Para la presidenta argentina Cristina
Fernández es evidente que no todos los buitres son malos...
nuevatribuna.es |Por Aleardo F. Laría | 24 Septiembre 201419:11h.
La presidenta Cristina Fernández se ha
entrevistado en Nueva York con George Soros, considerado el
especulador financiero más exitoso de la historia. Soros se hizo famoso cuando
consiguió doblegar al Banco de Inglaterra el 16 de septiembre de 1992
provocando la salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo.
Gracias a esa apuesta especulativa contra la libra Soros obtuvo una ganancia de
mil millones de dólares y actualmente ocupa el séptimo puesto entre los hombres
más ricos del planeta. Para la presidenta argentina es evidente que no todos
los buitres son malos, de modo que aquí en adelante a los kirchneristas se les
presenta una nueva dificultad: distinguir a los buitres buenos de los malos.
Soros,
especializado en la especulación de divisas, fundó Quantum Found, uno de los
principales fondos de cobertura (hedge fund) del
mundo. Los fondos de cobertura son los que más se aproximan a lo que el
kirchnerismo ha rebautizado como “fondos buitre”. Se trata de fondos que
operan como vehículos de inversores que prefieren asumir altos riesgos para
obtener elevadas ganancias. Utilizan estrategias sofisticadas, con
apalancamientos arriesgados, jugando en contra de las tendencias del mercado.
No están disponibles para el público en general dado que requieren elevados
mínimos de inversión. Se pueden considerar la expresión más representativa de
la especulación financiera internacional.
A la consideración
de ser el más exitoso buitre de la historia, Soros une otro rasgo que erizaría
la piel de cualquier noble seguidor de la epopeya inaugurada por Néstor
Kirchner. Es un declarado neoliberal, seguidor de Karl Popper, uno de los
filósofos más destacados del liberalismo político autor de “La sociedad abierta
y sus enemigos”. Por tal motivo ha fundado el Open Society Institute desde
donde ha suministrado fondos a todas las causas liberales del mundo. Respaldó
al movimiento sindical anticomunista Solidaridad de
Polonia; a la organización Carta 77 de
Checoslovaquia; y a los promotores de la Revolución Rosa en
Georgia.
Que la presidenta
argentina no haya tenido reparos en reunirse con una persona de estos
antecedentes políticos y financieros no debiera sorprender. Forma parte de las
contradicciones comprensibles en un relato endeble, pueril, construido con muy
pobre información. Hace pocos días la presidente incorporaba a un supuesto
director de American Airlines llamado, James Albaugh (en realidad el CEO de esa
compañía es Doug Parker) en la jaula de los buitres malos. Le atribuía ser,
-o haber sido- asesor del fondo de inversión The Blackstone Group, uno de los grupos acreedores que
entró en la reestructuración de la deuda soberana, aceptó la quita
propuesta por Argentina y es actual tenedor de un importante paquete de acciones
de YPF.
Aunque según Cristina Fernández “todo hace juego con todo”, la
sensación que se tiene después de leer sus discursos y alguno de los tuits
emitidos el día anterior a su partida, es que la presidenta no parece muy
acertada en la caracterización que hace de los fondos de inversión financiera
internacional. Como se evidencia, los coloca en la jaula de los buitres buenos
o malos sin atender a lógica alguna.
Según la Asociación Internacional de Fondos de Inversión (IIFA
por sus siglas en inglés), a finales de 2013, el patrimonio bajo gestión de los
fondos de inversión en todo el mundo era de 29 billones (doce ceros) de dólares
y el de los fondos de pensiones de 23,5 billones. De modo que entre ambos
manejan 52,5 billones de dólares equivalentes al 75,5 % del PBI mundial.
La tipología de
fondos es muy extensa y se calcula que hay más de 75.000 fondos en el mundo.
Además de los hedge founds, existen fondos de
inversión soberana -que pertenecen a estados como Noruega- que son
vehículos financieros creados por los países ricos en materias primas o con
superávit fiscal. Otros son los fondos de inversión éticos, que garantizan a
los inversores que los fondos se canalizarán a empresas que contribuyan al
desarrollo sostenible del planeta. Últimamente han tenido fuerte expansión los
fondos cotizados, que adoptan una política de inversión pasiva, basada en el
seguimiento de índices bursátiles.
El rey de los
fondos de inversión es BlackRock, que maneja un
patrimonio cercano a los 3 billones de dólares (6 veces el PIB de Argentina).
En la Bolsa española es el inversor más fuerte y uno de los principales
accionistas del Banco Santander, del BBVA y de Telefónica. Además es titular de
un importante paquete de acciones de YPF. Fue confusamente introducido en la
jaula de los buitres malos cuando la presidenta CFK pronunció el famoso
discurso en el que anunció que iba a aplicar la ley antiterrorista a los
directivos de la empresa Donnelley (buitres también clasificados como malos).
Trascendió que Miguel Galuccio la llamó espantado para explicarle que si se
retiraba BlackRock las acciones de YPF se caían en picado.
Los fondos de inversión canalizan miles de millones de ahorros
de los particulares y desempeñan un papel esencial en la financiación de
empresas y países. La última estupidez que podía cometer un político en un país
tan necesitado de inversiones como Argentina, es demonizar a los fondos de
inversión. La retórica irresponsable es incompatible con las necesidades de
inversión que permitan poner en valor a las riquezas dormidas de Vaca Muerta.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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