Las burguesías europeas se reorganizan
militarmente ante un futuro social y economicamente incierto.
Lunes, 9 de marzo de 2015
POR MANUEL MEDINA / CANARIAS SEMANAL.- Vientos de
guerra soplan nuevamente tras la nuca europea. Durante las tres últimas
décadas, el eje Estados Unidos - Unión Europea pudo mantener sin
competencias apreciables su hegemonía económica y política sobre el resto del
planeta.
Sin embargo,
transcurridos 25 años desde que se produjera el derrumbamiento de la Unión
Soviética el panorama mundial ha dado un giro de 180°. Nuevas potencias
capitalistas emergentes están sometiendo a las economías de los imperios
históricos a un duro desafío. Aquel planeta de "paz" que los
exégetas del capitalismo nos dibujaban después de que desapareciera el
socialismo en el este europeo, parece haber llegado a su fin.
La enorme capacidad productiva y
económica algunos países asiáticos está poniendo en jaque a las economías
de las potencias industriales de Europa y América del Norte. Por
otro lado, América Latina, condenada por su vecino del norte a
desempeñar el papel subsidiario de suministradora de materias primas,
intenta abrirse paso en mercados diferentes a los tradicionales, bajo
condiciones financieras menos lesivas a las que les imponían los
organismos internacionales, controlados por las entidades financieras de los Estados
Unidos y de la Unión Europea.
¿POR QUÉ AHORA LA MILITARIZACIÓN?
No es, pues, casual que en las
últimas fechas, y con reiterada insistencia, destacados portavoces tanto de la
UE como del gobierno alemán estén realizando llamamientos al rearme y a la reorganización
militar. El despliegue militar es la "ultima ratio"
a la que recurren las clases hegemónicas para imponer a otros la preeminencia
de sus intereses económicos. Así ha ocurrido siempre a lo largo de la historia,
y no existe ninguna razón que permita pensar que esta regularidad ha sufrido
hoy alguna variación.
Hace unos días,
el presidente de la Comisión Europea, el derechista Jean-Claude
Junker, se pronunciaba abiertamente por la creación de un "Ejército
europeo". Su razonamiento al respecto fue de una gran nitidez, propia
de aquellos hombres y mujeres que tienen las ideas claras y mandatos expresos. "Éste
ejército - auguró sabiamente Junker - nos permitiría conformar
una política exterior y una política de seguridad comunes, y compartir las
responsabilidades de Europa ante los sucesos en el mundo". Junker
añadió a sus razones un cometido clave que debería tener el
"ejército comunitario": "Permitiría a la UE
reaccionar ante las amenazas contra los países miembros de la Unión y estados
vecinos". A cualquier lector le bastaría con descifrar el significado
de lo que Junker entiende por "política de seguridad comunes",
"compartir responsabilidades" y "ante los sucesos en
el mundo", para detectar el largo alcance del mensaje del presidente
de la Comisión Europea.
Esta iniciativa no es baladí. Contiene
explosivos significados que afectan no sólo a la llamada "política
exterior europea". En un continente instalado en una crisis
crónica desde hace 8 años, la única política económica que los intereses del
gran capital contemplan como posibilidad para su relanzamiento
expansivo consiste en la aplicación de drásticas reducciones
salariales, acompañadas por políticas autoritarias. Pero las burguesías
europeas y sus portavoces en las instituciones políticas y
administrativas, que poseen una centenaria experiencia acumulada en la
gobernanza de sus respectivos países, son conscientes de que la aplicación de
ese tipo de políticas puede tener - como ya se está empezando a observar -
arriesgadas y perturbadoras repercusiones en los escenarios sociales
europeos. El "ejército comunitario" que las cúpulas de
la UE están proponiendo crear tiene también por objeto responder a la
posible aparición y recrudecimiento de esas "contingencias"
sociales.
UN DESAFÍO CRUCIAL PARA LAS CLASES POPULARES
Sin entrar ahora en mayores
precisiones, hoy conocemos qué es lo que entienden las burguesías y los
banqueros europeos por "unidad". La unidad económica
europea no supuso solamente que los países periféricos del Sur y del Este del
continente fueran convertidos en simples consumidores de mercancías manufacturadas
producidas por Alemania, Holanda, Francia y otros países industriales
del Norte. Además, mediante la imposición de onerosos préstamos estas potencias
industrializadas les condenaron a depender de su diktat con
carácter de perpetuidad.
Ahora, la creación de una "Unión
europea" con dimensiones castrenses no tendrá perfiles
diferentes a los que conocemos de la Europa económica. Ambos se
encuentran solidamente vinculados en sus objetivos. Si ese proyecto
militarizador llegara a materializarse, los escasos restos que
quedan de la soberanía de los pueblos europeos quedarían fulminados. Tanto los
asalariados como las capas medias del viejo continente quedarían
imposibilitadas para pronunciarse por un modelo de sociedad diferente al modelo
impuesto por la sociedad de "libre mercado".
Un proyecto como el que se
propone desde las cúpulas de la UE blindaría a la banca y a
las burguesías locales intermediarias ante la posibilidad de que en el
marco de las sociedades donde operan se produzca algún tipo de
transformación social, económica o política que afecte a sus
intereses. Para evitar que esa posibilidad fuera siquiera soñada por los
pueblos, existiría siempre un ejército "europeo" dispuesto a
impedirlo.
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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