"Delenda est Monarquía"
Martes,
25 de febrero de 2014
Una treintena de intelectuales españoles rubricó el Manifiesto
por la III República presentado en un acto público el 18 en el Ateneo de
Madrid, organizado por el digital Crónica Popular y la Agrupación Ateneísta
Juan Negrín. El acto debió presidirlo el filósofo y escritor Carlos
París, firmante del documento y fallecido el 31 de enero.
El manifiesto “Intelectuales por la III República” está
firmado, entre otros, por historiadores como Nicolás Sánchez-Albornoz
(ex residente en Chile y Argentina), Josep Fontana, Ángel Viñas, Mirta
Núñez Díaz-Balart y David Ruiz, escritores como José Manuel
Caballero Bonald (Premio Cervantes 2012), Belén Gopegui, Joan Garcés,
Isaac Rosa, Antonio Ferres, Julio Rodríguez Puértolas, Juan
Antonio Hormigón y Rosa Regás, el ex fiscal anticorrupción Carlos
Jímenez Villarejo, el pintor Juan Genovés, el director de cine Julio
Diamante, los militares Luis Otero y Fernando Reilein,
fundadores de la UMD, los actores Amparo Climent y Fernando
Marín, los profesores José Luis Abellán, ex miembro del Consejo
Ejecutivo de la UNESCO y ex presidente del Ateneo de Madrid, y Salvador
López Arnal, colaborador de Rebelión y los periodistas Ignacio Ramonet,
director de Le Monde Diplomatique en español, Miguel Riera, director de
El Viejo Topo y Mercedes Arancibia, Rodrigo Vázquez de Prada, y
Lorenzo Contreras, del equipo de dirección de Crónica Popular.
Los firmantes de "Intelectuales por la III República"
afirman que “treinta y cinco años después de aprobada la Constitución que ha
regido desde entonces la vida de nuestra sociedad, tenemos la firme convicción
de que ha llegado el momento de poner fin a la anomalía” que supone que el
jefe del Estado sea “un Rey impuesto por el dictador y nunca sujeto a un
referéndum de la ciudadanía”, lo que considera “el principal precio que se
pagó en el proceso de Transición de la dictadura a la democracia, al no tener
lugar la ruptura democrática y articularse una reforma pactada, bajo la presión
ejercida por el Ejército surgido del golpe de Estado de 1936 contra la II
República, los poderes económicos y la larga mano de los Estados Unidos”.
Para ellos “no es
una cuestión de personas, sino de la institución monárquica en sí, a la que
consideramos obsoleta, anacrónica y contraria a los principios de la
democracia, conforme a la cual, todos los que nos representan han de ser
libremente elegidos por el pueblo, incluido el jefe del Estado”.
Por ello subrayan que “ha llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen que deseamos para España” y piden “la convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República”.
Por ello subrayan que “ha llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen que deseamos para España” y piden “la convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República”.
Texto completo del Manifiesto Intelectuales
por la III República:
Han transcurrido treinta y seis años desde que se instauró en España la
democracia con una monarquía constitucional como forma de Estado, con un Rey
impuesto por el dictador y nunca sujeto a un referéndum de la ciudadanía. Éste
fue el principal precio que se pagó en el proceso de Transición de la dictadura
a la democracia, al no tener lugar la ruptura democrática y articularse una
reforma pactada, bajo la presión ejercida por el Ejército surgido del golpe de
Estado de 1936 contra la II República, los poderes económicos y la larga mano
de los Estados Unidos.
La
instauración de esta forma de la Monarquía de Juan Carlos de Borbón fue
acompañada, además, por la introducción en la Constitución de 1978 de toda una
serie de preceptos que configuran a dicha institución con perfiles claramente
antidemocráticos. La clave de bóveda de esta grave contradicción constitucional
ra¬dica en que el artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el
pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”, y por otro lado el
artículo 56, apar¬tado 3, establece que “la persona del Rey es inviolable y no
está sujeta a responsabili¬dad”. Flagrante vulneración del principio de
igualdad entre todos los españoles que proclama la misma Constitución.
Treinta y cinco años después de aprobada la Constitución que ha regido desde
entonces la vida de nuestra sociedad, tenemos la firme convicción de que ha
llegado el momento de poner fin a tamaña anomalía. Es evidente que los
escándalos de todo orden que han salpicado últimamente a la Casa Real han
contribuido a acre¬centar la desafección entre la ciudadanía hacia la persona
del rey y su familia. Para nosotros, no es una cuestión de personas, sino de la
institución monárquica en sí, a la que consideramos obsoleta, anacrónica y
contraria a los principios de la democracia, conforme a la cual todos los que
nos representan han de ser libremente elegidos por el pueblo, incluido el jefe
del Estado.
