Un historiador descubre que 2.000 oficiales
crearon un grupo de defensa tras la guerra
El canciller Konrad Adenauer, el
segundo por la derecha, pasa revista a una compañía en 1956. / France Presse
Alemania acaba
de descubrir un sorprendente capítulo inédito de su historia reciente. Después
de la II Guerra
Mundial, antiguos oficiales de la Wehrmacht, las fuerzas armadas de
la Alemania nazi, y de la Waffen-SS, el brazo armado de la SS, formaron un
ejército secreto para proteger el país de un supuesto ataque de la Unión
Soviética. Un proyecto, descubierto casualmente ahora, que podría haber provocado
un gran escándalo en aquella época. Durante casi seis décadas, los documentos
que demuestran su existencia han permanecido ocultos en los archivos del
Servicio de Inteligencia de Alemania (BND).
Alrededor de 2.000 veteranos nazis decidieron formar
un ejército en 1949 a espaldas del Gobierno federal y los Aliados. El objetivo
de los oficiales era defender a la naciente República Federal de Alemania de la
agresión del Este en las primeras etapas de la guerra fría y, en el frente
nacional, desplegarse contra los comunistas en caso de una guerra civil.
El coronel Schnez montó el ejército de espaldas al
Gobierno, pero cuando el canciller Adenauer lo supo, lo consintió
El canciller alemán Konrad Adenauer no se
enteró de la existencia de una conspiración en la sombra hasta 1951, pero no
tomó medidas claras contra esta organización ilegal. De acuerdo con la
documentación encontrada, en caso de una movilización, el ejército contaría con
40.000 soldados. El principal organizador era Albert Schnez, que había servido
como coronel en la II Guerra Mundial. A finales de los años cincuenta formó
parte del entorno del ministro de Defensa Strauss y posteriormente fue jefe del
Estado Mayor bajo el mandato de Willy Brandt.
Las declaraciones de Schnez citadas en los documentos
sugieren que el proyecto de creación de un ejército clandestino también fue
apoyado por Hans Speidel —se convertiría en el comandante supremo de la OTAN
del Ejército Aliado en Europa Central en 1957— y por Adolf Heusinger, primer
inspector general del Bundeswehr (Ejército federal).
El historiador Agilolf Kesselring encontró los
documentos —que pertenecían a la Organización Gehlen, el anterior Servicio de
Inteligencia— mientras investigaba para el BND. Kesselring tiene especial
interés por la propia historia militar de su familia. Su abuelo fue mariscal de
campo durante la II Guerra Mundial y comandante en el Tercer Reich, con Schnez
como subordinado. En su estudio, Kesselring disculpa con frecuencia a Schnez.
Nada menciona sobre sus vínculos con la extrema derecha y describe sus labores
de espionaje a supuestos izquierdistas como “controles de seguridad”.
El proyecto comenzó durante la posguerra en Suabia,
una región que rodea Stuttgart, donde Schnez comercializaba madera, textiles y
artículos para el hogar al tiempo que organizaba veladas para veteranos de la
25ª División de Infantería, donde él había servido. Pero sus debates siempre
giraban alrededor de la misma pregunta: ¿qué debemos hacer si los rusos y sus
aliados de Europa del Este nos invaden?
Para dar respuesta a esa amenaza potencial, Schnez
pensó en fundar un ejército. Y aunque no respetó las ordenanzas de los Aliados
—las organizaciones militares o "de tipo militar" estaban
prohibidas—, rápidamente se convirtió en algo muy popular. Su ejército empezó a
tomar forma en 1950. La red de Schnez recaudó donaciones de empresarios y de
antiguos oficiales de ideas afines, contactó con grupos de veteranos de otras
divisiones y acordó con empresas de transporte la entrega de vehículos.
El mariscal Albert Schnez en 1968. / Bundesarchiv |
Anton Grasser, antiguo general de Infantería, se ocupó
del armamento. Comenzó su carrera en el Ministerio del Interior supervisando la
coordinación de la policía alemana. Quería utilizar sus activos para equipar a
las tropas en caso de conflicto. No hay ninguna señal de que el entonces
ministro del Interior, Robert Lehr, estuviera informado de estos planes.
