14 Mayo 2014 -
10:29 h.
En el
panorama político español, aparecen -simplificando en demasía- la derecha y la
izquierda. Algunas opciones que se autoproclaman el centro, sus comportamientos
políticos las contradicen, situándose claramente a la derecha. La derecha del
Partido Popular funciona como una máquina compacta y uniforme, ya que dentro de
ella conviven sin excesivos problemas desde la extrema derecha hasta un
“centro” en un espacio político atrápalo todo. La excepción son el surgimiento
reciente de VOX, y Ciutadans, hasta hace poco ubicado solo en Cataluña, aunque
ahora ha saltado a nivel del Estado; y algunos otros grupos como Unión del
Pueblo Navarro, Coalición Canaria o Partido Aragonés. El peso específico de
estos grupos es reducido, e incluso, a veces se han presentado en coalición con
el PP o han secundado sus políticas.
En España no
existe un Frente Nacional como en Francia, los Nuevos Finlandeses o Aurora
Dorada de Grecia, lo que no impide que no pocos votantes y dirigentes del PP
ideológicamente se sientan identificados con estos grupos políticos. No
obstante, la situación del PP es distinta en Euskadi y Cataluña, donde unos
partidos nacionalistas claramente de derechas ocupan una parte importante su
espacio político. En las elecciones generales del 20-N del 2011 el PP alcanzó
el 20,7% y 17,8% en Cataluña y Euskadi respectivamente mientras que a nivel
estatal 44,62%. Esos porcentajes variaron considerablemente en las autonómicas
de 2012, ya que el PP solo alcanzó el 12,99% en Cataluña y 11,73% en Euskadi,
aunque esta circunstancia es normal. Los partidos nacionalistas son más votados
en las elecciones autonómicas que en las generales.
En cuanto a
la Izquierda o Izquierdas, aún aceptando que alguno pueda cuestionarlo,
considero que el PSOE por su historia y su trayectoria hasta hace poco hay que
ubicarlo a la izquierda. A su izquierda hay todo un espectro variado de grupos
desde IU, ERC, BNG, CHA, Amaiur, Compromís. ..Mas luego hay que añadir las
nuevas apariciones Podemos o el Partido X, por citar las más importantes. Sea
como fuere lo cierto e incuestionable es que el espacio político de las
izquierdas está enormemente fragmentado, y no solo fragmentado, sino que entre
los diferentes grupos se ha dado y sigue una lucha encarnizada a muerte entre
ellos, olvidando cuál es su verdadero enemigo. Como muy bien dice el filósofo y
extraordinario periodista comprometido, Antonio Aramayona “Arias Cañete,
fue designado a dedo, con asentimiento generalizado y sin disensos apenas
perceptibles. En la izquierda, sin embargo, en el río revuelto de la
disgregación y la desunión, van formándose subgrupos, liderado cada uno de
ellos por un ente-alfa y en cuyo seno cada miembro está convencido de poseer la
verdad y de que el resto está equivocado a no ser que se integre en el subgrupo
propio. Todas estas alternativas de izquierda, sin entrar en detalle en el mar
de siglas ya actualmente existente, son una prueba de la autodestructiva falta
de unidad y de responsabilidad política y social que sigue aturdiendo a las
fuerzas de la izquierda”. No hará falta señalar a quién beneficia tal
fragmentación, por ello no resulta descabellado pensar que alguno de estos
grupos de izquierdas haya sido creado a instancias de la derecha, a modo
de una Quinta Columna. Mas esta situación no solo acontece en España, se da en
otros muchos lugares. Al respecto me aparece muy oportuna La Primera Carta a
las Izquierdas de Boaventura de Sousa Santos, que deberían leer y
servir de profunda reflexión a todos aquellos dirigentes políticos que se
autoproclaman de representar con exclusividad a la izquierda. Ahí va lo
que nos dice el sociólogo portugués y un referente claro para la izquierda.
Es un documento breve, pero de una enjundia y calado político
impresionante.
“No pongo en
cuestión que exista un futuro para las izquierdas, pero no será una continuación
lineal de su pasado. Definir lo que tienen en común equivale a responder la
pregunta: ¿qué es la izquierda? La izquierda es un conjunto de posiciones
políticas que comparten el ideal de que los seres humanos tienen todos el mismo
valor, y que son el valor más alto. Ese ideal es puesto en cuestión siempre que
hay relaciones sociales de poder desigual, esto es, de dominación. … El
capitalismo no es la única fuente de dominación, pero es una fuente importante.
Las diferentes comprensiones de este ideal produjeron diversas fracturas. Las
principales fueron respuestas opuestas a las siguientes preguntas. ¿Puede el
capitalismo ser reformado para mejorar la suerte de los dominados, o esto sólo
es posible más allá del capitalismo? ¿La lucha social debe ser conducida por
una clase (la clase obrera) o por diferentes clases o grupos sociales? ¿Debe
ser conducida dentro de las instituciones democráticas o fuera de ellas? ¿El
Estado es, en sí mismo, una relación de dominación, o puede ser movilizado para
combatir las relaciones de dominación?
Las
respuestas opuestas a estas preguntas estuvieron en el origen de violentas
fracturas. En nombre de la izquierda se cometieron atrocidades contra la
izquierda; pero, en su conjunto, las izquierdas dominaron el siglo XX (a pesar
del nazismo, el fascismo y el colonialismo) y el mundo se volvió más libre e
igualitario gracias a ellas. Este siglo corto de las izquierdas terminó con la
caída del Muro de Berlín. Los últimos treinta años fueron marcados, por un
lado, por una gestión de ruinas y de inercias y, por el otro, por la emergencia
de nuevas luchas contra la dominación, con otros actores y otros lenguajes que
las izquierdas no pudieron entender.
Mientras
tanto, liberado de las izquierdas, el capitalismo volvió a mostrar su vocación
antisocial. Ahora vuelve a ser urgente reconstruir las izquierdas para evitar
la barbarie. ¿Cómo recomenzar? Con la aceptación de las siguientes ideas:
1º) El
mundo se diversificó; no hay internacionalismo sin interculturalismo.
2º) El
capitalismo concibe a la democracia como un instrumento de acumulación; si es
preciso, la reduce a la irrelevancia y, si encuentra otro instrumento más
eficiente, prescinde de ella. La defensa de la democracia de alta intensidad
debe ser la gran bandera de las izquierdas.
3º) El
capitalismo es amoral y no entiende el concepto de dignidad humana; defender
esta dignidad es una lucha contra el capitalismo y nunca con el capitalismo.
4º) La
experiencia del mundo muestra que hay inmensas realidades no capitalistas,
guiadas por la reciprocidad y el cooperativismo, a la espera de ser valoradas
como el futuro dentro del presente.
5º) El
siglo XX reveló que la relación de los humanos con la naturaleza es de
dominación; el crecimiento económico no es infinito.
6º) La
propiedad privada sólo es un bien social si es una entre varias formas de
propiedad; hay bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire).
7º) El siglo
corto de las izquierdas fue suficiente para crear un espíritu igualitario entre
los seres humanos; éste es un patrimonio de las izquierdas que ellas han estado
dilapidando.
8º) El
capitalismo precisa otras formas de dominación para florecer, del racismo al
sexismo y la guerra, y todas deben ser combatidas.
9º) El
Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad monstruo, pero, sin él, muchos
otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de ángeles indefensos.
Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca.
Con estas
ideas, las izquierdas seguirán siendo varias, aunque ya no es probable que se
maten unas a otras y es posible que se unan para detener la barbarie que se
aproxima.”
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