María Dolores Amorós |
Catedrática de Lengua Española
nuevatribuna.es | 27 Febrero 2014 - 10:47
h.
A
pesar de los intentos de echar por los suelos a Jordi Évole tras su último
programa, la ficción sobre el 23F, lo cierto es que este periodista
no deja de provocar -y en masa- respuestas distintas a su quehacer profesional.
Mucho
se ha escrito en tan poco tiempo contra el antiguo Follonero. Llama
la atención que profesionales de la información no puedan aceptar que el tiempo
pasa también para ellos, incluso para el físico del que en su momento se vieron
dotados -y jamás este accidente es mérito propio sino algo sobrevenido- y sacan
a relucir el nivel de audiencia que antaño tuvieron para compararlo con el
de Operación Palace para, presos de la envidia, cargar de
inmediato contra el autor del mismo. De una insensatez y falta de ética
inimaginables. Es una opinión que respeta, de entrada, opiniones diferentes.
Lo
cierto es que en Operación Palace se dijo mucho más de lo que
muchos han querido obviar. Un repaso entero a los distintos partidos políticos
de aquel momento, presentados tal ligeramente proclives a un inmediato golpe de
estado con la excusa trivial de reforzar la democracia.
Incluso
el PCE liderado por Santiago Carrillo y legalizado por
Suárez apenas hacía nada, un 9 de abril -viernes santo- de 1977, queda en
dudoso lugar. Y la "explicación" de la 'traición' de Felipe
González a los principios ideológicos del Partido Socialista respecto
a la entrada de España en la OTAN fue tratada como solo podía hacerse, de
manera esperpética.
Si
en un principio el PSOE se manifestó públicamente anti-Alianza Atlántica
explicitando Alfonso Guerra : "El eventual ingreso en la OTAN
convertiría a España en una Colonia de los Estados Unidos" (1981). Si el
PSOE utilizó a bombo y platillo el eslogan "OTAN, de entrada NO"...
Pronto se pudo comprobar, sin embargo, que los mensajes del opositor Felipe
González no fueron sino una imponente arma arrojadiza contra Adolfo Suárez, no
personalmente convencido éste de las bondades de la entrada en la OTAN en
aquellos precisos instantes. Mermadas las fuerzas del Presidente no solo por
estos ataques de la oposición sino por las muchas presiones internas de su
propio partido, UCD, se vio abocado a dimitir. Los que entonces conspiraron
desde dentro contra Suárez son los felones que ahora están en el
Gobierno de este país, sus hermanos, sus hijos o parientes muy
cercanos.
En
el debate de sucesión tuvo lugar el maldito 23F cuya autoría
permanece aún clasificada como Secreto de Estado. Bajo la presidencia de Calvo
Sotelo España pasó a formar parte de la Alianza Europea en el mismo
1981.
Ganadas
por el PSOE las Elecciones generales en 1982, Felipe dio un hábil
vuelco a su antiOTAN. Tras diferentes reuniones del ministro de Asuntos
Exteriores con Bruselas y el "convencimiento interno" en el XXX
Congreso en diciembre de 1984, se planteó el referéndum acerca de la
permanencia en la OTAN para 1986 con la pregunta "¿Considera
conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos
acordados por el Gobierno de la Nación?"
Este
segundo cambiazo -el primero fue el "acuerdo" de los términos
aceptados cuando la modélica Transición- acabó por trocar al PSOE en
un partido en absoluto de izquierda y sí acomodaticio con la alternancia en el
gobierno y sus cada día más claros coqueteos con el neoliberalismo: El PSOE con
que nos tropezamos en la actualidad.
Por
otra parte, el trato recibido por el monarca en la versión
broma del 23F es también una broma. El rey no sabe/no contesta, no tiene
opinión ante un hecho tan trascendental como un Golpe de Estado. Se deja
llevar.
¿Qué
lectura se puede hacer al respecto? ¿La más absoluta prescindibilidad de la
Monarquía como forma de Estado? Si en una situación tan compleja el rey solo
asiente con tal de mantener su Jefatura de Estado. Si en momentos tan
complicados el rey no sirve para nada, ¿para qué queremos un rey? Se puede
inferir incluso la inutilidad de la institución.
Nadie
es desconocedor de la Monarquía Parlamentaria heredada de Franco e impuesta a
los españoles en la Transición. Llegado el momento actual y tras el rosario de
escándalos presuntamente protagonizados por la famiglia, desde el
cabeza de la misma hasta las vergüenzas de la menor de sus hijas y su amado
esposo-aspirante-a-alteza-real, arrastrados ambos a la fuerza ante el banquillo
judicial, los interrogantes acerca de su continuidad están planteados. El
dinero de los contribuyentes, echado al vacío para las sandeces que de sobra se
nos restriegan para mayor burla de los ciudadanos, urden en nuestras
conciencias la urgencia de plantear un referéndum ante la
población toda sobre el sistema de Estado que se prefiere en la coyuntura
actual.
No
fue casual el DEBATE posterior a la ficción. El necesario colofón
para comprender mejor la fantasía anterior:
La
necesidad de modificar la Constitución de 1978 - por otro lado
vulnerada en su Título Primero por el actual gobierno del PP- así como el
dudoso papel de la Monarquía en las circunstancias
presentes fueron inteligentemente tratadas en el Debate posterior a la
ficción golpista. EL contrapunto de Eduardo Serra fue esencial para dar
mayor credibilidad a las palabras lúcidas de la juez Garbiñe Biurrun que
no dejó pasar ni un coma sobre el apoyo a la labor ciudadana en todos los
avances sociales en lugar de echar flores a quien no las merece. Iñaki
Gabilondo se mostró contundente en el necesario cambio de la Carta
Magna así como en los crasos errores protagonizados por la Casa Real al igual
que el nefasto retroceso a otros tiempos por parte del actual Gobierno
del PP y las mentiras constantes con que intentan seguir engañando a
la ciudadanía. Siempre 'su luz al final del túnel'. Luz solo vista por los
mismos que siguen confundiendo sin vergüenza alguna.
Muchos
de los que ahora le exigen a Jordi Évole que tenía que haber contado LA VERDAD
no tienen agallas ni para tan siquiera una aproximación tan valiente a este
tema tan vorazmente guardado.
La
audacia de Évole en esta broma es un clamor a que los ciudadanos seamos
tratados como mayores de edad, tal y como se nos considera para pagar nuestros
impuestos y cumplir nuestras obligaciones. No como niños o como deficientes,
que es lo que se infiere al seguir ocultándonos la verdad sobre asuntos de
calado tal como fue el alevoso intento de Golpe de Estado.
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