Los ancianos
sufren en sus propias carnes el brutal aumento del coste de mantenerse en vida.
Internacional
| Cas Madrid | 23-02-2014 |
A mayor enfermedad, mayores costes.
Este año será el más gravoso hasta la fecha para esa mitad de la población que
depende totalmente de los servicios públicos para cubrir sus necesidades
sanitarias.
No estamos hablando de suplementos extraordinarios, sino de atenciones
básicas de vida o muerte. Las personas que precisan de medicamentos vitales no
tienen más alternativa que correr con el aumento de las tasas de las recetas. Los
enfermos graves sin tarjeta sanitaria que han de ser ingresados en un hospital
público no tienen la opción de aplazar su tratamiento aunque les esté
suponiendo 75 euros por noche. Y los costes ambulatorios para los
enfermos de cáncer sometidos a quimioterapia representan toda una «cruz
financiera» que tienen que soportar.
Transcurridos casi tres años desde que el Gobierno fuera encumbrado al
poder tras sus promesas de atención médica general para todos, seguro médico
universal y fin de las tasas sobre las recetas, la realidad es que los recargos
insidiosos están afectando con mayor severidad a la población más enferma con
menores niveles de renta.
No se trata de importes desdeñables. En 2011, un ciudadano con tarjeta
sanitaria aquejado por una serie de dolencias que requiriesen tratamiento a
base de medicamentos abonaba un máximo de 10 euros al mes en concepto de tasas
sobre las recetas. Actualmente, ese importe ha aumentado a 25 euros al mes.
En 2011, las unidades de tratamiento de lesiones leves que se abrieron en
los hospitales donde se cerraron los servicios de urgencias y accidentes dispensaban
sus cuidados de forma gratuita. Actualmente, cada visita cuesta 100 euros.
En octubre de 2012 se impuso una tarifa de 75 euros al día para los pacientes
que acudían a los hospitales públicos con el fin de recibir tratamiento contra
el cáncer.
Pero la herida financiera más grave ha sido la asestada por la decisión
de dificultar el acceso a la tarjeta sanitaria a todos los grupos de edad,
especialmente los mayores de 70 años.
En las próximas semanas llegará a los buzones de decenas de miles de
mayores de setenta años (como ya sucedió a 20.000 personas
el pasado año) una carta del Health Service Executive (Servicio nacional de
salud) en la que se les informará que han perdido el derecho a la tarjeta
sanitaria.
Dada la prevalencia de la enfermedad en este grupo de edad y del coste de
la medicación, las estancias hospitalarias y el ingreso en un servicio de
urgencias y accidentes, es muy probable que muchos de ellos tengan que apurar
sus ingresos para encontrar esos 2.500 euros que les permitirán mantenerse en
vida este año.
La retirada de las tarjetas sanitarias a ciudadanos de este grupo supondrá
un ahorro de aproximadamente 25 millones de euros y cubrirá en gran parte la
introducción de atención médica general gratuita para los menores de seis años,
con independencia del nivel de renta de sus padres. Una nueva manifestación de
la mala fe de un Gobierno votado por muchos de esos ancianos que encaran el
2014 con nuevas angustias y miedos en cuanto a su salud.
La retirada de la tarjeta sanitaria completa al personal
recién contratado afectará también a las parejas jóvenes, que se verán
obligadas a hacer frente a costes médicos. Sus hijos no estarán ya exentos de
las tasas de los exámenes estatales ni de las tarifas del transporte público y
perderán las ayudas a los libros escolares. En eso han quedado las promesas
preelectorales….
Traducido
por Jaime Campos para CAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario