martes, 10 de marzo de 2015

LOS BANCOS Y LA ÉTICA: HSBC, ¡MENUDO EJEMPLO!


El comportamiento de la gran mayoría de los bancos es todo menos ético. Cuanto más se conoce sobre su actuación y contribución al desmoronamiento de la economía y los valores sociales, más debemos darnos cuenta de que el problema que ellos han creado, además, no se está resolviendo y la impunidad de estas empresas (el lucro y solo el lucro es su objetivo) y de sus dirigentes está haciendo crecer el cáncer social que nos llevará al final de este modo de vivir. Los bancos han fortalecido su impunidad siendo cada vez más grandes (too big to fail), así han llegado de esta forma a ser una bomba de fuerza irresistible y de consecuencias mortales que les ha hecho impunes ante la justicia (too big to jail). Podríamos esperar que los problemas generados por la burbuja financiera (hinchada por los bancos), adobados por la eclosión de la vivienda, forzaran a los poderes políticos a tomar decisiones que lograran un cambio de rumbo. Pero este cambio no se ha producido, posiblemente porque no era querido por los que podían llevarlo a cabo, ya que sus planes eran otros.
Aunque en nuestro país Bankia con sus preferentes y sus tarjetas black, entre otras actuaciones impresentables, podría ser un modelo suficiente ilustrativo. Se ha elegido a un banco británico que se ha hecho famoso por la lista Falciani, asunto que por sí solo califica su actividad muy a menudo contraria al interés social. Este banco es el Hong Kong and Shangai Banking Corporation más conocido por HSBC. Nos puede servir de ejemplo para conocer los turbios manejos que muchas de estas instituciones se llevan entre manos, muy lejos siempre del principal cometido que debieran cumplir: acercar el dinero, financiar, a aquellos que pueden necesitarlo para inversiones productivas y beneficiosas en la comunidad. Este banco tiene un historial que debemos repasar y tener muy presente en aras a una toma de conciencia que nos permita darnos cuenta de las artimañas que se llevan a cabo y así poder decidir en consecuencia sobre un cambio profundo a llevar en estas instituciones.
Siguiendo a Éric Toussaint en su último libro Bancocracia destacamos algunas de sus actividades: a) Desde sus orígenes estuvo mezclado en el tráfico internacional de drogas duras; b) colaboró con los cárteles de droga de México y Colombia, responsables de decenas de miles de asesinatos con armas de fuego; c) blanqueó dinero por un monto de cerca de 880.000 millones de dólares; d) abrió ventanillas especiales en los locales de México para que los narcotraficantes pudieran depositar sus cajas llenas de dinero líquido y facilitar los procesos de blanqueo; e) estuvo implicado en las dos guerras del opio del siglo XIX; f) potenció y aumentó la venta de armas británicas en los mercados mundiales; g) estuvo implicado en la manipulación de los tipos de interés interbancarios (LIBOR) que le reportaron pingües beneficios; h) realizó venta abusiva y engañosa de derivados y productos de seguros a PYMES y a particulares; i) manipuló la cotización del oro y la plata; j) contribuyó a la evasión fiscal de grandes fortunas. Todo un cúmulo de actividades que contrariamente a la lógica no han supuesto su cierre, ni la prisión de sus dirigentes, sino apenas pequeñas multas que más que desanimar han reforzado su forma de actuar.

