Del congreso de Suresnes a Pedro
Sánchez y susana Díaz
Lunes, 30 de marzo de 2015
Por GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ /
CANARIAS-SEMANAL.ORG.- En su libro “La CIA en España”(Editorial
Debate), el periodista de investigación Alfredo Grimaldos asegura que la
llegada al poder del socialista Felipe González como presidente del
Gobierno español en 1982, fue en realidad la alternativa “diseñada y
controlada por la CIA para mantener la tutela sobre España”, estrategia
diseñada en el Congreso de Suresnes tras el que asistimos al acta de
defunción del camarada Isidoro y al nacimiento de un Felipe González convertido
ya en Secretario General de un PSOE tutelado por la CIA .
La deriva totalitaria del Estado Español
arranca con la implementación de la doctrina de la alternancia en el Poder del
bipartidismo PP-PSOE como defensa y garante del citado establishment dominante,
fruto del acuerdo tácito entre los partidos políticos tras el simulacro de
golpe de mano de Tejero (23-F del 1981) y alcanzó su mayoría de edad con
la llegada al poder del PSOE y el nombramiento como Presidente del
Gobierno de Felipe González ( 1.982), con quien asistimos al finiquito de la
idílica Transición y al inicio de la deriva totalitaria del sistema mediante la
implementación del llamado “terrorismo de Estado” o “guerra sucia” contra ETA y
su entorno, del que serían paradigma los Grupos Armados de Liberación
(GAL).
Ya en 1.989, el Comité de Encuesta
sobre las violaciones de los Derechos Humanos en Europa (CEDRI), elaboró
un duro manifiesto en el que denunciaba la deriva totalitaria y el
“terrorismo de Estado” implementado por el Gobierno de Felipe González
con las siguientes palabras: “el GAL con su cadena de crímenes, su impunidad
y sus evidentes raíces en las más altas instancias del Estado, descubren los
cimientos enfermos de la democracia española y la verdadera credibilidad de sus
instituciones y gobernantes”.
La trama del GAL se destapó
gracias a las pesquisas de periodistas del Deia, Diario16 y del Mundo. Así,
este periódico, fundado por Pedro J. Ramírez, publicó una noticia en la que
afirmaba que el comisario Amedo ( implicado en dicha trama y posteriormente
condenado junto con el entonces Ministro del Interior , José Barrionuevo,
Rafael Vera, Miguel Planchuelo, Michel Domínguez, Julián San Cristóbal y el
dirigente socialista vasco García Damborenea), habría entregado varios
documentos relacionados con los atentados contra dos bares del País
Vasco-Francés (Iparralde), atribuidos al GAL y que implicarían directamente a
responsables políticos y policiales. Posteriormente, en el juicio contra Planchuelo,
Amedo afirmó que “los GAL fueron decisión de Felipe Gónzalez”,
aunque nunca se pudo probar que el misterioso “Señor X” que desde la
sombra movió los hilos del GAL y que al descubrirse la trama los abandonó a su
suerte (aunque tan sólo habrían cumplido el 5% del total de su condena), fuera
el entonces Presidente del Gobierno Felipe González.
Un hito fundamental en la espiral
involucionista del régimen del 78 sería la implantación por el Gobierno
socialista de Felipe González de la Ley Antiterrorista de 1.985,
definida por José Manuel Bandrés en su artículo “La Ley
antiterrorista: un estado de excepción encubierto”, publicado en el diario
“El País”, como “la aplicación de facto del estado de excepción encubierto”.
Dicha Ley Anti-terrorista (todavía vigente a pesar de la ausencia de actividad
por parte de ETA), sería un anacronismo propio de la dictadura franquista, un
limbo jurídico que habría convertido los sótanos de cuartelillos y comisarías
en escenarios distópicos de naturaleza real (no ficitica) y en Guantánamos
virtuales refractarios al control de jueces, fiscales y abogados y que facilitarían
la labor de los Cuerpos de Seguridad del Estado para obtener evidencias
delictivas mediante prácticas inadecuadas (léase tortura), prácticas
confirmadas por las declaraciones de Luis Roldán, Director General de la
Guardia Civil con Felipe González.
La deriva regresiva tendría su
continuación con la Ley Orgánica 7/2000 del Gobierno Aznar que
incluyó como novedad la aparición del llamado “delito de exaltación del
terrorismo” y prosiguió su escalada con la firma por Aznar y Zapatero del
llamado “Pacto por la Justicia y las Libertades” de 2003 que instauraba
de facto “la cadena perpetua estratosférica” al elevar la pena
máxima de cárcel hasta cuarenta años, superando la “crueldad del régimen de
Franco “ que contemplaba los 30 años de cárcel como pena máxima).
En el paroxismo de la involución, hemos asistido a la
reciente modificación del Código Penal para constriñir hasta su nimiedad los
derechos de expresión (Ley Mordaza) y a la ultimísima firma entre
Rajoy y Sánchez del llamado “pacto antiyihadista” que bajo la
falacia de combatir el terrorismo yihadista “convierte en delitos terroristas
infracciones menores o conductas lícitas y supone un ataque a la línea de
flotación del sistema constitucional” en palabras de Manuel Cancio Meliá , no
siendo descartable que tras la debacle electoral de un PSOE sumido en un
catártico proceso de crisis identitaria tras perder en el camino incontables
jirones del primigenio ideario socialista de su fundador Pablo Iglesias,
consume la perpetuación del Tardofranquismo en el Estado español mediante un
Gobierno de coalición con el PP siguiendo los dictados de un Felipe González
que obedeciendo órdenes directas de la CIA, se habría convertido en el adalid
del boicot internacional contra el Gobierno de Maduro así como de la
implementación en el Estado español de un Gobierno de Coalición PP-PSOE para
evitar la hipotética llegada al poder de Podemos , partido considerado por EEUU
como de “filiación chavista”.
Mientras, los actuales dirigentes del
PSOE (Pedro Sánchez y Susana Díaz), presos del atavismo de la
servidumbre a los poderes fácticos del momento y de su adicción a la poltrona,
continuarán ignorando la gravedad de la aplicación de dichas medidas regresivas
en la creencia de que no serán los siguientes, pero para que no puedan alegar
como atenuante ante el juicio de la Historia el desconocimiento por miopía
intelectual, me permito parafrasear el poema “Cuando los nazis vinieron” del
pastor protestante alemán Martin Niemöller (1.892-1.984): “Primero
vinieron a buscar a los filoterroristas y yo no hablé porque no era
filoterrorista. Después, vinieron por los separatistas y yo no hablé porque no
era separatista. Después, vinieron por los troskistas y yo no hablé porque no
era lo uno ni lo otro. Finalmente, vinieron por mí y los demás socialdemócratas
y ya para ese momento no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”.
(*) Germán Gorraiz López, es analista y asiduo
colaborador de Canarias semanal.
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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