La cúpula de la Conferencia
Episcopal se enteró de la decisión de Rajoy de aparcar la reforma de la ley del
aborto el jueves pasado
El presidente del Gobierno
lo habló con Carlos Osoro tras una misa por Emilio Botín
El ministro del Interior,
Jorge Fernández Díaz, se entrevistó por sorpresa con Rouco Varela, y la
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se encargó de explicarlo en el
Vaticano
La estrategia del Gobierno es restablecer el
diálogo roto con la Conferencia Episcopal, que por su parte se compromete a no
apoyar las protestas de los antiabortistas
24/09/2014 - 21:17h
Fernández-Díaz avisó a la Conferencia Episcopal de la retirada
del anteproyecto de ley del aborto.
Las cosas han cambiado, y mucho, en las relaciones
Iglesia-Estado en los últimos meses. La salida del cardenal Rouco tanto de la
presidencia de la Conferencia Episcopal como del Arzobispado de Madrid supone,
en palabras de personas cercanas al presidente Mariano Rajoy, "un
respiro" que permitirá "una relación más cercana y sin la espada de
Damocles de la pancarta". Así se ha comprobado con la reciente retirada de
la 'ley Gallardón', cuyo parón conocían algunos obispos días antes por boca del
mismo Gobierno.
A los obispos no les pilló de sorpresa el
anuncio. De hecho, el jueves pasado, el Comité Ejecutivo aprobaba una nota
–inusitada, pues la norma es no opinar de legislaciones hasta que éstas no ven
la luz o, en este caso, son retiradas– en la que afirmaban "el valor
sagrado de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural". Los
obispos apuntaban que la Iglesia "quiere hacer oír su voz una vez más,
como siempre ha hecho en cualquier coyuntura social y política, para recordar
el valor sagrado de la vida humana, desde la concepción hasta su fin
natural".
Esa misma tarde, el ministro del Interior,
Jorge Fernández Díaz, se presentaba por sorpresa a la inauguración de unas
jornadas, organizadas por el Arzobispado de Madrid, en las que se reunió con el
cardenal Rouco Varela, el portavoz episcopal, José María Gil Tamayo, y el
Nuncio de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini. A la misma hora, en la Ciudad
Financiera del Santander, el presidente Rajoy se veía brevemente con el nuevo
arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, tras una misa por Emilio Botín.
En ambos encuentros el Ejecutivo informó a la
Iglesia de la decisión que iba a tomarse, y de su intención de que la retirada
de la ley no afectara a las relaciones Iglesia-Estado, en un momento de cambio,
con la inminente salida de Rouco (Osoro toma posesión el 25 de octubre). Días
antes, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, viajaba al
Vaticano para explicar la medida al secretario de Estado, Pietro Parolin.
Alejarse de los
'provida'
De acuerdo con fuentes cercanas a la dirección
de la Conferencia Episcopal, el órgano de gobierno de la Iglesia española va a
mantener una política de prudencia ante el anuncio. Oficialmente, el Episcopado
no saldrá a criticar abiertamente la retirada de la reforma de la ley del
aborto, ni avalará las medidas de presión anunciadas por los autodenominados
grupos provida: los obispos no pedirán que no se vote al PP. La nueva cúpula
episcopal, comandada por Ricardo Blázquez y Carlos Osoro, espera llegar a
acuerdos con el Gobierno de Rajoy, aunque siempre que sean preguntados los
obispos españoles defenderán la vida desde su concepción a la muerte.
Ayer tarde, el nuevo arzobispo de Madrid,
preguntado sobre el aborto, dejaba a un lado los anatemas y abogaba por el
acompañamiento a las mujeres que se encuentran en esta situación. “Hemos de
hacer más para acompañar adecuadamente a las mujeres que se
encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como
una rápida solución a sus profundas angustias”, señalaba el sucesor de
Rouco Varela.
La estrategia es parecida a la que, desde
Roma, plantea el Papa Francisco: no romper los puentes de diálogo, pero no
dejar de decir lo que se piensa. Así lo demostraba el portavoz episcopal, José
María Gil Tamayo, al valorar, en su cuenta de Twitter, la retirada de la ley
del aborto: "El 'consenso' electoralista de partido no legitima la muerte
de seres humanos inocentes. Hay principios no negociables".
No obstante, una cosa es la actitud de la casa
de la Iglesia, y otra muy distinta lo que decida opinar cada obispo en su
diócesis. No hay que olvidar que muchos de estos prelados vienen de los tiempos
de la línea dura diseñada por Rouco Varela, y que no es tan fácil cambiar de
nuevo de carril en mitad de la carrera.
El Twitter rebelde de
los obispos
Algunos ya lo han hecho, de modo más o menos
beligerante. Los más ácidos hasta el momento han sido el arzobispo de Toledo,
Braulio Rodríguez, quien en una pastoral exige "tomar partido por la
cultura de la vida o de la muerte", y critica "el sofisma de que los partidarios
del aborto son progresistas y de izquierdas y quienes se oponen al aborto de
derechas y católicos"; y el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla,
quien desde su cuenta de Twitter atacó directamente al presidente del Gobierno:
"#Leydelaborto Que el desamparo de @marianorajoy a miles de vidas humanas
inocentes despierte las conciencias dormidas", dijo el prelado.
Para el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, es
preciso apoyar a los movimientos pro vida que "se expresan en tantos
lugares de España para pedir al Gobierno la coherencia con su promesa y
programa mirando más la dignidad de la persona humana en su derecho a la vida
que la conveniencia falta de unas encuestas". Algo que, parece, no va a
ocurrir. Por su parte, el obispo de Guadix se preguntaba "¿Derecho de
quien? En primer lugar, siempre, del más débil. La vida debe estar por encima
de ideologías e intereses. Esto es progreso".
Finalmente, el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, opina que
"la vida no se negocia como no se negocia la verdad. La vida es lo más
sagrado. Mal negocio es faltar a la verdad y despreciar lo más sagrado".
Fuente: http://www.eldiario.es/
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