Víctimas asturianas del franquismo
presentan tres denuncias por desapariciones y asesinatos tras el golpe de
Estado y otras cuatro por torturas durante la represión de huelgas mineras
Estos casos engrosan los entregados en
varias ciudades españolas desde que Argentina abrió sus oficinas consulares, que se suman a las presentadas en Londres y
Santiago de Chile
03/05/2014 -
19:32h
Asturianos entregan al Consulado argentino denuncias por represión en el
franquismo
A Anita Sirgo le
afeitaron la cabeza con una navaja, a tirones. Recuerda la camiseta blanca
manchada de sangre de su torturador. Miembros de las fuerzas policiales de
represión franquista le habían reventado antes un tímpano, a golpes. La
detuvieron por participar en la huelga minera de Asturias en 1962.
En 1936, Clemente
Amago era alcalde de San Tirso de Abres. Escondido en el monte, cayó en manos
falangistas, delatado. Su mujer y su hijo le vieron una última vez. Yacía en un
camión camino de Lugo, moribundo, el rostro hinchado, desfigurado.
78 años después,
Manuel Amago denuncia a los asesinos de su abuelo. El Consulado argentino en
Madrid ha recibido un total de siete denuncias de asturianos víctimas de la
represión franquista, organizadas por la Comuna de Asturias, grupo incluido en la
Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina ( CeAQUA). "No quiero
morirme sin ver a mi torturador sentado en el banquillo", dice Anita
Sirgo. Siete cicatrices sin reparar, desapariciones y asesinatos fruto del
alzamiento golpista, torturas y detenciones para acallar la lucha minera.
El cónsul argentino
remitirá los testimonios a la jueza María Servini de Cubría, que instruye en el
Juzgado Federal 1 de Buenos Aires la Causa 4591/10 por delitos de genocidio y
crímenes de lesa humanidad cometidos en España por la dictadura. Según la
abogada Ana Messuti, desde que Argentina abrió sus oficinas consulares en
septiembre de 2013 se han presentado denuncias "en varias ciudades
españolas, y en otras ciudades del mundo como Londres y Santiago de
Chile". Junto a la querella –requiere ser víctima directa o familiar, más
un poder notarial–, la denuncia –una fórmula más "práctica"– es otra
forma de participar en el juicio al franquismo. Existen diferencias, "pero
en cuanto a la posibilidad de que resulten imputaciones de las denuncias, es la
misma que en el caso de las querellas".
"No hay un día
que no lo recuerde"
Faustino Sánchez
García, Fausto, refiere patadas, golpes, tímpanos reventados, costillas
rotas, el cuerpo desnudo frente a los torturadores. "No hay ni un solo día
en la vida que no lo recuerde", insiste. Cuando piensa en las
"caídas", detenciones, la voz se le quiebra. Anita Sirgo detalla
salpicaduras de sangre en las paredes del pasillo, en las celdas… y en la
camiseta blanca que el capitán Caro Leiva "lucía orgulloso para amedrentar
al siguiente" tras cada sesión.
Clemente Amago. |
Retienen en la
memoria, como Manuel José García Valle, José el Gallego, y Vicente
Gutiérrez Solís, los nombres de sus "verdugos": el inspector de
policía y miembro de la Brigada Político Social Pascual Honrado de la Fuente,
el capitán de la Guardia Civil Fernando Caro Leiva, el comisario Claudio Ramos
o los sargentos "Osorio y Pérez y el guardia Sevilla".
Aún están vivos, de
modo que las víctimas exigen su extradición a Argentina. "Que se acabe la
impunidad", apunta Fausto.
Anita, que sumó
detenciones hasta el final de la dictadura, vivió su propia cima como víctima a
manos de Caro Leiva. Deben existir pesadillas con una camiseta blanca salpicada
en sangre. A El Gallego, detenido en 14 ocasiones, le sacaron "a
pasear" por Langreo el 7 de agosto de 1963, en plena represión de las
huelgas mineras. Una vez de espaldas, dispararon al aire, esperando que un
"intento de fuga" fuera la coartada perfecta. Lo cuenta casi sin
mover un músculo.
"La represión fue
en todos los extremos de la vida", detalla Gutiérrez Solís, militante
comunista con responsabilidad en los pozos asturianos desde 1955. "He sido
torturado, apaleado, pasé por la cárcel, sufrí deportación, exilio y el despido
injustificado de la empresa donde trabajaba". "No se trata de buscar
venganza sino justicia", repite. También que es "vergonzoso" que
las víctimas del franquismo deban recurrir a Argentina "después de 39 años
de democracia".