La
profunda crisis que vive hoy nuestro país- no solo económica, sino también
política y moral-, recuerda, salvando las distancias temporales que nos separan
de aquel periodo histórico, la vivida en las postrimerías de la dictadura de
Primo de Rivera, que desembocó en el advenimiento de la II República. La
Agrupación al Servicio de la República lanzaba entonces un llamamiento a favor
de la instauración en España de un régimen republicano. “La Monarquía de
Sagunto”- decía ese llamamiento- “ha de ser sustituida por una República”.
Pero, dado que la Monarquía no iba a ceder “tan galantemente”, y el paso a un
sistema de poder público solo se rendiría “ante una formidable presión de la
opinión pública”, era urgentísimo or¬ganizar esa presión, haciendo que “sobre
el capricho monárquico” pesase “con suma energía la voluntad republicana de
nuestro pueblo”. La Monarquía de hoy, surgida por imposición de un régimen
dictatorial y perpetuada por los pactos concertados por los partidos de
izquierda con la derecha postfranquista, tampoco es representativa de esa
voluntad.
El Manifiesto de febrero de 1931 se proponía movilizar a la ciudadanía
para que formara “un copioso contingente de propagandistas y defensores de la
República española”. Sus autores llamaban a “todo el profesorado y
magisterio, a los escritores y artistas, a los médicos, a los ingenieros,
arquitectos y técnicos de toda clase, a los abogados, notarios y demás hombres
de ley”. También se refería muy es¬pecialmente a la necesidad de contar con
“la colaboración de la juventud”, respecto de la cual se expresaban así: “Tratándose
de decidir el futuro de España es imprescindible la presencia activa y sincera
de una generación en cuya sangre fermente la sustancia del porvenir”.
Lo mismo que ayer, nuestro llamamiento va también dirigido hoy a los
intelectuales- escritores, periodistas, artistas-, a los que desempeñan tareas
docentes desde la escuela primaria a la Universidad, a los que ejercen
profesiones liberales- médicos, ingenieros, arquitectos, abogados-, a los
integrantes de la decisiva comu¬nidad científica, a los que ocupan cargos en la
función pública, y, por supuesto, a la clase trabajadora, que fue y sigue
siendo la que más soporta el peso de las injusticias y desigualdades del
salvaje capitalismo neoliberal. Y, de manera muy particular, a las generaciones
jóvenes que no participaron en la discusión y aceptación de la Constitución de
1978, pero cuyas consecuencias padecen como el resto de la sociedad. Porque
nosotros también insistimos en que en su savia nutra el futuro.
Ha
llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen
que deseamos para España. Por ello, pedimos la convocatoria de un referéndum,
en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República.
En el caso de triunfar esta última opción, se abriría un periodo de Cortes
Constituyentes, en el que se elaboraría una nueva Constitución y se procedería
después a la convocatoria de elecciones para la formación de un nuevo
Parlamento como representante de la soberanía popular. La Constitución que se
adopte debería prever las modalidades de elección del Presidente de la
República del nuevo Estado, que adoptaría la forma de República federal.
El nuevo Estado no sería aconfesional, como lo es el actual, conforme a
la Constitución de 1978, cuyo artículo 16, apartado 3, dice que “ninguna
confesión tendrá carácter estatal”, sino laico, como estipulaba el artículo
3 de la Constitución de 1931: “El Estado español no tiene religión oficial”. En
él se fomentarán y divulgarán desde la escuela primaria los valores laicos y
republicanos.
Desde el final de la Guerra Civil hasta hoy la consigna más falaz
esgrimida por los vencedores del conflicto no ha sido otra que repetir
machaconamente que tanto la I República, la de 1873, como la II, la de 1931,
constituyeron un fracaso que condujo a España a la ingobernabilidad provocada
por el desorden. Quienes aún hoy se permiten formular esta opinión o bien
tergiversan deliberadamente el signi¬ficado de las dos experiencias
republicanas o son víctimas del lavado de cerebro que desde hace más de dos
siglos (1789, Revolución Francesa) han venido persiguiendo los monárquicos
volcados en impedir por todos los medios, incluidos los golpes de Estado de los
generales Pavía y Franco, la modernización social y cultural que aca¬rrearon
las dos experiencias republicanas, la II en particular.
