Mayo 11, 2014 - Víctor J. Sanz
Los empresarios que
susurraban a los políticos >>
Ahora que estamos en campaña electoral y que, por lo tanto, pasamos de
ser considerados amenazas potenciales para el sistema a ‘ciudadanos
de una democracia con derecho a voto’ —pero solo por un rato, el que dura el
acto de meter la papeleta en la urna—, ahora que estamos en campaña, decía. Los
políticos nos regalan los oídos con lo que queremos oír —a sabiendas de que no
lo van a cumplir, porque en realidad no son ellos los que gobiernan—, cuando
ellos escuchan a su vez, por boca de los empresarios, lo que realmente se podría
considerar como el verdadero e impresentable programa electoral. El verdadero
programa electoral es Impresentable en cuanto a que no se puede presentar tal
cual ante la opinión pública, ¿se imaginan? “españoles, les prometo que, si nos
votan, tendrán que aceptar un trabajo aunque sea en Laponia” A un español
me lo imagino yéndose a Laponia a trabajar porque no lo va a quedar más
remedio, pero lo que no me puedo imaginar es a un político yéndose a Laponia…,
quita, quita, pues si ya nos cuestan un ojo de la cara en dietas teniendo que
desplazarse y alojarse en la misma ciudad donde viven y donde tienen y
mantienen —algunos hasta 3— casas, no quiero ni pensar las dietas que a
decretazo aprobarían si les mandásemos a Laponia.
Ese programa electoral real y oculto va saliendo poco a poco a la
luz, en forma de susurros que los empresarios hacen al oído a los políticos,
recordándoles para quién trabajan, no quién les paga, sino para quién trabajan;
que no somos los mismos. Si estamos atentos, podemos ver fluir ese programa
electoral oculto nada más cerrarse las urnas —para qué esperar más—, lo vemos
fluir supurando del cadáver de la democracia en descomposición.
Abre la boca Juan Rosell y…, deseo concedido; o, mejor dicho, orden
cumplida. Cuando en el pasado mes de febrero Rosell pedía una rebaja generalizada de impuestos, estaba trazando una línea más, una orden
más en el programa electoral del PP. La petición, ni que decir tiene, es una
trampa semántica; pues pide una rebaja, sí; de impuestos, sí; generalizada; sí,
pero, y aquí está el truco, de qué impuestos: cotizaciones, IRPF,
impuestos de Sociedades, eliminar Patrimonio y elevar mínimo exento de
Sucesiones. Salvo el IRPF que también afecta a las personas que trabajan de
verdad, todos los demás son de interés exclusivo de los empresarios y de las
personas con las rentas más altas. Pero es que también el IRPF lo es porque que
a un trabajador le baje el IRPF de un 20% a un 18%, pues le suponen unos euros
extra al mes, está claro; pero cuánto no le supondrá a quien le baje el IRPF
del 45% al 43%. También un 2% sí, pero no sobre la misma cantidad; y esto
suponiendo que estemos hablando de rebajas lineales. Pero cuando estos
empresarios hablan en términos lineales, resulta que la línea siempre es en
diagonal con la parte más ventajosa, según los casos, hacia ellos y sus rentas.
Para compensar esta bajada generalizada de impuestos, este amigo del dinero
público, pide nada más y nada menos que se suba el IVA, ese impuesto que sí
entiende de clases sociales y perjudica más a las menos pudientes.
Para ir completando la redada fiscal que planean contra los honrados,
ahora piden desde Europa que se vuelva a aumentar el tipo de IVA. ¿Están todos en la misma sintonía o es que
solo hay una sintonía?
Víctor J. Sanz
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