12 de Marzo de 2015 (17:39 h.)
La próxima legislatura va a ofrecernos un mapa sensiblemente
distinto de la distribución de escaños en el Congreso
El serio trabajo que realizan muchos diputados y senadores
preparando preguntas a los diferentes miembros del Gobierno que comparecen a
las sesiones de control en las dos Cámaras, se diluyen en el vacío informativo
o quedan oscurecidas por el inicial rifirrafe entre el líder de la oposición y
el Jefe del Ejecutivo. El Reglamento, pero también el funcionamiento de la
Junta de Portavoces donde una mayoría absoluta tiene la potestad de vetar un
tema incómodo o una comparecencia indeseada, descafeína el pulso de la vida
parlamentaria, que se convierte en un trámite de obligado cumplimiento. Lo
ocurrido el miércoles once de marzo es un ejemplo muy grave de la pérdida de
las constantes vitales de la democracia, a la vez que motivo de reflexión,
urgente, para concertar soluciones.
El líder de la oposición había registrado una pregunta de
evidente trascendencia sobre los planes del Gobierno ante la situación creada
por el desbordamiento del Ebro. Posteriormente, las noticias de fuente judicial
que comprometían directamente a Mariano Rajoy en un escándalo de posible
financiación ilegal de su Partido, motivaron la decisión de dar prioridad a ese
tema. Cualquier ciudadano hubiera entendido que el prestigio del Parlamento,
como órgano de representación popular, se habría engrandecido buscando una
fórmula para hacer compatible el planteamiento de ambas cuestiones. Se impuso
la letra reglamentaria, y de esa forma el señor Sánchez se vio obligado
a hacer una pirueta verbal e introducir forzadamente el caso Gürtel, que
embarra más que los lodos de las tierras anegadas los territorios del Partido
Popular. Conclusión: nos quedamos sin saber nada sobre la catástrofe, y
volvimos a asistir al espectáculo del “y tú más”, que degrada esta legislatura.
Acabado ese “round”, la Cámara se despuebla, los periodistas redactan su
titular: “PP y PSOE se echan en cara sus casos de corrupción”, y sólo se
recupera el interés cuando una diputada de UPyD interpela al Ministro de
Defensa sobre el acoso de una Capitán del Ejército. Las diputadas del PP
aplauden la intolerable respuesta del ministro… para qué decir más.
Falta poco tiempo para que las urnas confirmen o desmientan
los pronósticos de las encuestas, pero sea cual sea el grado de aproximación
real a las proyecciones divulgadas, nadie parece dudar ya de que la próxima
legislatura va a ofrecernos un mapa sensiblemente distinto de la distribución
de escaños en el Congreso. Los que ahora están fuera, a los que la Junta
Electoral de Andalucía, por ejemplo, ha obligado a incluir en la cobertura
informativa de los medios públicos, van a pasar a formar parte “del Sistema”.
Un ejercicio inteligente por parte de las grandes
formaciones políticas tradicionales sería tomar la iniciativa de pactar modos
-y si diera tiempo, normas- para dignificar el debate en sede parlamentaria.
Para empezar, instruir a los diputados en la obligación de permanecer en sus
asientos cuando haya acabado la intervención de los respectivos líderes y
escuchar con respeto a los grupos minoritarios. Todos, por escaso que sea su
peso en la Cámara, representan la voz de miles de españoles. Y si me permiten
un guiño más pragmático, de posibles votantes.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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