25 de Marzo de 2015 (10:56 h.)
Este artículo analiza el coste que ha significado para
Grecia el haber estado ocupada por el nazismo alemán durante los años 30, y por
el establishment financiero y político en la actualidad. Hace también una
reflexión sobre el coste de la relación, que, a pesar de ser distinta, tiene
puntos comunes a la que ha tenido el Estado alemán con España. Es un intento de
recuperar la memoria histórica en ambos países.
Para entender la crisis existente en la Unión Europea, ayuda
el conocer la que ocurrió en los años treinta en Europa, y como ambas crisis
han afectado la relación de Alemania -el centro del sistema económico europeo-
con la periferia, centrándonos en este artículo en Grecia, y con algunas notas
también de la relación de Alemania con España en ambos periodos históricos.
En Alemania, la primera crisis, generada en parte por la
enorme deuda pública acumulada, resultado de las exigencias de los países
vencedores de la I Guerra Mundial de que este país pagara las reparaciones por
los daños infligidos a los países enemigos durante el conflicto bélico,
determinó la elección de un gobierno Nazi liderado por Hitler. La enorme
austeridad de gasto público, con los grandes recortes realizados con el
objetivo de pagar la deuda, y las reformas del mercado laboral que
contribuyeron al crecimiento del desempleo generado por aquellos recortes,
causaron un rechazo de la población hacia los partidos que impusieron tales
medidas y llevaron a la primera elección de un gobierno Nazi en Europa. Hay que
recordar que el nazismo alcanzó el poder en Alemania por la vía democrática
debido a su atractivo electoral (y también a la división de las izquierdas,
concretamente entre el Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista).
El nazismo sacó a Alemania de la crisis económica mediante
la militarización de su economía (keynesianismo militar) y al expolio de los
países periféricos, incluyendo Grecia. La ocupación de Grecia (1941-1945) fue
de las más brutales que hayan existido en Europa. Aquel periodo se caracterizó
por un sinfín de atrocidades. Pueblos y ciudades fueron testigos de aquellas
brutalidades. Mousiotitsa (153 hombres, mujeres y niños), Kommeno (317 hombres,
mujeres y niños, donde incluso 30 niños de menos de un año fueron asesinados y
38 personas fueron quemadas vivas en su casa), Kondomari (60 asesinados),
Kardanos (más de 180), Distomo (214 muertos), y así una larga lista. Más de 460
poblaciones fueron destruidas y más de 130.000 civiles fueron asesinados,
además de más de 60.000 judíos que representaban la mayoría de la población
judía en Grecia. El sacrificio humano fue enorme. Y la represión estaba
encaminada a sostener una enorme explotación y latrocinio. En realidad, el III
Reich robó el equivalente en moneda alemana de 475 millones de marcos, que
significaría en moneda actual 95.000 millones de euros. Ante esta situación,
¿cómo puede pedírsele a las clases populares, que fueron las que sufrieron en
mayor medida la represión, que olviden esta etapa de su vida? (ver Conn
Hallinan: “Greece: Memory and Debt”, Znet Magazine, 18.03.15, de donde extraigo
la mayoría de datos de este artículo).
Y lo que es importante subrayar es que los responsables de
tanta brutalidad, los militares que dirigieron los asesinatos, el expolio y el
latrocinio, recibieron sanciones menores en Alemania, muy por debajo de lo que
la población griega exigía. El General Hubert Lanz, que dirigió una de las
divisiones responsables de tales atropellos, pasó solo tres años en prisión,
llegando luego a ser asesor en temas de seguridad del Partido Liberal alemán.
La tolerancia, cuando no complicidad, de los gobiernos occidentales (que
ayudaron más tarde a las derechas griegas –que anteriormente habían colaborado
con el nazismo- a derrotar a las milicias antinazis en lo que se llamó la Guerra
Civil) con los dirigentes nazis, es también conocida y recordada. Los gobiernos
occidentales, que se presentaban y autodefinían como democráticos, ayudaron,
como también pasó en España, a que se mantuvieran las mismas estructuras
oligárquicas que han mantenido a Grecia en la pobreza y en la miseria por
tantos años. En la Alemania Oriental (bajo ocupación soviética), sin embargo,
los militares nazis sufrieron penas mayores. El General Karl von Le Suire (el
carnicero de Kalavryta) fue capturado por la Unión Soviética y murió en un
campo de concentración en 1954, y el General Friedrich Wilhelm Müller (que
ordenó las masacres de Viannos) fue ejecutado por los propios griegos en 1947.
