sábado, 26 de julio de 2014

LA EPA NIEGA LA RECUPERACIÓN: SE CONTINÚAN DESTRUYENDO HORAS DE TRABAJO

 Para el Gobierno, una persona que trabaje una hora a la semana a cambio de una comida y que esté el resto del tiempo, las otras 39 horas, buscando trabajo no es un parado sino un ocupado.
nuevatribuna.es | Por Enrique Negueruela | 25 Julio 2014 - 18:08 h.
La ministra de Empleo, Fátima Báñez.
En la situación actual que se está modificando el tipo de jornada habitual, hay que tener cuidado en no confundir la creación de empleo con la precarización del existente. Si se destruyen mil empleos a jornada completa y se crean 1.500 a media jornada, no hay más trabajo porque se destruye en horas el equivalente a 250 puestos de trabajo. Según la EPA se han perdido casi cuatro millones de horas de trabajo y hay 128.800 ocupados más.
En un año se han perdido el 0,7% de las horas trabajadas aunque el número de ocupados aumente el 0,8%. Este aumento de ocupados se produce exclusivamente en el sector servicios. En ese sector aumentaron las horas un 0,2% y el número de empleos un 1,7%. La industria ha perdido un 1,8% de las horas trabajadas. La industria manufacturera que representa el 90% del empleo, perdió un millón y medio de horas y diez mil ocupados. Una vez más se manifiesta una gran debilidad por falta de sectores tractores de una recuperación que aún no ha comenzado. En este sentido los datos del trimestre pasado eran más esperanzadores: aumentó el número de horas trabajadas respecto al año anterior.
Hay menos trabajo. La jornada media trabajada ha disminuido de 35,5 horas por ocupado en el segundo trimestre de 2013 a 35 horas este año. Todavía no sabemos cómo se va a repercutir salarialmente esta disminución, pero me temo que no a favor de los asalariados. Este temor es fundado. La reforma laboral ha eliminado un millón y medio de empleos a jornada completa y surgen doscientos cincuenta mil a jornada parcial o discontinuos. Se han destruido setecientos cincuenta mil puestos fijos y medio millón de temporales. En el último año la tasa de precariedad ha aumentado 1,1 puntos. Este aumento de la precarización y la expulsión de trabajadores de las empresas con unos derechos consolidados y ganados a lo largo de los años, fuerza su entrada en otras empresas en situación de extrema debilidad que se traduce en un salario mucho menor.
Para muestra, un ejemplo real: un trabajador conducía una grúa móvil por lo que tiene reconocida una prestación que actualmente está en el segundo tramo del 60% del salario que percibía, y actualmente trabaja nueve meses al año conduciendo un autobús. Cobra más los tres meses que está en el paro que trabajando. Es decir, su incorporación a un nuevo empleo le ha supuesto una pérdida salarial superior al 40%. Hablamos de dos profesiones con un nivel de cualificación y competencias similares cuyos convenios no justifican semejante diferencia.
Por el lado contrario, el del paro, llevamos tiempo oyendo fanfarrias de triunfo. No se entiende por qué. Hoy hay 778.639 personas paradas más que hace tres años fruto de la reforma laboral. Además hay un segundo factor muy importante a tener en cuenta: el concepto de ocupado y parado que utiliza la EPA. Una persona que trabaje una hora a la semana a cambio de una comida y que esté el resto del tiempo, las otras 39 horas, buscando trabajo no es un parado sino un ocupado. Es muy importante tener esto claro. No hay parados parciales, no computan como tales. La parcialización del empleo reduce el paro total, aunque no a quienes quieren un trabajo decente o a jornada completa.
En relación con 2013 el paro ha disminuido en 424.459 personas. La población en edad de trabajar disminuye en 321.526 personas de los que solo uno de cada tres es inactivo. El resto son parados que han desaparecido previsiblemente que emigraron. De esas 424 mil personas que no aparecen como paradas, 220 mil se han ido. Esta es la primera fórmula de resolver el problema del paro que ha utilizado este gobierno: que hay parados, que se vayan y no contaminen las estadísticas. Vemos que la mitad de sus fanfarrias intentan acallar el drama de la emigración o de la expulsión de los emigrantes.
Si seguimos diseccionando vemos que hay 272 mil parados más que llevan más de dos años en paro y 697 mil menos entre los que llevan menos de dos años. La reforma laboral arrojó al paro a millones de trabajadores que son los que optan a los empleos precarios mientras que los parados anteriores, muchos con diferentes cualificaciones, engrosan cada vez más la lista de los de muy larga duración. Aumento un 12,7% las personas que llevan dos o más años en paro.
Si nos fijamos en los niveles de protección, hay un dato muy revelador: el porcentaje de parados que percibe prestaciones ha ido disminuyendo desde el 36,5% que había en 2011, al 34,5% de 2013 y hasta el 31,6% de 2014. En un año hay casi tres puntos menos de protección y en tres hay cinco menos. El nivel de “calidad” del empleo es tal que ni tan siquiera genera prestaciones. La tasa de protección de quienes llevan menos de un año ha caído desde el 43,4% de 2011, al 42,6% de 2013 y hasta el 39% de este último trimestre. Una pérdida de 4,4 y 3,6 puntos respectivamente. Este dato es revelador del grado de precariedad del empleo que se genera que no sirve ni para tener derecho a prestaciones.
Si vemos desde la reforma laboral, 2º trimestre de 2011, hay 774.398 personas paradas más. De ellas 765.738 no percibe ninguna prestación, el 99%, mientras que 8.660 sí, el 1%. Todo el crecimiento del paro es crecimiento de la desprotección. Hay cerca de un millón de parados sin prestaciones en viviendas sin ingresos.
Es hora de que se callen las fanfarrias que pretenden ocultar que se continúa destruyendo horas de trabajo, cuatro millones de horas menos, que el paro disminuye porque emigran los parados y otros se incorporan a empleos tan precarios que cada vez son más incapaces de generar prestaciones. Es hora de tomar medidas para que la industria que sigue perdiendo tanto horas de trabajo como empleos, sea capaz de generar los tractores para la recuperación. Es hora de tomar medidas contra la desprotección de los parados, especialmente aquellos que tienen cargas familiares. Es hora de otro gobierno que se centre en las personas.
Por Enrique Negueruela | Técnico de empleo y miembro del Consejo de Empleo, Economía Social y Relaciones Laborales de la Fundación 1º de Mayo




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