“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los rojos lo
que es ser hombre. De paso, también a las mujeres de los rojos, que ahora por
fin han conocido hombres de verdad, y no castrados milicianos. Dar patadas y
berrear no las salvará. “
Memoria Histórica | Ignacio Fiz* | 25-02-2014 |
Queipo
del Llano, ese militar que instigó la brutal represión y el exterminio en
Andalucía durante la guerra civil, pronunció esta frase nunca condenada por esa
España que tanto nos une Puro aborto cuartelario. Son palabras ladradas que
envilecen a todo hombre de bien. Son palabras que sino se fumigan se transmiten
como la sarna. Y así ha sido, desde hace tiempo que tenemos la piel dura,
cubierta de esta sarna, pues nadie hubo que las condenara de entre esos hombres
a los que dijo proteger este carnicero. Si escarbamos en los entresijos de
nuestra sociedad encontraremos ejemplos, principalmente entre la basura
televisiva, donde Queipo marco estilo. Y ni muerto el enano Dictador hubo de
entre todos esos hombres justos, católicos y de bien quien abominara de este
engendro humano. La Transición enmudeció, la Transición olvidó, la Transición
consintió,.
Sembradas
están las cunetas por la represión de Queipo del Llano, sobre ellas arrojó
semillas de silencio y olvido. De sus actos ni esa Iglesia del amor momificado
lo ha juzgado. Al contrario, en vez de arrastrar su cadáver hasta el
Guadalquivir encontramos su tumba en una de las capillas de la iglesia de la
Macarena en Sevilla. Así pues esa Iglesia en mayúsculas premió, consintió y
perdonó al genocida. Un confesionario monta guardia cual garita ante su tumba,
y el cura es el Cerbero perpetuo de su losa. Está claro de qué lado ha estado
siempre la Iglesia por mucho que se le llene la boca de falso amor cristiano.
Ya vemos quien ha puesto siempre la mejilla. La Transición enmudeció, la
Transición olvido, la Transición consintió.
Y
solo en España los aspirantes a genocidas tienen un lugar para peregrinar y
admirar. Para ellos Queipo del Llano, junto con Franco y su Valle, son ejemplo
de que en la marca España, la que nos une, el crimen tiene premio y gana el
cielo si se escoge el lado adecuado. España es diferente: España nos une, y
España nos descerraja en la nuca, y todo queda perdonado y santificado siempre
y cuando el genocida lo haga en su nombre. Y la Transición enmudeció, la transición
olvidó, la Transición consintió.
¿Y
donde estas tú, García Lorca? ¿Dónde han de ir los poetas a llorar tu muerte?
Eres el ejemplo insepulto de lo que nos diferencia. Querías llevar la cultura
por los pueblos, querías que la gente comprendiera, razonara, y con el arte de
las palabras se emocionara. Querías que las amargas horas del jornalero se
aliviaran con un primer verso, con un acto de teatro, un ensayo o una novela.
Eres ya solo un desaparecido, ni siquiera una sombra, humo o cenizas. Eres
quien no ha muerto, quien no esta vivo. Nadie sabe donde llorarte, donde
guardarte silencio y respeto. Eres la España a quien helaron el corazón junto
alguna cuneta de alguna carretera, sendero o camino. Eres la España que nos
diferencia, que nos separa cada día que pasa. La Transición enmudeció, la
Transición olvidó, la Transición consintió.
La
extenuación, Antonio Machado, te llevó a la muerte en aquellos días azules que
eran como de los de tu infancia. Seguiste la senda de tu madre, mientras con
mirada perdida contemplabas el horizonte en el que se dibujaban tus pasos
perdidos por los campos de Castilla. Sabías que la España que nos une jamás te
dejaría volverla a pisar, y que nunca más recorrerías las calles sevillanas de
tu infancia. Afortunadamente te enterraron en algún lugar donde llorarte, donde
tratar de beber en el aire la esencia que queda de tus versos. Pero hoy tu
tumba se encuentra en un pequeño cementerio de una ciudad mediterránea que
nunca fue de la España que nos une. Esa España que te utilizó todo lo que pudo
ya no te quiso ver y te condeno al ostracismo en muerte. ¿Y que premio te dio
esa España que tanto nos une? Cualquier otro escritor, cualquier otro poeta
siempre de cualquier otro país, teniendo tu obra, habría merecido ser llevado
en procesión desde tu sepultura al lugar de más honor de las letras. Pero no,
la España que nos une ni olvida ni perdona aunque seas un poeta. Eso sí, el
cadáver del abuelo de este rey que nos une regresó y fue enterrado en
multitudinaria ceremonia. Pero tú no eras hijo de rey, Antonio, tan solo eras
eso, poeta. No eras genocida tampoco, Antonio, únicamente poeta. Ya ves
Antonio, la diferencia. Y la Transición olvidó, la Transición enmudeció, la
Transición consintió.
Pero
nuestra es la culpa pues aceptamos el pacto con el diablo por un futuro sin
recuerdos, por un futuro sin pasado. Vendimos el alma al demonio por un plato
de cemento y ladrillos, y evidentemente, como no podía ser de otra manera,
Lucifer nos la ha jugado. Y hemos llevado y llevaremos ese estigma de Abel en
nuestras almas como cáncer, lepra y sarna latentes y eternas apoderándose
lentamente de nosotros. Y viviremos la condena al Infierno que ya se abre ante
nuestros pies, sabiendo que hemos olvidado, hemos enmudecido y hemos
consentido. Y Caronte ya nos aguarda, y en el sonido hueco entre brumas de la
laguna de Estigia se oyen los ladridos de Cerbero. En el día de
hoy,definitivamente cautivos y desarmados, el Fiestuki ha terminado.
*
Para Tercera Información.
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