La lucha de los nietos
por sus desaparecidos
Aida Alvaré Marqués y José Martínez Vázquez. |
La segunda vertiente
de las denuncias asturianas aporta la lucha de los nietos. A Jesús Fernández,
albañil de Mantarás (Tapia), un grupo de falangistas conocido como El
Cangrexo lo sacó de la cárcel para fusilarlo.
Era noviembre del 36,
tenía 33 años. Su mujer y su hija, nacida seis días antes, no supieron nada más
de él. Su nieto, Xosé Miguel Soler, no sabe dónde está enterrado. Su caso, y
otros que constan en su denuncia, ejemplifican los crímenes cometidos en la
zona occidental asturiana.
Jesús Fernández. |
"Vamos a
denunciar los asesinatos, la cárcel y las desapariciones de nuestros cuatro
abuelos". María José Martín, y su familia, buscan "en el consulado
argentino la justicia que no nos da el Estado español".
Los cuerpos sin vida
de Aida Alvaré Marqués y José Martínez Vázquez quedan abandonados en la playa
de Salinas. Octubre de 1937. "Posiblemente se los haya llevado la
mar". José Antonio Abargues Perles se incorporó al frente en defensa de la
República. Los golpistas lo ejecutaron por "rebelión militar" en
septiembre del 39. Su mujer, Josefa Dávila Álvarez, embarazada y con seis
hijos, quedó presa hasta 1943. Sobrevivió.
Josefa Dávila Álvarez y José Antonio Abargues Perles.
Clemente Amago era
alcalde de San Tirso por el Partido Socialista al estallar la guerra civil.
Quiso escapar, pero unos vecinos le delataron. El primer día de septiembre
acabó "torturado por cuatro falangistas del pueblo". Lo vieron una
última vez, medio muerto, su cara apenas reconocible.
Su familia, que
convivió "toda la vida con los asesinos", recibió meses después el
reloj del que nunca se separaba y, tras la contienda, una multa de 200 pesetas
por abandono del puesto de regidor, según las autoridades franquistas.
Cómo participar en el
juicio al franquismo
Existen tres modalidades para entrar en la
causa Argentina contra la represión franquista: querella, denuncia y adhesión.
Desde septiembre de 2013, Argentina habilitó sus consulados en todo el mundo
para recibir denuncias de víctimas del franquismo y evitar así que los
denunciantes tengan que viajar a Buenos Aires. La Coordinadora Estatal de Apoyo
a la Querella Argentina (CeAQUA) informa y asesora sobre estas vías. "Las
denuncias se distinguen de las querellas principalmente por las personas que
las pueden presentar", dice la abogada Ana Messuti. El querellante tiene
un "papel más activo en el proceso", mientras la denuncia es más
"práctica" y suele adquirir "esa dimensión social tan
necesaria".
Como querellante:
Víctimas directa de la represión fascista o quien tenga relación de parentesco
con la persona represaliada. Es el modo más activo: el querellante puede
impulsar el proceso, solicitar diligencias, proporcionar elementos de prueba,
argumentar y presentar recursos. Quien haya presentado querella, debe
ratificarla ante la jueza Servini durante su visita a España. Entre la
documentación necesaria: confirmación de parentesco, otorgamiento de poder notarial
a los abogados para la gestión en Buenos Aires y testimonio con texto
explicativo de la denuncia.
Como denunciante:
Cualquier persona que se considere lesionada por hechos cometidos durante el
franquismo o que, sin haber sido víctima, tenga noticias de su comisión. Deben
ratificar denuncia ante la jueza. Similar a la modalidad de querellante, pero
sin necesidad de otorgar poderes notariales. El resto, igual: testimonio y
documentación. Desde septiembre de 2013 Argentina habilitó sus consulados en todo
el mundo para que puedan recibir denuncias de víctimas del régimen franquista,
evitando así que los denunciantes tengan que desplazarse a Buenos Aires. En
España, las oficinas consulares están en Madrid, Barcelona, Vigo y Cádiz.
Como adherente:
Cualquier persona que manifieste su apoyo a la causa contra el franquismo y
rellena un formulario de adhesión.
Fuente: www.eldiario.es
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