Mañana se presentan los presupuestos de 2015 y bajo las cifras
milmillonarias y los términos contables de complicado entendimiento se ocultan
las claves que determinarán nuestra vida cotidiana durante el próximo
año
28/09/2014 - 20:05h
Guindos, Sáenz de Santamaría y Montoro, en la presentación de los Presupuestos. | EFE |
Los
Presupuestos Generales del estado son un territorio árido, plagado de cifras millonarias
difíciles de ponderar y términos contables de complicado entendimiento.
Sin
embargo, bajo su abrumadora acumulación de números se ocultan las claves que
determinarán la vida cotidiana de los españoles durante el próximo año, desde
el precio que pagaremos por el recibo de la luz al mantenimiento o no en la
parrilla de TVE de nuestra serie favorita; desde la posibilidad de presentar la
declaración de la renta desde nuestra casa a las exposiciones temporales que
podrá traer el Museo del Prado durante 2014.
Estos
son los conceptos básicos que se deben conocer para no perderse en el enrevesado lenguaje
presupuestario:
Presupuesto
del Estado
Es la
previsión de gastos e ingresos que la Administración Central del Estado prevé
gestionar en un ejercicio determinado. Se encuadra en el mismo, por una parte,
los ingresos por impuestos, tasas y otras fuentes que el Estado pretende
conseguir en un ejercicio determinado, y, por otro, los gastos tanto de
funcionamiento como de actividad de los ministerios y también de los órganos
constitucionales: la Casa del Rey, las Cortes Generales, el Tribunal de
Cuentas, el Consejo de Estado o el Consejo General del Poder Judicial.
Bajo
este epígrafe se contabiliza también el coste en intereses de la deuda pública
española, de la parte del Estado de la deuda pública española, lógicamente, si
bien los Fondos de Liquidez Autonómica han supuesto un desplazamiento de hecho
de deuda autonómica al Estado.
El
saldo resultante entre los ingresos y los gastos mencionados anteriormente
constituye el déficit del estado, que
para 2013 se estimó en el 3,7% del PIB, unos 38.000 millones de desfase
negativo.
Presupuesto
consolidado
Este
concepto define el agregado de los ingresos y los gastos de la Administración
Central del Estado, la Seguridad Social, los organismos autónomos dependientes
del Estado y el resto de entidades públicas del denominado sector público
estatal.
Es el
resultado de agregar al Presupuesto del Estado las cuentas de otros organismos de naturaleza también estatal,
como la Seguridad Social, los organismos autónomos vinculados a la
Administración del Estado (el Servicio Público de empleo Estatal, Parques Nacionales o el Instituto de la
Mujer), y el resto de entidades clasificadas como sector público estatal.
Dentro
de éstas últimas entran: las agencias estatales (Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Agencia Española de Cooperación Internacional al
Desarrollo), otros organismos públicos administrativos (Agencia Tributaria,
Museo del Prado, Consejo Económico y Social), entidades públicas empresariales
(ADIF, AENA, RTVE, Loterías y Apuestas del Estado), sociedades estatales de
crédito (ICO), sociedades estatales de seguros (CESCE), fundaciones estatales
(como la Carlos III, para la investigación cardiovascular) y órganos
reguladores (Comisión Nacional de la Energía, Comisión Nacional del Mercado de Valores, Comisión Nacional de Telecomunicaciones).
Del
saldo resultante de esta cuenta, que financia desde el mantenimiento del BOE a
la política de espionaje del Estado (CNI), sale la cifra de déficit oficial del
Estado, la que se enviará después a Bruselas.
Cuadro
Macro
Es el
conjunto de previsiones económicas que sustentan las cifras presentadas en los Presupuestos, de cuyo cumplimiento éstas dependen y que en gran
medida determinarán que se pueden o no cumplir.
Refleja
la estimación del Gobierno sobre cómo se comportarán las principales variables
de la economía española; el comportamiento del empleo o la evolución de los
precios, aspectos esenciales para determinar, por ejemplo, cuánto subirán los
ingresos por impuestos o cuál será la evolución del gasto en las prestaciones
por desempleo. El Gobierno estima también variables como el precio medio del
barril de petróleo durante el año, la relación de cambio entre el euro y el
dólar o el tipo de interés medio que se pagará por la deuda.
Ingresos
no financieros
Computa,
por una parte, los ingresos impositivos, que son los derivados de la
recaudación de la parte del IRPF, el IVA o los Impuestos Especiales que le
corresponden al Estado (ya que una parte importante de la recaudación
gestionada por el Estado en estos ingresos acaba en las arcas de las
comunidades autónomas vía transferencias) y la totalidad de lo ingresado por
otros impuestos como el de Sociedades o Renta de no residentes.
