A propósito de los nuevos "brotes
verdes"
Lunes, 24 de febrero de 2014
Por Manuel Medina / Canarias Semanal
Los portavoces
gubernamentales del Ejecutivo Rajoy, de la Unión Europea y del FMI coinciden al
asegurar que la economía española ha entrado en una "nueva fase" de
recuperación. ¿Cuánto hay de verdad en esa aseveración? ¿Tenemos medios para
descubrir si se nos está engañando? Nuestro colaborador Manuel Medina responde
en este artículo a esas interrogantes.
De
acuerdo con los vaticinios que formulan los tecnócratas "expertos"
del sistema, tanto los autóctonos como aquellos que están adscritos a la
máquina burocrática de la Unión Europea, la economía española ha entrado
en una "nueva fase". ¿Significa eso que estamos saliendo de la
crisis provocada por la dinámica inevitable del desarrollo capitalista, y cuyo
detonante fueron las operaciones financieras fraudulentas de los bancos? O
planteado de otro modo: ¿se iniciará a partir de ahora un proceso de
recuperación económica en la vida de los asalariados españoles? La verdad es
que no sucederá ni lo uno, ni lo otro. Toda argumentación que trate de expresar
lo contrario es pura propaganda partidaria, orientada no sólo a ocultar
las razones de la crisis, sino también las oscuras perspectivas que se avecinan
tanto para los asalariados, los parados y los pensionistas españoles,
como para las clases medias; es decir, para los pequeños empresarios, los
pequeños comerciantes, los universitarios titulados, etcétera.
LA BATALLA DECISIVA CONTRA LOS SALARIOS
Este pronóstico no
es el resultado de la elucubración delirante emitida por los que la
derecha denomina los "agoreros del desastre". Son los
diagnósticos que realizan la propia Unión Europea, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y los expertos de la Banca Morgan - el JP
Morgan Chase Bank-, símbolo estadounidense del poder financiero. Todos
ellos coinciden en sus predicciones en torno a cuál va a ser el ritmo de
crecimiento de la economía española. Estas dos entidades, cuyos análisis
parten naturalmente de visiones ideológicas capitalistas muy concretas,
que responden a los intereses transnacionales que representan, mantienen que
para que a medio plazo nuestras colosales cifras de paro puedan irse
reduciendo, el actual gobierno y los sucesivos necesitarían implementar en el
mercado laboral una serie de medidas "imprescindibles".
En primer lugar, poner en marcha una nueva reforma laboral, que implante un "contrato
único", que contemple una baja indemnización por despido.
La Comisión Europea, por su parte, propone además que los salarios "sean
más sensibles a las condiciones específicas de las empresas y de la economía en
general, fundamentalmente suprimiendo las prórrogas legales de los convenios
colectivos". Dicho en román paladino, que desaparezcan los propios
convenios colectivos.
Resulta obvio aclarar que de
aplicarse las "recomendaciones" de estas instituciones
foráneas - y se aplicarán - éstas repercutirán de forma demoledora sobre
la economía de todos aquellos españoles que dependen de un salario o han pasado
a engrosar las filas del paro.
Y
es que tanto la gran burguesía española como la internacional han
orientado sus esfuerzos hacia una batalla encarnizada por lograr una reducción
salarial que disminuya sensiblemente los costes de producción y centuplique sus
beneficios. La confrontación está centrada, pues, en esos objetivos. En la
medida en que las clases hegemónicas españolas vayan arrancando conquistas a
los asalariados, las denominadas "cifras macroeconómicas"
mejorarán, al tiempo que las condiciones laborales y salariales de los
trabajadores empeoraran irremisiblemente.
EL FUTURO DE "LOS DE
ABAJO", SEGÚN "LOS DE ARRIBA"
Pero aun cuando se
produjera esa catarsis de renuncias por parte de los asalariados
españoles que exige la Unión Europea y el FMI, no se lograría
disminuir la cifra de desempleados. De acuerdo con los
diagnósticos del Fondo Monetario, solo en el año 2025 el número de
parados empezaría a recuperar levemente los niveles que tenía en el
2007.Los economistas del sistema no han dudado en englobar a esta masa de
desempleados, entre cinco y seis millones de personas que engrosarán el
ejército de parados durante los próximos años, bajo la significativa categoría
de "paro estructural". Y ese descomunal "paro
estructural" acompañará a la economía española a lo largo de todo
el próximo decenio. Se trata de un hecho asumido en las organizaciones
económicas internacionales, pero que los políticos y comentaristas españoles de
los mass media ocultan deliberadamente.
Resulta sorprendente que todavía
existan sectores de la población española que continúen aceptando
el reclamo de los "brotes verdes", a pesar de que
este señuelo se ha venido utilizado, reiteradamente, durante los últimos
ocho años. Desde el punto de vista humano puede resultar comprensible. Sin
embargo, en el marco del sistema económico capitalista avivar esa esperanza
equivale a alimentar una utopía. Por eso no debe extrañar que el discurso
oficial - tanto el social-liberal como el conservador - haya
tratado y continúe tratando de enmarañar con una fraseología críptica el
horizonte real que tienen ante sí los que todavía perciben un
salario y aquellos otros que ya han perdido hasta sus prestaciones
sociales.
LOS AUTÉNTICOS INDICADORES PARA "LOS
DE ABAJO"
Los índices de
crecimiento y los indicadores económicos, en definitiva, están reflejando
exclusivamente como les va "a los de arriba". Esa es una de
las razones por las que las empresas del Ibex 35 celebran alborozadas
que sus beneficios hayan experimentado un crecimiento del 13% entre enero y
septiembre del 2013. Igualmente, resulta comprensible que el banquero Emilio
Botín declarara con júbilo que "estamos viviendo un momento
fantástico para España, porque está llegando dinero de todas partes".
Es obvio que el banquero multimillonario confunde interesadamente el concepto
"España" con sus propios intereses. La visión daltónica
de las empresas del Ibex 35 y del Banco Santander acerca de la
situación económica y de sus perspectivas es proyectada posteriormente a
través de sus propios medios de comunicación, con la intención de que el
conjunto de la sociedad haga suyo el optimismo que solo a ellos les
corresponde.
Los
verdaderos indicadores para "los de abajo" hay que
buscarlos no sólo en cómo les va en su vida cotidiana, sino también en las
perspectivas que se dibujan para ellos en el horizonte de los próximos años. Y
ahí sí que no hay lugar posible para el engaño ni para la ilusión.
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