Reformar el sistema
tributario español es una necesidad urgente, porque recauda poco y mal.
nuevatribuna.es | Por Manuel
Lago | 27 Febrero
2014 - 11:30 h.
Reformar
el sistema tributario español es una necesidad urgente, porque recauda poco y
mal. Esto es, adolece de suficiencia y de equidad, las dos características
básicas que definen un sistema eficiente. Poco, porque los ingresos tributarios
en España están entre los más bajos de la Zona Euro. Mal, porque la carga
fiscal está repartida de forma muy desequilibrada y son las espaldas de los
asalariados las que soportan el mayor peso.
En
España los ingresos fiscales equivalen al 32,5% del PIB mientras que en la zona
euro se sitúan, de media, en el 40,5%, según se puede consultar en Eurostat.
Una diferencia que es mucho mayor si la comparación se realiza con los países
más desarrollados. Esto significa que aquí, el estado recauda 8 puntos de PIB
menos que la media europea. Y eso son 85.000 millones de euros menos cada año,
una enorme diferencia que nos permitiría tener unas prestaciones sociales
propias de un estado del bienestar desarrollado y, además, no tener déficit
público.
Pocos
ingresos y mal repartidos, porque en España, la participación de los
asalariados en el reparto de la renta nacional es del 50% y sin embargo
soportan más del 80% de la carga fiscal. Las rentas salariales son el origen
del 90% de la recaudación del IRPF, que es, en realidad, un impuesto sobre los
trabajadores asalariados. Pero como además los asalariados destinan la mayor
parte de su renta al consumo, y no al ahorro, son también los mayores paganos
del IVA y de los impuestos especiales.
Por
su parte el Impuesto de Sociedades cada año que pasa tiene una recaudación
menor y como además otros impuestos que gravaban la riqueza y el patrimonio han
desaparecido, el resultado es que las rentas de la propiedad y los beneficios
empresariales apenas tributan. Aunque resulte difícil de creer, el tipo
efectivo en 2012 sobre los beneficios declarados de las grandes empresas que
consolidan cuentas fue de tan solo el 3,5%.
La
desfiscalización de las rentas de capital, la elusión, la ingeniería fiscal de
los que más tienen y el fraude generalizado en lo que no son salarios y
pensiones, está detrás de muchos de los problemas de nuestro sistema.
Dos
datos para terminar de enfadarnos. En 2010, la renta media declarada por los
asalariados fue de 19.265 euros mientras que las obtenidas en actividades
económicas – empresarios, profesionales…– fueron, de media, 8.137 euros. Sí, lo
ha entendido bien: los asalariados declaran ganar el doble que sus empresarios
o que sus dentistas.
Declaran
más y tributan muchísimo más, porque según el nivel de ingresos las rentas del
trabajo pueden llegar a tributar a un tipo impositivo que duplica el de las
rentas del capital. Una situación denunciada como absurda por Warren Buffett,
un financiero multimillonario de EE.UU, que no se recata en denunciar la falta
de equidad de un sistema en el que el salario de su secretaria tributa a
un tipo impositivo que es el doble de lo que el paga por su renta, obtenida
como propietario del fondo de inversión Berkshire Hathaway.
Un
escándalo, un expolio fiscal allí y… en España, porque aquí sucede lo mismo:
una persona con un mismo nivel de ingresos puede llegar a pagar el doble si los
obtiene con un salario que otra que los consigue cobrando dividendos de
acciones, plusvalías o intereses. Puesto en cifras, en España el tipo
marginal del IRPF, para una renta salarial, puede llegar hasta el 56%,
mientras que esa misma cifra, pero obtenida como renta de capital, tributaria
como máximo el 27%.
Sin
embargo, me temo, que la reforma fiscal que prepara Rajoy no tendrá entre sus
prioridades acabar con este escándalo.
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