28 de Marzo de 2015
Desde niño adquirimos conceptos imbuidos por nuestros
mayores o por la sociedad donde nos encontramos, pero ¿alguna vez nos hemos
parado a pensar de forma diferente?, no me refiero a la libertad de expresión
política o religiosa, sino a conceptos más insignificantes.
Reflexionemos en un objeto cotidiano despojándolo de la
idea preconcebida, por ejemplo, una botella, “no conocemos las cosas como son
en sí, sino solo la manera en que aparecen”, Kant (1724-1804). En un análisis
realizado por P. Ruiz Trujillo1, lo define como una
visión platónica, al ser nuestro pensamiento quien construye la realidad,
tanto él como el lenguaje son anteriores al mundo, configurándolo, por eso el
nombrar las cosas influye subjetivamente al verlas creando una realidad.
Realicemos un razonamiento inductivo partiendo de su uso,
la botella es un recipiente para contener líquidos, como tantos otros, pero
la definen concretamente, ¿por qué?, si hay otros objetos con apariencias
distintas y el mismo uso, ¿entonces?, ¿qué es lo real?, ¿cuál es el
principio?, estamos practicando falsamente el hilemorfismo de Aristóteles,
donde la materia y la forma son dos elementos inseparables e indisolubles,
punto de vista empirista, por la concepción que lo que puede captar nuestra
razón es lo que hace ser lo que son, agrupando su esencia y sus propiedades
para conocerlas gracias a nuestra capacidad de pensar. Pero entra en
contradicción con el H2O, donde el agua, hielo, vapor, son
de la misma esencia, H2O, pero el hielo es la forma de
aparecer una misma realidad, mientras el agua y el vapor son de
apariencias amorfas.
Pero quienes mejor practican el hilemorfismo son los
políticos, esos que utilizan como entes amorfas “el bien y la justicia”, en
beneficio propio, personajes contrarios a la verdad y a la dignidad que le
deben a sus votantes, porque ¿qué es justo y qué no?, difícil saberlo y
definirlo. La justicia está para realizar un bien equitativo a lo indicado
por el derecho, pero por desgracia depende de los valores de la
sociedad creada y de las creencias individuales de cada persona para llevarlo
a la práctica. En España hay múltiples ejemplos, una cierta justicia condena
a tres años de cárcel por protestar contra el saqueo de la sociedad, rodeando
el Parlamento, pero a su vez mantiene impólutos a los saqueadores que se
encuentran en él amparados en su aforamiento.
Nuestro actual gobierno y una parte de los representantes
del arco parlamentario son fieles defensores de la práctica filosófica del
estagirita, controlan a buen número de jueces y magistrados para el
mantenimiento de la ortodoxia maquiavélica (la preservación del poder por
cualquier medio), siendo alentado por personas en teoría contrarias
políticamente pero coincidente en esa ortodoxia, esa actitud da la razón a
cierto partido político cuando los denominan, Casta. Felipe González, el que
fue aupado mayoritariamente como presidente de gobierno e impulsor de muchas
mejoras, que ahora nos están esquilmando, dijo estar orgulloso de ser Casta,
sin querer entender el sentido dado por Pablo Iglesias, Casta es la
transformación sufrida por los políticos en sus muchos años de representación
parlamentaria, perdiendo el contacto de los ciudadanos al estar en un podio
que les separa de la realidad. Felipe se reafirmó como Casta con su última
declaración, al considerar que los imputados pueden estar en las listas
electorales y que la justicia no es quién para dirimir en ese punto.
Con la nueva “Ley Mordaza”, si no lo remediamos, estoy
planteándome dejar de leer filosofía, porque si a los que protestan cierta
justicia es capaz de condenar y a los saqueadores dejar impunes, puede que
ciertos políticos defiendan e impulsen que es menester encerrar a los que
leen filosofía, por si recapacitan y piensan, no sea alguno lleve razón.
1. Aristóteles “De la potencia al acto”, P.
Ruiz Trujillo, páginas 123, 124
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Nuevos Republicanos 1905 Club de Opinión Política
domingo, 29 de marzo de 2015
EMPECÉ PENSANDO EN UNA BOTELLA
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