Esta
vía de ingresos explica alrededor del 90% de la recaudación no financiera del
Estado. El 8% de lo restante viene de los ingresos por tasas (lo que se paga
por un documento público, por registrar una empresa o un dominio de
internet, por obtener una autorización de residencia en España o por conseguir
una licencia para una embarcación de recreo), los fondos recibidos de la Unión
Europea, los ingresos por ventas de edificios u otros bienes propiedad del
Estado o las aportaciones a las arcas estatales de las Haciendas forales vascas
y navarras.
Gastos
no financieros
Es lo
que se conoce como gasto público estatal, es decir, el conjunto de pagos que hace el
Estado en un ejercicio determinado. Contempla desde la inversión en carreteras
al pago de las pensiones; desde el sueldo de los funcionarios a la cooperación
al desarrollo. Al cabo, este capítulo identifica la contribución del Estado al
PIB nacional. En los últimos se ha situado en torno al 30% del PIB.
Se
descompone en los siguientes componentes:
Gastos
de personal. Son, principalmente, los salarios que se abonan a
los empleados públicos (funcionarios, personal
laboral, personal eventual...) dependientes del Estado, pero
no sólo eso.
Las
nóminas de los empleados del Estado explican el 56% de la partida de gastos de
personal. El resto se debe a las pensiones que se pagan a las llamadas clases
pasivas, los funcionarios que se han jubilado o están de baja temporal o
permanente, y también al coste de la asistencia sanitaria de los empleados
públicos a través de las Mutualidades.
Gastos
corrientes. Son los gastos de funcionamiento de la Administración.
Aquí se recogen los pagos del Estado por alquileres, costes de mantenimiento de
equipos informáticos (la adquisición de los mismos entraría en el capítulo de
inversiones reales), servicios de limpieza, material de oficina, servicios de menú...
Pese a
centrar buena parte del debate político sobre los recortes, su incidencia en
el presupuesto es marginal (apenas un 2%) y su ajuste, muy
difícil. Desde 2008 apenas se han reducido en poco más de 400 millones, en
torno un 10%, a golpe de medidas como hacer fotocopias por las dos caras,
reducir los pedidos de material de oficina o minimizar el uso de alquileres a
terceros para alojar dependencias públicas, un programa con el que según el
Gobierno se han ahorrado en torno a 200 millones de euros.
Gastos
financieros. Esta partida recoge el coste en intereses que tiene para
el Estado pedir dinero prestado en los mercados, la amenazante y gravosa deuda
pública.
Como
desde 2008 la deuda del Estado se ha multiplicado y como el coste, medido por
la prima de riesgo, también ha aumentado, esta partida ha pasado de suponer
apenas un 8% del presupuesto en 2008 a absorber en torno al 20% del gasto
disponible. La relajación de las tensiones en los mercados de deuda en los
últimos meses está ayudando a compensar el peso de esta partida, pese a que el
volumen de la deuda estatal ha continuado creciendo: casi 50.000 millones de euros más en lo
que va de año.
Transferencias
corrientes. Son los recursos que el Estado transfiere a otros
organismos y administraciones para garantizar la prestación de sus servicios o el
desarrollo de sus políticas al objeto de cumplir con el marco regulatorio
vigente. Son, por lo tanto, transferencias recurrentes en el tiempo, que se
repiten todos los años.
¿Qué se
paga con los fondos dispuestos en este capítulo? Las partidas más relevantes
son la aportación de España a la UE y la transferencia de recursos al Servicio
Público de Empleo Estatal para el pago de las prestaciones por desempleo,
ya que desde hace algunos años ya no alcanza para ello con las cotizaciones que
pagan en su nómina los afortunados que tienen un empleo.
Pero en
este capítulo entran, además, las subvenciones para reducir los precios de los
peajes en las autopistas, los pagos a partidos políticos que establece la ley
para afrontar los gastos electorales, la subvención a Correos por repartir
cartas en áreas no rentables o los recursos destinados a financiar las
prestaciones asistenciales del sistema de protección social.
En 2014
se presupuestaron para estos fines cerca de 63.000 millones de euros
y otros 31.000 millones para hacer frente a las obligaciones con las
comunidades autónomas y ayuntamientos fijados en sus respectivos sistemas de
financiación. Total: 94.557 millones.
Transferencias
de capital. Son los recursos que el Estado transfiere a otros
organismos y administraciones para la realización de actuaciones concretas y
puntuales, no recurrentes en el tiempo.