Las supuestas reparaciones del gobierno alemán
El gobierno alemán nunca ha aceptado la demanda del gobierno
griego de pagarle 677.000 millones de euros para compensar todos los daños
causados en su ocupación devolviendo, además, los recursos –incluyendo el
dinero del Banco Central griego- que habían robado las tropas alemanas. Solo en
1960 el gobierno alemán pagó 115 millones de marcos alemanes, una cantidad
insignificante a la luz del daño causado. Durante el periodo en que Alemania
estaba dividida, la postura del gobierno alemán era la de que no podía hablarse
de pago por reparaciones hasta que hubiera de nuevo una Alemania unida. Y
cuando la hubo (en 1990), el argumento fue de que ya habían pasado muchos años,
y que ya se le habían pagado a Grecia los 115 millones de marcos alemanes.
¿Cómo puede pedírsele al pueblo griego que se olvide de su enorme sacrificio y
de los recursos que le robaron?
Ver estas demandas que está haciendo el gobierno Syriza como
mera táctica de negociación con el gobierno alemán en la renovación del segundo
rescate (aprobado por el gobierno anterior) es trivializar el significado de la
ocupación nazi en Alemania y el enorme sufrimiento y pobreza que esta impuso al
pueblo griego. El gobierno Syriza es el primer gobierno progresista y de
izquierdas, claramente representante de las clases que sufrieron más la
represión nazi, y es de justicia que una de las primeras reivindicaciones sea
recuperar la memoria histórica de los vencidos y exigir reparaciones. Ver esa
reivindicación como mera táctica de negociación con Alemania, como los mayores
medios de comunicación españoles lo han presentado, es desconocer la historia
de Grecia y de Europa, lo cual, por cierto, es muy común entre tales medios.
La doble moralidad de los países llamados democráticos
Es importante destacar también, además de la enorme
insensibilidad del gobierno alemán hacia tal sufrimiento, el contraste entre
como se resolvía el gran problema de la deuda pública que el gobierno alemán
debía a los aliados después de la II Guerra Mundial, y lo que el gobierno
alemán ha intentado imponer al gobierno griego en el pago de su deuda a los
bancos alemanes (entre otros) que prestaron dinero a Grecia (para muchos
proyectos que, por cierto, les originaron grandes beneficios, sin que
beneficiaron en nada o en muy poco a las clases populares griegas). Los aliados
en 1953 (en el Tratado de Londres) le perdonaron al Estado alemán el 50% de
toda la deuda, condicionando además su pago a la existencia de un crecimiento
económico que facilitara tal pago, precisamente la misma petición que está
ahora haciendo el gobierno Syriza. El gobierno alemán se ha opuesto duramente a
que se tratara a Grecia como se les trató a ellos en su momento. Syriza pedía
las mismas condiciones, y fue el gobierno alemán el que dirigió la oposición a
que tal propuesta incluso fuera considerada. ¿Cómo se le puede pedir al pueblo
griego que no mire al pasado para resolver el futuro? Esta petición tiene
dimensiones de cinismo. Las declaraciones del portavoz de la Canciller Merkel
de que “Grecia debería concentrarse en temas actuales, mirando el futuro” es de
una enorme insensibilidad, preñada de cinismo. La Sra. Merkel ignora u oculta
que gran parte de los problemas existentes en Grecia se basan en lo que ocurrió
en el pasado.