La III República ha
de ser la obra de todos los españoles, hombres y mujeres, en un esfuerzo común
por dotar a nuestro país de un Estado que esté en con¬sonancia con nuestro
tiempo. Una de las mayores preocupaciones de los hombres y mujeres de la II
República fue la moralización de las instituciones y de la vida pública
degradadas por un sistema, también bipartidista, que desembocó en la primera
dictadura militar del siglo XX amparada por el monarca Alfonso XIII.
Obviamente, entre las tareas primordiales del nuevo régimen republicano
figurará el objetivo de apostar por la igualdad social. También la consecución
de un moderno Estado de Bienestar asentado en una fiscalidad progresiva más
justa cuyas conquis¬tas sociales hagan pasar a la historia las hasta ahora
conseguidas
La
III República no es una quimera, no es una utopía. Es una urgente necesidad de
regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si todos nos unimos y
luchamos juntos por conseguirlo. Sin olvidar las experiencias republicanas del
pasado, la III República ha de mirar hacia el futuro.
Firmas:
- José Luis Abellán: Filósofo
y escritor, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, ex
miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, ex Presidente del Ateneo de Madrid;
- Laura Alfonseca
Giner de los Ríos: Investigadora en Historia;
- Pilar Altamira:
Escritora, bióloga, responsable del Legado Rafael Altamira;
- Marcos Ana:
Poeta;
- José Caballero
Bonald: Escritor, Premio Biblioteca Breve, Premio Cervantes;
- Mercedes M. Arancibia:
Periodista, co-directora de Crónica Popular;
- Amparo Climent: Actriz,
dramaturga y artista plástica, Medalla de Oro de la Real Academia de Bellas
Artes de Barcelona;
- Lorenzo Contreras:
Periodista, cronista político;
- Julio Diamante
Stihl: Director cinematográfico y teatral, escritor, premio de Cultura-Cine
y Audiovisual de la Junta de Andalucía;
- Antonio Ferres:
Escritor, Premio Sésamo y Premio Ciudad de Barcelona;
- Josep Fontana:
Historiador, catedrático emérito de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
- Joan Garcés: Politólogo,
Premio Nobel alternativo (Rightlivelihood Foundation), ex investigador de la Fondation
Nationale des Sciences Politiques de Paris
- Juan Genovés:
Pintor y artista gráfico, Premio Nacional de Artes Plásticas de España, Medalla
de Oro al Mérito en las Bellas Artes
- Belén Gopegui:
Escritora, Premio Tigre Juan e Iberoamericano Santiago del Nuevo Extremo
- Juan Antonio
Hormigón: Escritor, director de teatro, ex catedrático de Dirección de
Escena de la RESAD
- Carlos Jiménez
Villarejo: Jurista, ex Fiscal Anticorrupción
- Salvador López
Arnal: Profesor, colaborador de El Viejo Topo y de Rebelión
- Armando López
Salinas: Escritor, finalista del Premio Nadal
- Gloria Llorca
Blasco-Ibáñez: Miembro del Patronato de la Fundación Centro de Estudios
Vicente Blasco-Ibáñez de Valencia
- María Rosa de
Madariaga Álvarez-Prida: Historiadora, ex funcionaria de la UNESCO, miembro
del Consejo de Redacción y coordinadora del Consejo Editorial de Crónica
Popular
- Fernando Marín:
Actor y director, primer Secretario General de la Unión de Actores, miembro
fundador de AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión de España)
- Carmen Negrín:
Ex funcionaria de la UNESCO, Presidenta de Honor de la Fundación Juan Negrín
- Mirta Núñez
Díaz-Balart: Historiadora, Directora de la Cátedra “Memoria Histórica del
siglo XX”, de la UCM, miembro del Consejo Editorial de Crónica Popular
- Luis Otero
Fernández: Fundador de la Unión Militar Democrática (UMD) y Presidente del
Foro Milicia y Democracia (FMD)
- Carlos París (†
31 de enero de 2014) Filósofo y escritor, catedrático emérito de la Universidad
Autónoma de Madrid, Presidente del Ateneo de Madrid
- Gonzalo Puente
Ojea: Embajador de España retirado, escritor
- Ignacio Ramonet: Periodista y escritor,
director de Le monde diplomatique en español
- Rosa Regàs: Escritora,
Premio Planeta, Premio Biblioteca Breve, ex Directora de la Biblioteca Nacional
EL CLARÍN
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