¿Una iglesia estéril?
Martes,
31 de marzo de 2015
POR JULIA EVELYN MARTINEZ.- La
iglesia católica mantiene en su doctrina el estudio y enseñanza de textos que
constituyen verdaderos ejemplos de violencia simbólica contra las mujeres.
En su alocución
dominical del pasado 8 de marzo, el papa Francisco quiso
congraciarse con las mujeres del mundo, y no dudó en afirmar que “un
mundo que margina a las mujeres, es un mundo estéril”. De inmediato, las
agencias noticiosas y los medios de comunicación se encargaron de transmitir
este mensaje, supuestamente como una muestra más del talante reformador del
nuevo jerarca de la Iglesia Católica, y por supuesto, sin cuestionar en ningún
momento la coherencia entre este discurso y la manera en cómo se trata a las
mujeres en el seno de esta institución religiosa.
De acuerdo al
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra
marginar significa “poner o dejar a una persona o grupo en
condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad”. Es
decir, según el Papa, un mundo que coloca a las mujeres en condiciones
sociales, políticas o legales de inferioridad, es un mundo estéril, un mundo
que no puede producir frutos o resultados positivos para quienes habitan en él.
Excelente aforismo utilizado por el papa para ilustrar los resultados de la
marginación de las mujeres que existe en la mayoría de sociedades actuales,
PERO…. ¿Se podría aplicar la misma sentencia para calificar a la iglesia que el
papa dirige?
La iglesia
católica es una institución poderosa. Se estima que sus adeptos en el mundo
suman casi 1,200 millones de personas, y que cuenta con una
plantilla de 200 cardenales, 5,000 obispos, 410,000 sacerdotes, 55,000
religiosos, y 740,000 monjas.
El poder económico y
financiero de esta entidad es incalculable. Sin embargo, se sabe que el
Vaticano posee la segunda reserva mundial de oro después de la del
tesoro de Estados Unidos, y que sus inversiones inmobiliarias y
financieras, incluyen asocios con los mayores grupos financieros mundiales (Rotchild,
JP Morgan, Credit Suisse y otros). Únicamente en Estados Unidos se calcula
que el Vaticano tiene inversiones por valor de$500 millones en acciones de
corporaciones como General Motor, General Electric, y Gulf Oil.
Este
incalculable poder social y económico explica en buena medida la enorme
incidencia que esta entidad tiene en los “asuntos terrenales”, que incluyen no
solo la influencia del Vaticano en el rumbo de las políticas de los Estados
sino también su influencia en las prácticas culturales, educativas y sexuales
de millones de personas.
¿Cómo trata a las mujeres esta poderosa institución
religiosa?
En primer lugar, pese a
que las mujeres representan el 61% de miembros de las órdenes religiosas
católicas, se les niega la posibilidad de llegar ser ordenadas en el
sacerdocio, y por ende, se les inhabilita para ocupar un puesto en la compleja
estructura eclesial, ya sea como obispos, arzobispos, cardenales o papas.
En segundo lugar,
los hombres que forman parte de las órdenes religiosas católicas (jesuitas,
franciscanos, dominicos, etc.) disponen de las facilidades para el desarrollo
de su intelecto y para incursionar en ámbitos profesionales de prestigio
social, como filosofía, física, biólía, sociología, medicina o economía En
cambio, la trayectoria académica de las mujeres religiosas es más limitada, y
salvo excepciones, se circunscribe a ocupaciones y profesiones “femeninas”,
tales como la educación básica, los cuidados de salud, y el trabajo social
comunitario.
En tercer
lugar, la iglesia católica aún mantiene en su doctrina el estudio y enseñanza
de textos que constituyen verdaderos ejemplos de violencia simbólica contra las
mujeres y/o que reproducen y refuerzan los patrones de discriminación en contra
de las mujeres.
Así por ejemplo, en la Biblia católica se puede encontrar el
libro del Eclesiastés (o libro del predicador) que no omite pasajes de clara
misoginia que alientan la discriminación de las mujeres en las familias y
comunidades católicas. Por ejemplo, en la versión latinoamericana de la Biblia
católica de este libro se lee:”La mujer es más amarga que la muerte; ella es
para el hombre una trampa, su corazón es una red y sus brazos cadenas. El que
agrada a Dios se escapa de ella, pero el pecador se deja atrapar”.(7:26).
De igual
manera, en la galería de los llamados “doctores de la Iglesia”, se
otorga un lugar especial a los escritos de Santo Tomás de Aquino y de
San Agustín de Ipona, quienes sin ningún tipo de censura en pleno
siglo XXI se dedican aún a menospreciar y a denigrar la imagen de las mujeres.
¿Habrá leído el papa Francisco el pasaje de Santo Tomás de Aquino en donde se
cuestiona la utilidad de las mujeres cuando afirma “yo no veo la utilidad
que pude tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir
hijos”?¿ Habrá reparado el papa que aún se encuentra en la bibliografía
oficial de la doctrina católica el texto de San Agustín que
acusa a las mujeres de la muerte de Jesucristo , y que afirma que “ las
mujeres, sois la puerta del diablo; las transgresoras del árbol prohibido, sois
las primeras transgresoras de la ley divina…. Por causa de vuestra deserción,
habría de morir el hijo de Dios”.?
Por
supuesto que la marginación de las mujeres no es exclusiva del catolicismo. Con
mayor o menor medida se encuentra en otras religiones monoteístas que adoran a
deidades masculinas, como en el caso del judaísmo o del Islam. Pero al menos,
los jerarcas de estas instituciones religiosas no tienen la hipocresía de ver
la paja en el ojo ajeno, para desviar la atención de la enorme viga que tienen
en sus propios ojos.
Agencia Walsh
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