Mientras Jordi Pujol basaba su liderazgo en un discurso de
principios y valores, tuvo durante más de treinta años fondos ocultos a la
hacienda pública
26/07/2014
- 13:24h
Jordi Pujol es el primero en saber que su confesión ha
generado un profundo sentimiento de estafa moral e intelectual entre cientos de
miles de catalanes. Mientras escribía el principal relato político de la
Catalunya contemporánea, Jordi Pujol mantenía importantes fondos en paraísos
fiscales. Mientras basaba su liderazgo en un discurso de principios y valores,
tuvo durante más de treinta años fondos ocultos a la hacienda pública. Jordi
Pujol se dirige ahora a "los que se han sentido defraudados en su
confianza"; habla de "dolor" y pide perdón. Porque sabe que el
día 25 de julio del 2014, el día de su confesión, se ha roto uno de los grandes
espejos en el que una parte de Catalunya se miró durante décadas.
Jordi Pujol significó la resistencia de cierta pequeña
burguesía catalana al franquismo; fue una pieza clave en la construcción del
ideario catalanista y creó el movimiento nacionalista que, con su hegemonía, le
mantuvo 23 años en la presidencia de la Generalitat. Fue, en definitiva, un
líder político e ideológico decisivo en la configuración de la Catalunya
contemporánea. Tanto es así, que sin su tránsito intelectual del autonomismo al
independentismo no se entiende en toda su dimensión el proceso que vive
Catalunya en los últimos años.
Ahora ya no es posible hablar de los hijos díscolos de
un padre entregado al país, a la patria. Porque ahora es el padre de los siete
hijos y también de una determinada Catalunya el que ha confesado ser el único
responsable de lo publicado hasta ahora y de lo que está por venir. ¿Y qué
ocurrirá ahora con esa autoridad moral que cientos de miles de catalanes de
diversas generaciones habían otorgado a Jordi Pujol? De momento, existe un
sentimiento de vacío, de desconcierto, que aún es imposible calibrar en toda su
dimensión.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, se ha
apresurado a decir que era un tema familiar que nada tenía que ver con
Convergència Democràtica de Catalunya, el partido-movimiento creado por Jordi
Pujol en 1978. Pero Mas sabe que no es así. Pujol es el gran referente
del partido y, especialmente, de su base social. Su confesión es un duro golpe
en el peor momento, cuando el proceso soberanista entra en una de sus fases
decisivas.
Podría decirse que la confesión certifica el fin del
pujolismo y sirve para pasar página de una historia superada, como si se
arrojara lastre para emprender la nueva etapa política sin hipotecas del
pasado. No es así. Una parte importante de la sociedad catalana ha emprendido
el viaje al independentismo desde la estación del nacionalismo y el catalanismo
que construyó el propio Jordi Pujol, uno de sus principales espejos donde
mirarse, uno de sus referentes morales, ideológicos y políticos. Por eso, su
confesión remueve los cimientos del pasado, pero también del futuro.
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