nuevatribuna.es | Joan Coscubiela | Diputado Izquierda Plural
en el Congreso de los Diputados |23 Septiembre 2014 - 11:20 h.
Foto: La Moncloa
El verano se ha cerrado con las lecciones democráticas del referéndum
escocés y el otoño comienza con el viaje de Rajoy a China, con el telón de
fondo de la consulta del 9N en Cataluña.
En apariencia se trata de hechos que no tienen relación política entre si,
salvo que se considere política a los movimientos tacticistas que según las
elucubraciones político-mediáticas publicadas vamos a vivir durante el viaje a
China de Rajoy en relación a la consulta del 9N.
Rajoy recibirá
consejos de los mandarines chinos sobre como se construye una sociedad de
capitalismo salvaje y sin democracia
Pero como siempre las apariencias engañan y un potente hilo conductor
recorre estos acontecimientos. Me refiero al debate sobre la soberanía popular
y a la concepción utilitarista que de ella tiene Rajoy.
La soberanía popular, única e indivisible, que según Rajoy reside solo en
el cuerpo electoral español, es el argumento que más veces se ha utilizado para
rechazar las sucesivas propuestas realizadas para posibilitar el derecho a
decidir de la ciudadanía de Catalunya.
Mientras Rajoy hace de pared de frontón, devolviendo mecánicamente todas
las propuestas que le llegan desde Catalunya y España, el referéndum en Escocia
demuestra que si se quiere se puede ofrecer una salida democrática a lo que es
un conflicto político. Como antes ya lo hizo Canadá con la Ley de Claridad que
incluso establece las condiciones en que se puede producir la secesión de
Quebec.
Hasta aquí nada que no se haya dicho mil veces, pero el viaje de Rajoy a
China nos ofrece otra mirada más profunda. La visita se viste de embajada
comercial para impulsar las relaciones entre España y China. Pero el acto mas
importante del viaje va a ser la ceremonia ritual por la que Rajoy ofrecerá a
los mandarines chinos la cabeza de la soberanía popular española.
No olvidemos que el Estado Chino suspendió una visita anterior, exigiendo
que terminaran los procesos de Justicia Universal que se estaban tramitando en
España contra los crímenes perpetrados en Tibet. Y Rajoy ha cumplido
escrupulosamente las exigencias de los dirigentes chinos, derogando la Ley de
Justicia Universal. Se trata de uno de los actos más vergonzantes del Gobierno
español, que no presentó la reforma legal como Proyecto de Ley para evitar los
dictámenes preceptivos y utilizó una Proposición de Ley del PP, tramitada por
el procedimiento de urgencia e impuesta por su mayoría absolutista en pocos
días.
No es el primer caso en que la soberanía del pueblo español se somete a
intereses superiores. Sucedió con la reforma del artículo 135 de la
Constitución pactada por PSOE y PP en la anterior legislatura. Se repitió con
la imposición en Julio del 2012 del Memorándum por el que España se comprometía
a recortes y contrareformas sociales a cambio de recibir ayuda para salvar al
sector financiero, eso sí con los impuestos de los mismos ciudadanos a los que
se imponía un duro ajuste de salarios y derechos.
Para Rajoy y desgraciadamente no solo para él, la soberanía popular no se
puede compartir entre los ciudadanos que constituyen las naciones que forman el
Estado español -por cierto, que envidia produce escuchar a Cameron hablar con
naturalidad de las 4 naciones que forman el Reino Unido-. En cambio no tiene
problema alguno para someterla a los dictados de los mercados de capitales u
ofrecerla como sacrificio a los dirigentes chinos.
Lo único que falta por saber del viaje es si, a cambio de la derogación de
la Ley de Justicia Universal y el archivo de los procesos por los crímenes en
Tibet, Rajoy recibirá consejos de los mandarines chinos sobre cómo se construye
una sociedad de capitalismo salvaje sin democracia.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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