domingo, 23 de febrero de 2014

ALERTA MÁXIMA

Emilio Jurado | Director de CDIEM
nuevatribuna.es | 21 Febrero 2014 - 16:46 h.
¡A todos los ciudadanos, alerta! estamos expuestos a riesgos de alto voltaje. El gobierno en pleno, una parte de la militancia del PP y un grupo no pequeño de funcionarios conniventes, están comenzando a intuir el fin que les podría esperar. La acción de determinados juzgados en la aclaración de acciones antes cometidas con total impunidad está poniendo de los nervios a muchas personas que se creían intocables gracias a dios y que ahora ven las barbas de su vecino cortar.
Las acometidas judiciales por los casos de la cajas, gúrteles, pockemones, nooses, sanidad, etc están poniendo ante los ojos de muchos de los citados la posibilidad de convertirse en carne de cañón judicial de manera muy próxima, una vez se disuelva la red de autoprotección tejida para el desfonde social al que han sometido a este país.
Con la coartada de la crisis y la justificación de la presión de los mercados, a toda esta gente se le ha ido la mano mucho. Tanto que cuando se pueda leer al detalle lo ocurrido, cunado podamos analizar la información sin interferencias, cuando se puedan crear comisiones de investigación y utilizar la fiscalía como algo más que de burladero de incriminados, cuando podamos conocer con precisión cómo y quien ha diseñado determinadas políticas, con qué finalidad y qué se ha obtenido a cambio, entonces los tribunales van a estar concurridos de verdad.
Y esta eventualidad es ahora percibida por mucha gente que antes se creía exenta de responsabilidades,  lo suyo estaba justificado por ordenamiento del más allá. Prevaricar, doblegar el sentido de la ley, transformar los procesos y los procedimientos, adecuar el marco legal para favorecer el interés de los propios y toda la retahíla que acaba con la indignidad de adaptar nuestra legislación en materia de derechos humanos a lo que digan los amos chinos, pero desfogarse masacrando asustados africanos, comienza a formar una imagen de futuro criminalizable. Y es que tanto desmán no puede quedar impune.  
Todos los adictos se repiten a sí mismos y a quienes con ellos tropiezan la letanía de tranquilos que yo controlo. Con la jeringuilla ensangrentada colgando del brazo o con la moneda en la ranura de la máquina tragaperras, se tranquilizan con un, bueno en cuanto que lo quiera yo dejo esto. Pero no lo dejan nunca. Eso ha pasado en las zonas altas del gobierno de este país, no han sabido parar ya que la soberbia crea adicción, se han emborrachado (en algunos casos literalmente), han perdido el sentido de la mesura como en la farras carnavalescas y después de todo se han empeñado en conducir el coche. Y son muchos los que no han dudado en subirse al carro para continuar la fiesta. La reforma del mercado de trabajo y de la ley de interrupción del embarazo, suenan a eso.     
Pero se están pasando los efluvios euforizantes. Los vahos se despejan y comienza a advertirse la realidad. Los tribunales están comenzando a escrutar y parece que una conducta de tal irresponsabilidad no va a perpetuarse, que por más que insista el CIS, las posibilidades de mantenimiento del statu quo son irrisorias, y que derivado del hecho de la pérdida del poder nuclear, comenzarán a desplomarse las defensas que en unas y otras instituciones han ido disimulando y ocultando la actividad imputable de tanto y tantos.       
Y ahora, ineludiblemente el infierno de la resaca. Comienza lo más duro, no el arrepentimiento, si no el culpar a los ambientes de estrés que les han rodeado y les han inducido, amigos intrigantes, novias casquivanas,  alcohol de mala calidad. En fin toda disculpa será buena. Lo veremos pronto y oiremos toda clase de exculpación por ridícula y patética que pueda parecer, no falta mucho insisto.
Pero de momento el problema, nuestro problema es que hasta que ese día llegue, la acción  gubernamental tiene un peligro extraordinario para con los ciudadanos, pues como el escorpión rodeado por el fuego o el tigre herido, todo movimiento aún torpe irá dirigido a derribar a los ingratos amigos ahora convertidos en hostiles enemigos y cualquiera de nosotros puede pasar por allí por pura casualidad. Una multa administrativa por aquí, una pérdida de derechos sanitarios por allá, una devolución de ayudas o becas, una inhabilitación, un viaje no deseado a Londres o Lisboa






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