Schnez quería crear un ejército con unidades formadas
por antiguos oficiales pertenecientes a cuerpos de élite de la Wehrmacht, que
podrían desplegarse con rapidez en caso de un ataque. De acuerdo con los
documentos desclasificados, la lista incluía empresarios, representantes de
ventas, un comerciante, un abogado penalista, un instructor técnico e incluso
un alcalde. Es de suponer que todos ellos eran anticomunistas y, en algunos
casos, estaban motivados por un deseo de aventura. Un ejemplo: el teniente
general retirado Hermann Hölter "no se sentía feliz trabajando solo en una
oficina".
Quedaba por determinar dónde podrían reubicarse en
caso de emergencia. Schnez negoció con algunas poblaciones suizas, que
mostraron "su desconfianza". Más tarde planificó un posible traslado
a España que utilizaría como base para combatir del lado de los
estadounidenses.
En su búsqueda de financiación, Schnez solicitó la
ayuda de los servicios secretos de Alemania Occidental en el verano de 1951.
Durante una reunión celebrada el 24 de julio de 1951, Schnez ofreció los
servicios de su ejército en la sombra a Gehlen —jefe del servicio de
inteligencia— para "uso militar" o "simplemente como una fuerza
potencial", ya fuera en un Gobierno alemán en el exilio o de los aliados
occidentales.
Una anotación en los documentos de la Organización
Gehlen afirma que Gehlen y Schnez "habían mantenido durante mucho tiempo
relaciones de carácter amistoso". El escrito también indica que los
servicios secretos ya conocían la existencia de un ejército clandestino.
Es probable que el entusiasmo de Gehlen por la oferta
de Schnez hubiera sido mayor si se hubiera producido un año antes, cuando
estallaba la guerra de Corea. En aquel momento, Bonn y Washington habían
considerado la posibilidad de, "en caso de que se produjera una
catástrofe, reunir a los miembros de las antiguas divisiones alemanas de élite,
armarlos y luego asignarlos a las fuerzas aliadas".
Un año después, la situación había cambiado, y
Adenauer había desestimado esa idea. En cambio, presionó para que Alemania
Occidental se integrase profundamente en Occidente e impulsó asimismo el
establecimiento del Bundeswehr. El grupo ilegal de Schnez poseía la capacidad de
poner en peligro esa política, ya que, si su existencia era de dominio público,
podría haber desatado un escándalo internacional. Aun así, Adenauer decidió no
tomar medidas contra la organización de Schnez.
El personal de Gehlen contactaba frecuentemente con
Schnez. Además, ambos llegaron a un acuerdo para compartir datos secretos
procedentes del servicio de inteligencia. Schnez se jactaba de tener una unidad
de inteligencia "particularmente bien organizada". A partir de ese
momento, la Organización Gehlen se convirtió en el destinatario de informes
sobre antiguos soldados alemanes que presuntamente se habían comportado de
forma "indigna" como prisioneros de guerra de los rusos, insinuando
que habían desertado para apoyar a la Unión Soviética. En otros casos informaba
de "personas sospechosas de ser comunistas en Stuttgart".
Con todo, Schnez nunca consiguió beneficiarse del
dinero que recibía. Gehlen solo le entregaba pequeñas cantidades que se
agotaron en el otoño de 1953. Dos años después, los primeros 101 voluntarios se
alistaron en el Bundeswehr. Así pues, con el rearme de Alemania Occidental, el
ejército de Schnez resultó innecesario.
Schnez falleció en 2007 sin haber revelado
públicamente ninguna información acerca de los acontecimientos. Lo único que se
conoce es gracias a los documentos en los archivos clasificados del BND bajo el
título engañoso de "Seguros". Alguien tenía la esperanza de que nunca
nadie encontrara un motivo para interesarse por ellos.
© Der Spiegel, 2014
Traducción de Virginia Solans
Fuente: www.elpais.com
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