En
esta cuenta se refleja, por ejemplo, el dinero que pone el
Estado para el desarrollo de infraestructuras impulsadas desde las comunidades
autónomas o los ayuntamientos (carreteras, centros de investigación, espacios
culturales) o proyectos con el sector privado. El ejemplo más claro de su
funcionamiento fue el controvertido Plan E de inversiones en ayuntamientos,
pero desde este capítulo también se financian proyectos de investigación o
programas educativos, como el Escuela 2.0 para el desarrollo de aulas
digitales. En los últimos años, la partida más elevada de este capítulo ha sido
la relacionada con la financiación del déficit de tarifa del sistema eléctrico.
Fondo
de contingencia. Se trata de un mecanismo de seguridad creado por el
gobierno de José María Aznar en 2001 para evitar que desviaciones
presupuestarias imprevistas desequilibren el Presupuesto.
Con una
dotación equivalente al 2% del Presupuesto del Estado, en principio fue creado
para blindarse antes gastos no previstos en los Presupuestos, como operaciones
militares en el extranjero, catástrofes naturales o casos como el hundimiento
del Prestige, pero los aprietos presupuestarios de los últimos años han hecho
que se utilice para cubrir gastos ya previstos en el Presupuesto que el
Ejecutivo no fue capaz de controlar.
Inversiones
reales. Aquí se recoge el gasto previsto en nuevas actuaciones por
parte de los ministerios, todo aquello que hace años se publicitaba con esos
grandes cartelones y que ahora apenas se ven en algunas líneas del AVE.
Hablamos
de construcción de carreteras, vías férreas e infraestructuras hidrográficas,
pero también de la instalación de desaladoras o de pasarelas en las playas, o del
impulso de un nuevo centro tecnológico. Esta partida ha sido la gran pagana de
los recortes estatales que la han reducido a menos de la mitad. Será uno de los
epígrafes en que más se fijen analistas y organismos internacionales este año,
ya que esperan que el Gobierno vuelque ahí sus políticas de estímulo de la
actividad económica.
Activos financieros. Aquí
se reflejan los créditos o préstamos concedidos por el Estado a terceros, sean éstos
empresas públicas o agentes privados.
Entrarían,
por ejemplo, bajo este epígrafe los recursos adelantados a promotores para la
realización de carreteras o vías de AVE, las ayudas a empresas privadas para la
reindustrialización de zonas deprimidas o la adquisición de acciones en
empresas o sociedades estatales o mixtas, como por ejemplo las sociedades de
gestión de aguas.
Pasivos
financieros. Recoge los ingresos obtenidos por la Administración
General del Estado por la emisión de deuda o la concesión de préstamos bancarios.
Suponen
un ingreso coyuntural para el Estado, que se convertirá en gasto financiero en
el momento en que corresponda la devolución de los préstamos. La evolución de esta cuenta refleja el incremento del
volumen neto de deuda pública en un año. Tampoco se puede identificar con las
emisiones totales del Tesoro, ya que muchas sirven para cancelar deuda del
pasado.
En los
últimos años, un nuevo concepto ha venido a enriquecer, y complicar, el
lenguaje presupuestario.
Déficit
estructural. Se trata de una construcción estadística que
pretende limpiar el dato oficial de déficit de aquellos
factores que lo agravan o lo suavizan como consecuencia del ciclo. Es decir,
estima el déficit que tendría un determinado Estado en una situación de
completo equilibrio del ciclo económico, sin los factores coyunturales que, por
ejemplo, disparan el gasto en prestaciones por desempleo o reducen los ingresos
por impuestos.
Se
trata de un dato tremendamente
discutible, porque la crisis ha demostrado que es casi imposible estimar cómo
reaccionará una economía ante un determinado ritmo de crecimiento, pero según
la metodología europea España ha conseguido una reducción fenomenal de este
indicador y a ello se han agarrado las autoridades gubernamentales para
justificar el éxito de su gestión.
Déficit
cíclico. Siguiendo la explicación anterior, se define así el tramo
de déficit que se sitúa entre el déficit estructural (3,3% para España en 2013) y
el déficit real (6,6%).
Aquí se enmarcarían los gastos
adicionales, principalmente por cobertura del desempleo, debidos a la situación
de recesión económica y también la pérdida de ingresos que se podría atribuir única
y exclusivamente al anormalmente negativo comportamiento de la economía. Según
la metodología europea, en el caso de España esa cifra rondaría los 35.000
millones de euros.
Fuente: http://www.eldiario.es/
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