente salud pública, aumento de
pobreza y de suicidios) como forma de dar credibilidad a lo político; decir sin
equívocos que no quiere hombres de los mismos negocios de siempre en la
presidencia de la República; no tener miedo de las palabras patria y soberanía
cuando el país es ya un protectorado; dar espacio a las izquierdas, para que
todos luchen por los votos de los portugueses ofendidos y maltratados por este
Gobierno, en lugar de comerse unos a los otros; y mostrar con vehemencia que,
al contrario de muchos que ocupan altos cargos, es un político honesto.
*Traducción
de José Luis Exeni Rodríguez
Fuente: www.publico.es
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