Benito
Sacaluga
25
de septiembre de 2014
A nivel general los partidos denominados de
izquierdas ven como lógico y natural que los votos de la clase trabajadora
deberían ser para ellos en un porcentaje muy alto. Si esto fuese así parece
correcto afirmar que la alternancia en el gobierno se produciría siempre entre
partidos de izquierda o centro-izquierda en cualquier caso. Teniendo en cuenta
la vocación laica de estos partidos políticos es igualmente lógico suponer que
un porcentaje nada despreciable (cada día menor) de la clase trabajadora
optaría por entregar su voto a aquellos partidos de centro que se encontrasen vinculados a la
democracia cristiana. Lo que no cabe suponer como lógico es que los proletarios
regalen su voto a partidos conservadores, de derecha o de extrema derecha, por
supuesto católicos. Algo muy similar podemos observar en España en relación con
el debate monarquía-república,
debate en el que son las fuerzas de la izquierda, con la excepción manifiesta
del PSOE, las que abogan por la República frente a la defensa a ultranza de la
monarquía que ejerce desde 1975 el Partido Popular en obligado respeto a los
deseos de su admirado y fallecido caudillo.
A
pesar de lo anterior, en España es hoy por hoy la derecha dura y católica la
opción más votada de entre todos los partidos que concurren en unas elecciones.
Me atrevo a asegurar que de todos los motivos que desvían el voto de la clase
TRABAJADORA a los partidos aliados del capitalismo, hay dos que para mí son
esenciales.
El
primero es consecuencia de una ausencia de conocimiento o información de lo que
son y pretenden los partidos de izquierdas. El segundo es, en España, una
derivada del franquismo enraizada en el pueblo día a día durante los 40 años de
existencia de una dictadura militar que inculcó en la mayoría de la sociedad
española la demonización de la República y del comunismo y la exaltación de los
postulados de un nacionalcatolicismo extremo. Los que vivieron la guerra y los
que sufrieron las calamidades de la posguerra preferían paz y comida a una
democracia que desde los vencidos se veía totalmente inalcanzable y desde el
lado de los vencedores como un peligro a combatir. La mano de hierro del
aparato franquista impedía cualquier oportunidad de revolución mientras que
Europa y Estados Unidos miraban para otro lado y utilizaban la dictadura
franquista en su propio beneficio. Aquellos que comulgaban con el franquismo a
su vez lo impusieron en sus familias durante varias generaciones y una vez
desaparecido el genocida sus herederos lo hicieron y lo siguen haciendo con sus
descendientes, convirtiéndose sin darse cuenta en prisioneros de una cárcel sin
muros ni rejas. Aquellos españoles que lograron evadirse del lavado de cerebro
franquista y aquellos otros que una vez muerto el dictador tuvieron la ocasión
de saborear la posibilidad de vivir en libertad fueron los que en 1982
consiguieron que un partido de izquierdas se hiciese cargo del gobierno del
país.
Para
intentar cambiar hacia la izquierda la intención de voto de esa clase
trabajadora que aún hoy sigue manteniendo en el poder al partido popular, voy a
RESUMIR a continuación un excelente cuento de Jorge Bucay:
(1)
"....Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba la atención el elefante
que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños.
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una
fuerza descomunales...Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver
al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada
en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin
embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa me parecía obvio que un
animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con
facilidad de la cadena y huir en busca de su libertad. El misterio sigue
pareciéndome evidente. ¿Que lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Pregunté
entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno
de ellos me explico que el elefante no huía porque estaba amaestrado. Hice
entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado ¿por qué lo
encadenan?".
Hace
algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo
suficientemente sabio como, para encontrar la respuesta correcta:
El
elefante del circo no escapa porque ha estado atado a la cadena desde que era pequeño,
muy, muy pequeño.
Cerré
los ojos e imagine al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca e
intentando soltarse con todas sus fuerzas sin conseguirlo. Lo intentó y lo
intentó hasta que aceptó su impotencia y aceptó su destino. Ese elefante enorme
y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, cree que no puede. Tiene
grabado el recuerdo de la impotencia que sintió después de nacer. Y lo peor es
que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente este recuerdo. Jamás, jamás
intentó volver a poner a prueba su fuerza".
Esto
es lo que en parte motiva el voto de los trabajadores a un partido de derechas,
viven condicionados por el recuerdo de una guerra, de una dictadura, de un anti
republicanismo feroz y aceptan las cadenas a pesar de que les impiden ser
libres. Cuando a veces sienten los grilletes y hacen sonar las cadenas, miran
de reojo la estaca y piensan: No puedo, nunca podré...además aquí estoy bien.
Acabemos
ya de una vez con estas imaginarias cadenas. Los absolutistas partidarios de
Fernando VII de Borbón gritaban a su paso: !Vivan las cadenas¡, no hagamos
nosotros lo mismo con su descendiente Felipe VI.
(1) Extractado de "El elefante
encadenado". Déjame que te CUENTE. Jorge Bucay. ISBN: 978-84-9298-187-8.
RBA Editores
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