'Público' repasa la
historia de los políticos que instauraron el clientelismo en la comunidad en la
época del poder de Manuel Fraga
P.
D. / Fotos: Archivo EFE Madrid 22/02/2014 08:00 Actualizado: 22/02/2014 11:01
En
los años 80 y 90 los gallegos asistieron a un fenómeno peculiar que,
si bien no se dio sólo en esa comunidad, fue popularizado por algunos de los
personajes más carismáticos de la política española. Bajo el mandato del
histórico Manuel Fraga, los caciques
se multiplicaron, ocupando el poder provincial durante décadas. Público
repasa la historia de algunos de ellos.
XOSÉ CUIÑA (Lalín, 1950-2007)
Fue
el primer alcalde de Lalín tras ganar con mayoría absoluta las primeras
elecciones municipales de 1979. Presidente de la Diputación de Pontevedra,
secretario general del PP de Galicia, conselleiro durante 13 años, diputado y
empresario, ocupó casi todos los cargos de poder en Galicia hasta enero de
2006. Fue el responsable de Política Territorial con Fraga, su número dos,
su mano derecha. Pero nunca logró llegar a ser sucesor del presidente.
A ello contribuyó el
escándalo que, tras la catástrofe del Prestige, en 2003, implicó a sus
empresas familiares —más de una estaba a nombre de su anciana madre—
en una sospechosa venta de trajes de agua anticontaminación para los equipos
encargados de limpiar las playas de fuel.
Esta
fue la excusa perfecta para que el sector genovista —liderado por José
Manuel Romay Beccaría ("el cuarto barón de Fraga" que ocupó
innumerables cargos en la política gallega y nacional hasta la actualidad, que
preside el Consejo de Estado) y al que pertenecían el actual presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, y el actual presidente de la Xunta
y quien le arrebató la presidencia del PP de Galicia, Alberto Núñez-Feijóo—
atacase a los conservadores galleguistas que, como Cuiña, querían formar un
partido pseudonacionalista "al límite de la autodeterminación", según
sus propias palabras.
Cuiña
falleció en 2007, aquejado de una infección respiratoria. Hoy su hijo sigue su
estela. Sin ocupar cargos en las instituciones, Rafael Cuiña, ex
militante del PP, se ha convertido en el azote de Feijóo
cuando éste se empeña en menospreciar a la lengua gallega. Muy
crítico con las políticas del actual presidente de la Xunta, es cofundador de Compromiso
por Galicia.
FRANCISCO CACHARRO PARDO (Jaén, 1936)
Con Cuiña y Baltar,
Cahcarro era el otro gran representante del llamado "caciquismo de la
boina". Aquel que se dedicaba a mimar a cada ciudadano que acudía a
pedirle ayuda y obtenía luego mayorías absolutas aplastantes. Cacharro Pardo, hijo
de un republicano represaliado, vivió su juventud en A Fonsagrada (Lugo),
en el seno de una familia humilde. Pero él consiguió salir de la pobreza,
estudiar Magisterio y convertirse en inspector de Educación, un cargo que le
permitió conocer la provincia lucense y establecer los contactos necesarios
para hacerse con el poder de la Diputación en 1983.
Desde
la institución provincial llegó a controlar toda la provincia favoreciendo a
aquellos alcaldes del PP que bailaban a su son, deshaciéndose de los que no lo
hacían y creando instituciones que repartían
inversiones entre los vecinos en aquellos ayuntamientos donde no gobernaban los
suyos.
Ocupó
el sillón provincial durante 24 años. En su caso, fue la operación Muralla
—en la que está imputado desde 2006— la que forzó su dimisión en el partido.
Tras su marcha, el PP no conquistó la alcaldía de Lugo y dejó la provincia en
manos del bipartito PSOE-BNG, lo que le hizo ironizar sobre los resultados
obtenidos por Feijóo: "Escuché que fueron un éxito", dijo entonces.
El pasado junio de 2013, tras su primera declaración ante la jueza que
instruye el caso de corrupción por adjudicaciones irregulares de obras en la
provincia, Ángela Galván Gallego, Cacharro volvió a bromear:
"Se celebró el examen. Contesté a todas las preguntas. Espero
aprobar".
XOSÉ LUIS BALTAR (1940, Esgos-Ourense)
Algunos
expertos creen que el caciquismo se ha terminado como modelo a seguir en la
política gallega. Pero entre los dirigentes actuales todavía suenan
apellidos conocidos, herederos de épocas pasadas.