El nazismo y su influencia en España
La petición de la Sra. Merkel es semejante a la petición de
las derechas españolas, hoy dirigidas por el Sr. Rajoy (el gran aliado de la
Sra. Merkel), herederas de los que vencieron la mal llamada Guerra Civil (pues
fue un golpe de Estado que venció como consecuencia de la ayuda militar del
gobierno Nazi alemán e impuso una de las dictaduras más brutales que hayan
existido en Europa), pidiendo a las víctimas de aquel genocidio que se olviden
del pasado, mirando solo al futuro. Se ha intentado por todos los medios
hacerle olvidar al pueblo español que en España hubo un golpe militar dirigido
por el Ejército y por el Partido Fascista (junto con la Iglesia) que inició
cuarenta años de una enorme represión (España es, después de Camboya uno de los
países que tiene un mayor porcentaje de personas asesinadas y desaparecidas por
motivos políticos), imponiendo un enorme subdesarrollo económico, social y
cultural del país. Y nunca debería olvidarse que la victoria del golpe militar
nunca hubiera existido sin la ayuda de la Alemania nazi. El gobierno nazi jugó
un papel clave en garantizar la superioridad militar de los golpistas
españoles. Y fueron las estructuras de poder dominantes del Estado español las
que –como he mostrado en mis escritos- han sido responsables de la enorme
pobreza del Estado español, de su carácter eminentemente represivo, con escasa
conciencia social, y muy poco redistributivo, altamente corrupto y poco
sensible a su plurinacionalidad (ver mi libro El Subdesarrollo Social de
España: causas y consecuencias). Aparecieron cambios, sobre todo en su etapa
después de la Transición democrática, pero debido al gran desequilibrio que
hubo en el periodo de la Transición entre las derechas –que controlaban al
Estado y la gran mayoría de los medios- y las izquierdas –que lideraron las
fuerzas democráticas- la democracia fue muy limitada. Y como consecuencia, el
Estado español continúa teniendo estas mismas características. España y Grecia
tienen el mayor número de policías y agentes del orden por cada 10.000
habitantes, y el menor número de adultos trabajando en su Estado del Bienestar,
las mayores tasas de fraude fiscal y corrupción, y el gasto público social más
bajo.
Otra Europa, otra Alemania, otra Grecia y otra España
(y otra Catalunya) son posibles
La situación actual en Europa es el resultado de una alianza
entre los establishments financieros, económicos y políticos que gobiernan la
vida política, financiera y económica (y mediática) de la Eurozona, frente a
las clases populares de tales países, mayores recipientes de las políticas de
austeridad y reformas laborales que se están imponiendo a la población sin
ningún mandato popular, a costa de un enorme coste humano. Lo que se requiere
es una alianza de fuerzas políticas y movimientos sociales que se opongan a
tales políticas, para desarrollar otra Europa que cambie la relación
centro-periferia que está dañando tanto a las clases populares de la periferia
como también del centro.
En este aspecto hay que saludar y aplaudir el apoyo que la
izquierda alemana que, en representación de la clase trabajadora alemana (cuyas
condiciones se han deteriorado considerablemente con las medidas adoptadas de
los gobiernos Schröder y Merkel) han aprobado la petición del gobierno Syriza
de que el gobierno alemán pague al gobierno griego las reparaciones debidas a
este pueblo. Este signo de solidaridad es el mejor indicador de la posibilidad
de establecer alianzas transnacionales, impidiendo y dificultando que el
establishment alemán pueda utilizar tópicos casi racistas (como que los
pensionistas alemanes están pagando las vacaciones de los trabajadores griegos
que, además, son vagos), que reproducen los medios de mayor difusión alemanes.
Hay que evitar presentar el conflicto actual como el conflicto entre el pueblo
alemán por un lado, y el español y griego por otro. Verlo y presentarlo de esta
manera es dificultar enormemente la necesaria alianza para construir otra
Europa. El conflicto es entre las minorías financieras, económicas, políticas y
mediáticas que dominan y gobiernan la gran mayoría de países de la Eurozona por
un lado, y las clases populares de tales países por el otro, que están dañando
el bienestar y calidad de vida de todas ellas. El elevado nivel de deterioro
del mercado de trabajo alemán es un claro ejemplo de ello. El “éxito exportador
alemán”, como bien ha documentado Oskar Lafontaine (que fue en su día Ministro
de Finanzas del gobierno Schröder), se basa precisamente en unos salarios que
están muy por debajo de lo que deberían, forzando una situación de
competitividad entre los países de la Eurozona para que bajen los salarios.
Mientras tanto, se le dice al trabajador alemán que el problema se debe al
obrero griego que es poco disciplinado en su trabajo. Y así los medios del
establishment alemán, con una narrativa incluso racista, como durante el
nazismo, ofenden diariamente al obrero griego (y al alemán).
De ahí la urgencia de que se redescubran en los análisis
políticos categorías de análisis olvidados desde hace bastante tiempo (como la
existencia de clases y de conflicto entre ellas, que existen en cada país) que
permitan establecer alianzas transnacionales de las clases populares que
impidan que se utilicen narrativas orientadas a dividirlas.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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