El caso Falciani, ciudadano italo-francés que había trabajado en los servicios informáticos del HSBC en Suiza y que antes de abandonar el banco en el 2008 copió 127.000 archivos que ligaban a esta institución con masivas operaciones de fraude y evasión fiscal, no hizo sino revelar uno de los puntos negros del banco. Pero es verdad que cuando la justicia no funciona correctamente es peligroso ser buena persona. “Suiza decidió actuar y lanzó una orden de detención internacional vía INTERPOL por sustracción de datos, violación del secreto bancario y del secreto comercial y presunción de servicio de información económica[1]”. Por supuesto Suiza no llevó ninguna acción contra el HSBC. Y sin embargo, el domicilio de Falciani en Niza fue objeto de allanamiento por parte de la policía y fue perseguido por varios países. Hay que tener claro que es tremendamente difícil denunciar a un banco ya que tiene la protección de las grandes fortunas atesoradas de manera poco honrada y que, por supuesto, protegen el sacrosanto secreto bancario, aunque sus depósitos provengan del robo, del tráfico de drogas o del crimen organizado. Esta simbiosis entre los grandes bancos y las clases dominantes son, sin embargo, las armas con las que nos recortan nuestras libertades por nuestro bien.
No puedo por menos, después de los párrafos anteriores, que estar de acuerdo con Eckhart Tolle, maestro espiritual, cuando escribe: “Las manifestaciones colectivas de la locura instalada en el fondo de la condición humana constituyen la mayor parte de la historia del hombre. Esta es, en gran medida, una historia de locura. Si la historia de la humanidad fuera el historial clínico de un solo ser humano, el diagnóstico tendría que ser: delirios paranoicos crónicos, propensión patológica a cometer asesinatos y actos de extrema violencia y crueldad contra los que percibe como enemigos, que son su propia inconsciencia proyectada hacia fuera. Locura criminal, con breves intervalos de lucidez[2]”. Los bancos han sido muy perversos en las sociedades desarrolladas, tenemos el enemigo dentro, en casa, pero lo que han sufrido por sus actuaciones, si acaso, es una pequeña advertencia con mínimas sanciones que han pagado de buena gana, manteniendo los beneficios de sus andanzas en sus cajas fuertes.
¿Qué consecuencias, entonces, ha tenido la actuación bancaria fraudulenta? Una regañina de padres comprensivos: ¡banco malo!, ¡malo! Una reconvención infantil e inmediatamente una inundación dineraria para que resuelvan sus problemas, ahondando, de esta forma, cada vez más los problemas de la sociedad. En algunos casos, la inyección de liquidez ha sido tan importante, que se ha caído en lo que Keynes llamaba la trampa de la liquidez: “Mientras los bancos centrales inyectan liquidez y bajan los tipos de interés, los bancos y las grandes empresas privadas prefieren guardar su dinero y tenerlo a mano. Los bancos lo guardan para hacer frente a algunos golpes serios que podrán producir las bombas de tiempo que mantienen en sus balances y en las nuevas burbujas que contribuyen activamente a fabricar[3]”. Incluso “la política de los bancos centrales y de los gobiernos tuvieron efectos muy negativos para la salud de las economías, a la vez que beneficiaban a los bancos, a otras sociedades financieras así como a las grandes empresas no financieras. Decenas de millones de empleos fueron suprimidos, millones de familias perdieron su viviendas, la pobreza aumentó fuertemente así como las desigualdades, la calidad de los servicios públicos se ha degradado de manera deliberada... y nuevas burbujas especulativas se están desarrollando[4]”.
Hay ocasiones en las que cualquiera defendería el Estado mínimo de los liberales, son aquellas, por ejemplo, en las que se reparten las pérdidas de los bancos entre los ciudadanos. Pero ¿cómo evitaríamos la sustracción continua de la riqueza social que estas instituciones organizan cuando se las deja en libertad? Los bancos han aprendido a dar buenos resultados cuando sus fondos propios son escasos y el apalancamiento es notorio, porque juegan y arriesgan con dinero que no es suyo, así los beneficios generados fácilmente suponen un porcentaje jugoso y mayor. Además, los beneficios se reparten entre pocos por lo que la tajada es suculenta y la cuadratura del círculo que buscaban, ha quedado perfecta.

[1] Toussaint, Éric (20l4:181). Bancocracia. Icaria editorial.
[2] Tolle, Eckhart (2010:21). Un nuevo mundo, ahora. Edición DeBolsillo, 10ª edición.
[3] Toussaint, Éric (20l4:263). Bancocracia. Icaria editorial.
[4] Ibídem (2014: 262)

Fuente: www.nuevatribuna.es

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