16 de
mayo de 2014 05:00
En la campaña electoral
más insulsa desde que recuperamos la democracia se nos ha hurtado hasta lo que
debería ser el debate central: en qué Europa queremos vivir. Enredados, otra
vez, en la opción binaria, el debate europeo ha quedado tan escondido que estas
elecciones se han transformado en una especie de ensayo previo a las próximas
convocatorias que se celebrarán en España. Y sin embargo, ahora menos que
nunca, los ciudadanos deberíamos resignarnos a estos trucos electorales porque,
lo queramos o no, cuando el domingo 25 de mayo depositemos nuestro voto
estaremos avalando o rechazando la política económica y social que nos ha
destrozado la vida en los últimos cinco años.
Desde que estalló la crisis en el 2009, la Comisión
Europea, dominada por la derecha económica y política, nos ha impuesto a todos,
pero en especial a los países del sur, una durísima política de austeridad y de
recortes, de perdida de derechos laborales y sociales, de deterioro de los servicios
públicos, de devaluación salarial de tal intensidad que ponen en cuestión las
propias señas del Estado del bienestar que colocaba a la Unión Europea como un
referente mundial en progreso social y en nivel de vida de la gente.
Los europeos estamos pagando un altísimo precio en
términos de empobrecimiento, de desigualdad, de falta de confianza en el
futuro, un enorme dolor impuesto por la derecha alemana para hacernos pagar la
penitencia de un pecado que nosotros, los ciudadanos, no hemos cometido nunca.
Un precio excesivo para una política fracasada, porque
la UE está a la cola de la recuperación económica, porque el desempleo está en
máximos históricos y porque la deuda pública, cuyo control se dice que es el
objetivo final, lejos de bajar no para de subir.
El resultado de las elecciones del domingo tendrá
múltiples lecturas, pero la fundamental es la que haga Merkel y ella lo tiene
muy claro: si los ciudadanos del sur de Europa, si los españoles, votan a
partidos que defienden esa política, estarán avalando de forma explícita la
continuidad de ese modelo.
Píenselo bien cuando el domingo acuda a su colegio
electoral y elija papeleta. Piense en su salario, en la pensión de su madre, en
su cuñado en paro, en el colegio de sus hijos, en su centro de salud, en su
abuelo dependiente? recuerde lo que ha pasado en estos cinco años y vote
pensando en lo que le gustaría que pasase en los próximos cinco. Hágalo, rompa
con la resignación en la que nos quieren instalar, que no hay alternativa. Diga
alto y claro lo que no le gusta. Repita en las urnas lo que lleva cinco años
diciendo en la calle. Lo contrario seria no votar con la cabeza.
Fuente: www.lavozdegalicia.es
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