Memoria Histórica | Eduardo Montagut Contreras | 26-03-2015
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En la guerra civil española se dio la circunstancia de que
se enfrentaron alemanes, italianos y rusos, al haber miembros de estos tres
países en los dos bandos. Si Franco contó con la decisiva ayuda de alemanes e
italianos en su lucha contra la República, ciudadanos de estos dos países
combatieron en las Brigadas Internacionales, aunque en número menor. El caso
ruso sería al revés: un pequeño grupo de rusos blancos se puso al servicio de
la causa de los rebeldes y, en cambio, fue mucho mayor y más importante la
presencia de soviéticos en el lado republicano.
En este breve trabajo nos acercaremos al caso de los
alemanes que sirvieron a favor de la causa republicana en España. Para ello,
nos basaremos en el artículo de Walther L. Bernecker, “Hoy nuestra patria está
en Madrid”, en Historia 16, número 182 (1991), pags. 12 y ss.). En la España de
los años treinta había una importante colonia alemana formada por empresarios,
comerciantes, etc.., de tendencia conservadora. Muchos de ellos, una vez que
Hitler subió al poder en Berlín, terminaría por afiliarse la Organización en el
Extranjero del Partido Nazi. Es conocida la colaboración de muchos de esos
alemanes con la Gestapo y los servicios secretos nazis. Pero había otro grupo
de alemanes de signo político distinto y que se habían exiliado en España
huyendo de los nazis. Eran intelectuales, o personas de izquierda o,
simplemente, demócratas, que decidieron instalarse en la España de la II
República. No sólo se diferenciaban del otro grupo por sus ideas, sino,
también, por su situación económica, harto precaria, ya fuera por sus propios
orígenes sociales en Alemania, ya por encontrarse en el exilio.
Cuando estalló la guerra civil los alemanes exiliados en
España tenían muy claro que participar en la misma era una manera de
enfrentarse a los nazis, especialmente, cuando se comprobó la ayuda decisiva de
Hitler a Franco. El caso de los italianos era, lógicamente, muy parecido. Si
Franco era derrotado supondría la primera pérdida para los dictadores
fascistas.
Ya en agosto de 1936 el KPD, es decir, el Partido Comunista
Alemán hizo un llamamiento a los alemanes para que fueran a luchar por la
República Española, y envió a Hans Beimler para organizar milicias de alemanes.
Había un tercer grupo de alemanes en España, unos recién llegados cuando
estalló el golpe del 18 de julio. Se trataba de los deportistas que iban a
participar en las Olimpiadas populares de Barcelona, los juegos organizados
como la respuesta a las Olimpiadas de Berlín. Eran alemanes antifascistas y se
alistaron inmediatamente en las milicias recién creadas en Cataluña. En la
Columna de Durruti se alistaron muchos alemanes, siendo el tercer grupo de
extranjeros más numeroso, detrás de franceses e italianos. Formaron una unidad
de algo más de 100 miembros, la conocida como Centuria Erich Mühsam. Además, en
la División Lenin del POUM, el batallón Josep Rovira tenía muchos alemanes
entre sus miembros. En agosto se creó la Centura Thälmann, no adscrita
oficialmente a ningún partido o sindicato, aunque bajo control comunista, en la
que la mayor parte de sus 180 voluntarios era de nacionalidad alemana.
Cuando se crearon las Brigadas Internacionales llegó la
segunda oleada de alemanes. Eso ocurría en el otoño de 1936. Pero conviene
señalar que la mayoría de los alemanes que combatieron en España eran
emigrantes o exiliados frente a los que vinieron directamente de Alemania por
razones obvias, ya que era muy difícil salir del país. Casi todos los
brigadistas alemanes eran comunistas.
En las Brigadas Internacionales lucharon unos cinco mil
alemanes. La mayor parte de los brigadistas alemanes estuvieron integrados,
junto con austriacos, suizos, holandeses y escandinavos, en la Brigada XI, bajo
el mando del general Kléber. Esta brigada se subdividió en cuatro batallones:
Thälman y Edgar André con mayoría alemana, y Hans Beimler con escandinavos y 12
de Febrero de mayoría austriaca.
Entre los brigadistas alemanes destacaron los escritores y
periodistas, como Egon Erwin Kisch o los hermanos Erika y Klaus Mann, y otros
desempeñando responsabilidades como oficiales, comisarios o simples soldados
soldados, dejando muchos escritos, artículos, memorias y novelas. Recordemos
que la guerra civil ha sido, junto con la Segunda Guerra Mundial, el conflicto
más literario de la historia contemporánea mundial.
Un aspecto de la guerra civil española que despertó mucho
interés entre los sectores obreros alemanes fue la defensa de Madrid. Existen
informes secretos del Partido Socialdemócrata que relatan el impacto de esta
defensa entre los obreros y la esperanza de que tuviera algún tipo de repercusión
sobre la dictadura nazi y el fascismo. Había un contraste entre la propaganda
nazi y la realidad de la resistencia de la capital de España, que, al parecer,
provocó un aumento del escepticismo de estos sectores hacia las noticias que
oficialmente se distribuían en Alemania. Pero, en contrapartida, las noticias
sobre la violencia en la retaguardia republicana, especialmente, la de signo
religioso, repercutieron negativamente en las relaciones entre opositores
comunistas y católicos en la resistencia contra los nazis. En todo caso, no
cabe duda que para los demócratas y la izquierda alemana la guerra civil
española era muy importante en la lucha contra el fascismo propio e
internacional.
Con el paso del tiempo, el número de alemanes que luchaban
en el lado republicano fue disminuyendo. Un grupo importante que resistió mucho
tiempo era el de los más concienciados, el de los propagandistas, como los
encargados de la radio “La Voz de España republicana”, una emisora instalada en
Madrid y dirigida, en su servicio alemán, por comunistas. Otra emisora era
“Radio Alemana Libertad 29’8” estaba ubicada en Pozuelo del Rey e iba dirigida
a los oyentes en Alemania. La Gestapo se empleó con empeño en intentar que no
se escuchara. Esta emisora insistió siempre en vincular los sucesos españoles
con la realidad nazi alemana. Su último locutor, Hanns Maa Ben, trabajó en la
emisora hasta el final de la guerra, hasta la misma entrada de las tropas
franquistas en la capital. Fue hecho prisionero y encarcelado.
La suerte de los brigadistas alemanes al disolverse las
Brigadas Internacionales no fue muy buena. Ellos no podían regresar a su país,
como muchos de sus compañeros de otras nacionalidades. La mayor parte se quedó
en Cataluña para seguir luchando por la República y luego corrieron la misma
suerte de tantos republicanos que cruzaron la frontera francesa en el invierno
de 1939. Y con esos republicanos españoles fueron internados en los campos
franceses. Muchos de ellos terminarían siendo entregados por el régimen de
Vichy a la Gestapo después de la ocupación nazi de Francia. Se calcula que
solamente unos mil antifascistas alemanes sobrevivieron a la guerra mundial.
Los que eran comunistas ortodoxos pudieron prosperar en la RDA, pero la suerte
de los que se quedaron en la RFA no fue tan buena.
Fuente: www.tercerainformacion.es
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