Lunes, mayo 12, 2014
El
titular de este diario del pasado día 29 diario informando sobre la precampaña
electoral que está llevando cabo el Partido Popular cara a las próximas
elecciones europeas era el siguiente: “El PP instruye a sus cargos para que
cuelguen al “tripartito” la etiqueta de violento y anticatólico”. O sea que
según los populares la izquierda es violenta y anticatólica. Con respecto a la
violencia solamente recordar que el asesinato de los abogados laboralistas perpetrado
en su despacho de la calle Atocha en Madrid el 24 de enero de 1977 no fue
precisamente perpetrado por la izquierda. En cuanto a que la izquierda es
anticatólica es mucha presunción, demasiada, por parte de la derecha. Si ser
anticatólico es criticar el que la beatificación o santificación de Juan XXIII
y de Juan Pablo II ha costado mucho más de los ocho millones de euros que en
principio previeron en Roma que costaría tal evento, si esto merece que sea
públicamente criticado seguro que la derecha dirá que quien así lo hace es
anticatólico, pero seguro estoy también de que muchos pensarán que a cuantas
personas necesitadas se podría haber destinado este dinero para paliar aunque
solo fuera por un corto espacio de tiempo las calamidades que están pasando. De
esto la derecha no dice nada. Por lo visto, según ellos, el verdadero
catolicismo está en despilfarrar el dinero en fastos y fatuos acontecimientos.
Del costo de la visita del Papa a Valencia en 2006 solo se sabe que ocho años
después aún se están pagando parte de los gastos ocasionados. Hace muy pocos
días Cáritas Europa, Cáritas es a mi modo de ver la Iglesia real, la que de
verdad está al lado de los menesterosos, los jerarcas eclesiásticos no andan
por el mismo lado, publicaba un informe en el cual denunciaba la pobreza
infantil existente en nuestro continente y que España era el segundo país de la
UE con más pobreza infantil tras Rumanía que ocupa el primer lugar. El informe
era aterrador. Creo que todos recordamos aquel llamamiento del obispo de la
Diócesis Orihuela-Alicante pidiendo a los fieles y curas que donaran la paga
extra a los pobres, así como el de los párrocos pidiendo un día de sueldo a sus
feligreses para colaborar con los afectados por la crisis. Seguro estoy de que
los santificados Juan XXIII y Juan Pablo II hubiera deseado un reconocimiento
menos ostentoso y que ese dinero se hubiera empleado en socorrer a los
necesitados que sin duda alguna es lo que Dios y su Hijo también hubieran
deseado, pero el problema, el verdadero problema, es que la Iglesia dispone de
un material humano muy escaso y nada cercano a la realidad de los problemas de
la gente, esta escasez de valores viene desde los tiempos de Jesús que contando
con doce discípulos o apóstoles tuvo, o se vio obligado, que encargar a aquel
que en una noche le negó tres veces que construyera su Iglesia. Esto sigue
vigente. El boato, el despilfarro y el lujo cada vez se acentúan más en la
Iglesia Católica, en esa Iglesia pobre para los pobres que desea el Papa
Francisco, creo entender, lo tengo muy claro, que el actual Pontífice quiere
una Iglesia para todos y no una Iglesia para los ricos y otra para los pobres
como, según parece ser, pretenden algunos. Buena prueba de ello es la
pretendida, por parte de Rouco Varela, construcción de una especie de
“mini-Vaticano” en Madrid compuesto por cuatro plantas y 14.000 metros
cuadrados con un aparcamiento de 200 plazas, una residencia de sacerdotes de
tres plantas y una biblioteca diocesana de 6.000 metros cuadrados, un periódico
publicó el boceto del proyecto y aquella era fastuoso. No se habló del coste,
pero creo que todos nos lo imaginamos. El proyecto fue abortado por el Tribunal
Supremo porque violaba la normativa en una zona de especial protección.
Seguramente que también se recordará a aquel obispo alemán despilfarrador al
que el Papa Francisco apartó por haberse gastado 40 millones de euros en la
construcción de su residencia cuando el presupuesto era de 5,5 millones de
euros. Por lo visto 5,5 millones es lo que “normalmente” se puede gastar en una
residencia para un obispo. No creo que haga falta poner más ejemplos, aquí
nadie de izquierdas es anticatólico puede que sea anticlerical, que aunque
ambas posiciones son bastante cercanas no significan lo mismo. ¿Qué es ser
anticatólico? Conozco a multitud de personas de izquierdas que son creyentes,
es mi caso, pero que en absoluto por el hecho de no asistir a misa son
anticatólicas. El respeto a Dios y a su hijo se concreta en la obligación por
parte de todos, incluidos los prebostes de la Iglesia Católica, de remediar el
hambre y las calamidades que cada vez con más virulencia sufre la humanidad y
no con aquellos que están despojando a los ciudadanos de sus derechos y de su
bienestar como está haciendo el Partido Popular y le ponen, con toda osadía, a
otros la etiqueta de “anticatólicos”.
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