Los socialistas españoles adoptaron muy
pronto una postura ante el estallido de la Gran Guerra.
nuevatribuna.es
| Por Eduardo
Montagut | | 28 Julio 2014 - 21:00 h.
Pablo Iglesias. Fundador del PSOE |
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Los
socialistas españoles adoptaron muy pronto una postura ante el estallido de la
Gran Guerra. El 2 de agosto de 1914 lanzaron un manifiesto en el que se acusaba
al imperialismo y al capitalismo de ser los causantes del conflicto, exigiendo
al gobierno español la neutralidad y se reiteraba la postura favorable del PSOE
para que se abandonase Marruecos, conflicto que se había iniciado en 1909. En
este sentido, el socialismo español era fiel al internacionalismo. Pero más
interesante fue el discurso de Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados
del 5 de noviembre para explicar las razones por las que los socialistas
defendían la neutralidad y exponer que tenían preferencias en el conflicto. Así
es, tanto el PSOE como la UGT no querían que España entrase en la guerra pero
también anunciaban que sus simpatías estaban con el triunfo de aquellos cuya
victoria era más beneficiosa para los pueblos, es decir, quedaba claro que los
socialistas eran aliadófilos. Es importante esta cuestión porque al final el
PSOE y la UGT se imbricaron en la dualidad del socialismo internacional, al
ser, en principio contrarios a la guerra pero, al final, partidarios de una de
las causas en lucha. La diferencia con sus congéneres europeos de estados
contendientes era que ambas organizaciones pertenecían a un país neutral. El
Socialista se decantó por la causa aliada por varias razones. En primer
lugar, porque el órgano de prensa del socialismo consideraba que el neutralismo
era en sí reaccionario pero, sobre todo, porque unos combatientes representaban
el viejo mundo tradicional de barbarie y odios, es decir, los imperios
centrales, y los otros la civilización, la igualdad, los derechos y las
libertades, es decir, los aliados. La postura más aliadófila, sin obviar la
crítica a la guerra, fue defendida, pues, por el propio padre del socialismo
español y también por Luis Araquistáin, Indalecio Prieto, Fabra Ribas y Julián
Besteiro.
Pero el
socialismo español no era monolítico en relación con la guerra. En el seno del
socialismo catalán, Recasens Mercadé defendía en ese mismo mes de agosto de
1914 que los socialistas, empeñados en la lucha por la igualdad contra la
burguesía, no podían decantarse a favor de ninguno de los dos bandos
enfrentados, porque solamente correría sangre proletaria. Estaba en la línea de
la postura que la II Internacional venía defendiendo desde el Congreso de
Stuttgart de 1907. El enemigo de los obreros era el capitalismo, y la guerra
sería el prólogo de la revolución. Esta postura era seguida, con matices, por
Largo Caballero también, por nombrar un destacado socialista.
Un tercer
grupo de socialistas analizaron las causas profundas del conflicto y llegaron a
la conclusión que tenían que ver con el choque de dos imperialismos, el alemán
y el británico. Núñez de Arenas se destacó en esta tesis desde la Escuela
Nueva.
El PSOE no
participó en la Conferencia socialista de Zimmerwald de 1915 donde se culpó de
la guerra a los estados beligerantes y se condenó con dureza la postura de los
socialistas que habían apoyado en sus respectivos países la guerra por
traidores. Tampoco se acudió a las reuniones de Kienthal y Estocolmo.
En el
Congreso del PSOE de 1915, Vera defendió la ponencia oficial. El capitalismo
era el culpable de la guerra pero los bandos no eran iguales. Uno era el
imperialismo agresivo y el otro también era imperialismo pero con más influencia
democrática. Si vencían los alemanes y austriacos habría un serio retroceso
para la democracia y el socialismo. Merece la pena recordar el voto particular
de Verdes Montenegro que consideró que la causa de la guerra no estaba en el
militarismo ni en las decisiones de las potencias, ya fueran monarquías, ya
repúblicas, sino en el régimen capitalista y, por lo tanto, el PSOE tenía que
declararse completamente contrario a la guerra. Araquistáin no rebatió el
meollo del argumento de Verdes Montenegro pero planteó que lo que había que
buscar era la mayor o menor responsabilidad en el estallido del conflicto, que
estaría en Alemania. Al final, por mayoría ganó la postura aliadófila frente a
la neutralista.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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