Libre
Publicación | Juan Torres López | 18-05-2011 |
Hace unas
semanas, justo cuando Izquierda Unida hacía público su compromiso de no
presentar como candidatos en las elecciones municipales a personas imputadas
por la justicia, se filtraba desde el juzgado que instruye el llamado caso
Mercasevilla la noticia de que el candidato de esa coalición, Antonio Torrijos,
estaba imputado.
Naturalmente,
eso provocó la polémica pues con esa filtración se podía poner de manifiesto
que Izquierda Unida no cumplía sus promesas si Torrijos no dejaba de ser
candidato, lo que obviamente suponía un coste electoral muy grande para esa
formación de izquierdas de cuyos resultados en gran parte depende que la
derecha no vuelva a gobernar el codiciado ayuntamiento sevillano.
La
filtración simplemente se limitaba a señalar que se imputaba a Torrijos porque
habría tenido una directa responsabilidad y activa participación como
vicepresidente y miembro de la Comisión Ejecutiva de Mercasevilla en el proceso
de adjudicación de la totalidad de sus terrenos a la constructora Sanma,
dándose así a entender que se trataba de un caso más de corrupción municipal
que habría comportado un grave perjuicio a la ciudad.
A nuestro
juicio, lo que está ocurriendo es una nueva prueba de que la administración de
justicia no es objetiva a la hora de resolver los casos que tiene en sus manos
y que utiliza una vara de medir muy diferente según quienes sean los
encausados. No podemos pensar otra cosa cuando constantemente conocemos que los
procesos a grandes directivos empresariales o líderes políticos de la derecha
(Alierta, Ana Mato, Fabra...) quedan en nada porque sorprendentemente
prescriben las actuaciones, mientras que en otros casos, como en el de Baltasar
Garzón o ahora en el de Torrijos, los juzgados incluso fuerzan los márgenes de
lo procesalmente permitido para actuar con una severidad a todas luces
injustificada y desmedida.
Eso es lo
que nos parece que está ocurriendo cuando después de un mes de haberse
producido la filtración la jueza que lleva el caso no ha comunicado aún la
supuesta imputación al candidato de Izquierda Unida. Una circunstancia que
evidentemente lo deja indefenso y que le provoca un daño político y personal
gravísimo por los que la jueza debiera haber respondido ya.
Además, al
permitir la filtración y mantener silencio durante tanto tiempo desde la propia
administración de justicia se esté dando lugar a que se lleve a cabo un
auténtico juicio público, o casi mejor, un verdadero linchamiento, al no poder
quedar evidentes con la necesaria transparencia algunas cuestiones esenciales.
Cabe
recordar, en primer lugar, que lo que al parecer se imputa a Torrijos no es su
enriquecimiento sino que se procediera a la venta de los terrenos por un
procedimiento de concurso en lugar de subasta. Una decisión permitida por la
ley y que Torrijos defendió por mandato de Izquierda Unida que la ha
justificado porque de esa manera se podían tener en cuenta contraprestaciones
no solo monetarios. Algo que puede ser discutible, como toda propuesta
política, pero que en ningún caso tiene por qué implicar un perjuicio para la
ciudad sino que, por el contrario, quizá sea la única forma de conseguir
rendimientos sociales que por su naturaleza no pueden tener una pura
expresión en
términos monetarios. Y, en segundo lugar, es igualmente sorprendente que se
impute la decisión a título personal a Antonio Torrijos cuando en realidad, y
tal y como establece la ley que debe ser, lo puesto en cuestión no puede tratarse
sino de la decisión de un órgano colegiado, tomada después de la
correspondiente deliberación y votación entre todos sus miembros. Y, por
cierto, adoptada al parecer por unanimidad de todos los partidos políticos allí
representados.
Es obligado
recordar así mismo que la jueza responsable de la filtración, dado que ella es
quien debe custodiar los documentos de su oficina, y por tanto del daño que se
está produciendo al candidato, fue recusada en su día por ser esposa de una
persona hace tiempo despedida de la empresa en cuestión. No afirmamos que se
esté produciendo de esta manera una venganza pero sí podemos afirmar con
rotundidad que la jueza actúa con una severidad moral frente a Antonio Torrijos
que no aplica a su propio comportamiento.
Finalmente,
queremos expresar que afirmamos lo que antecede no solo porque estimamos que se
ha producido un daño personal, y con independencia de la mayor o menor simpatía
que podamos tener hacia el candidato, sino porque creemos que cuando la
justicia funciona de esta manera tan anómala se produce un perjuicio
escandaloso a toda la sociedad y porque tenemos la convicción de que ya es hora
de que la ciudadanía reaccione y comience a pedir responsabilidades a quienes
de una u otra manera lo vienen provocando.
Fuente: www.tercerainformación.es
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