Tuvo
que llegar la Segunda República, para que el gobierno otorgase a Cataluña por
primera vez un Estatuto de Autonomía que le permitía tener un gobierno y un
parlamento propios, ejerciendo a su vez determinadas competencias, hasta la fecha negadas por los
borbones.
Niceto Alcalá-Zamora firma el Estatuto Catalán (1932)
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Tras un largo periodo de debate político, finalmente en 1932 se alcanzó un consenso y el Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, firmó el Estatuto Catalán el día 15 de septiembre, en la ciudad de San Sebastián. El Presidente se sentó ante una mesa baja, que cubría un prócer de terciopelo antañon. Una persona entregó a Niceto un estuche con la pluma que le regaló la Generalitad de Cataluña. En aquel momento histórico, el Jefe de Estado, lentamente y emocionado, firmó el Estatuto Catalán. |
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El
pasado 27 de septiembre, el Presidente catalán, Artur Mas, firmaba con una
pluma marca "inoxcrom" el decreto de convocatoria de la consulta del
referéndum del 9N, donde los catalanes están llamados a urnas para decidir su futuro. Entre aquella firma de
1932 y la firma de 2014 han pasado 82 años, las separan cuarenta años de
dictadura y otros cuarenta de monarquía impuesta.
De
no haber triunfado el golpe militar fascista del 18 de julio de 1936, es
posible que hoy España territorialmente fuese una República Federal o
Confederal. Pero todo eso, nunca lo sabremos porque no fue posible. Lo que es
evidente, es que la República posibilitó un consenso y se establecieron unas
pautas de convivencia entre las diferentes identidades culturales y
lingüísticas. En 1936 se firmaría el Estatuto de Autonomía del País Vasco y el
Estatuto de Autonomía de Galicia, ya estaba en proyecto.
Aquel
oasis de convivencia territorial quedó truncado por el golpe militar, que
derivó en una cruenta guerra civil. La guerra dio destellos de
confraternización entre Cataluña y España, basta recordar al Presidente Lluís
Companys en 1937, cuando en la plaza La Monumental de Madrid, pronunció aquel
contundente "¡Madrileños! Catalunya os ama". Mas de 9.000
milicianos catalanes acudieron a defender Madrid con su sangre. Juntos,
madrileños, catalanes, brigadistas internacionales y otros republicanos
españoles llegados de diversas provincias, auxiliaron la capital y pararon la
agresión fascista. La ayuda prestada por el pueblo
catalán a la capital durante la guerra civil demuestra que es posible la
solidaridad entre ambos pueblos.
Parece
que muy lejos ha quedado todo aquello; los golpistas ganaron la guerra y tuvo
que morir el dictador genocida, para que entraran de nuevo en vigor los
Estatutos de Autonomía. Sin embargo, aquel consenso de la Transición hace
tiempo que saltó en pedazos. Evidentemente, ni Mariano Rajoy es Niceto
Alcalá-Zamora ni Artur Mas es Lluís Companys. La gran diferencia, es que los
políticos de la Segunda República supieron sacar lo mejor de si mismos, tender
puentes, dialogar, buscar consensos y llegar a acuerdos.
Con
la llegada la monarquía parlamentaria, los responsables políticos, lejos de
volver a construir puentes solidarios como hicieron los políticos republicanos
durante la Segunda República, solo han sabido cruzarse reproches en debates
estériles, imposibilitando cualquier atisbo de acuerdo. Evidentemente, si la
monarquía tiene que hacer de árbitro el partido está amañado de inicio a fin.
La mediocridad política y la corrupción han ayudado a forjar una mayor
crispación popular. A estas alturas, nada ni nadie va a impedir, que tarde o temprano
y en aras de la libertad y la democracia, el pueblo tenga derecho a ser
consultado y a decidir su futuro. El final de los caciques está cerca. ¡Salud y
República!
Luis
Egea
Fuente:
www.ecorepublicano.es.
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