Este es el caso de Baltar, cuya "última batalla ganada" dentro del PP
fue la de dejar a su hijo en el trono.
Xosé Manuel Baltar no quiere ni oír hablar de caciquismo,
pero su padre sí se autodenominaba, entre risas, como "el cacique
bueno".
Xosé Luis Baltar
empezó como alcalde de Nogueira de Ramuín. Desde ahí ascendió a presidente de
la Diputación de Ourense, donde reinó entre 1987 y 2012, aunque compaginó este
cargo como senador entre 1993 y 2000. Maestro como Cacharro Pardo, fue viajante
y revisor de autobús. Su poder se lo ganó con carisma,
complaciendo a cada ciudadano que se acercaba a su despacho y dando el pésame
en cada funeral. Cuando la ocasión lo merecía, agarraba un trombón e
improvisaba un concierto en cualquier fiesta de pueblo. Supo meterse en el
bolsillo hasta a los mismísimos miembros de la oposición. Tanto que hasta cuenta en su haber con dos casos de
transfuguismo: José Eugenio Galindo y Eladio Fernández, miembros
destacados en el PSdG lo dejaron todo por el PP de Baltar.
El
haber dado trabajo a los hijos de muchos de los que se lo solicitaron le costó
la retirada, aunque no la derrota. Quien ganó por mayoría absoluta durante 38
elecciones y se mantuvo en la Diputación durante 22 años está ahora imputado por un presunto
delito de prevaricación por contratación irregular de 104 personas.
Pero
eso no le impidió perpetuar su apellido en el poder, enfrentándose —como sus
compañeros anteriores— a los genovistas del PP. Pero detrás del buenrollismo
esgrimido de cara a la galería de Feijóo y Rajoy hacia Baltar se esconden
recelos insalvables entre los aires de renovación de éstos y el peso de la
sombra de Fraga, quien —sabedor del cupo de votos que le ofrecía Baltar— nunca
osó contradecirle. El propio Baltar afirma: "En más
de una ocasión hice temblar a Manuel Fraga".
"A ver si a mi hijo
le va gustando esto del Ayuntamiento y se queda de alcalde"
Fiel
amigo de Baltar, en su misma época, desplegaba su poder en el Ayuntamiento
ourensano de Monterrei, José Luis Suárez Conde, quien, tras 32 años como
alcalde de la localidad (1981-2014), cedió recientemente el liderazgo del
PP local a su hijo José Luis Suárez Martínez. Con ello,
los Suárez siguen el modelo del baltarismo donde el relevo generacional se
produce primero en el partido, luego en la institución.
Otro
caso de baltarismo en la comunidad gallega se produjo también en la Diputación
de Pontevedra post-Cuiña. El presidente, Rafael Louzán, natural del
municipio pontevedrés de Ribadumia, se ha rodeado de vecinos y amigos a los que ha dado
cargos en la institución y en las empresas filiales a la misma.
Años antes, en Ponteareas, era José Castro Álvarez —franquista confeso— a quien acusaban de haber contratado, sin concurso ni oferta pública de empleo, a unos 60 familiares y amigos de concejales o militantes del PP local. Inhabilitado por el Supremo, el "satán" del PP gallego —como le denominó el propio Cuiña— el principal objetivo del edil era perpetuar su apellido en el municipio. "A ver si a mi hijo le va gustando esto del Ayuntamiento y se queda de alcalde", le dijo en alguna ocasión a un miembro de la oposición.
Años antes, en Ponteareas, era José Castro Álvarez —franquista confeso— a quien acusaban de haber contratado, sin concurso ni oferta pública de empleo, a unos 60 familiares y amigos de concejales o militantes del PP local. Inhabilitado por el Supremo, el "satán" del PP gallego —como le denominó el propio Cuiña— el principal objetivo del edil era perpetuar su apellido en el municipio. "A ver si a mi hijo le va gustando esto del Ayuntamiento y se queda de alcalde", le dijo en alguna ocasión a un miembro de la oposición.
En
1999, en plena campaña para las municipales y ya ahogado por los tribunales, Castro
anunció que se retiraría del PP si el partido presentaba a la Alcaldía a uno de
sus vástagos. ¿El final de la historia? Los conservadores le expulsaron y,
aunque perdió la mayoría absoluta presentándose como independiente, logró su
sueño: en el 2000, la sexta de sus
diez hijas, María Nava Castro, se convirtió en alcaldesa de Ponteareas.
Fuente: www.publico.es
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