18 de julio de 2014
“Es muy importante el factor socializador cuando
hablamos de la memoria histórica”. Con esta frase ha comenzado Francisco
Etxeberria su ponencia Una década de exhumaciones frente a medio siglo de
ignominia. El conocido antropólogo forense y profesor de medicina legal de la
UPV/EHU, ha hablado sobre la importancia de la memoria histórica dentro del
curso A los 75 años del fin de la Guerra Civil: historia, literatura y memoria.
“La memoria histórica no habla de acontecimientos
históricos del pasado, sino que se ocupa de asuntos del presente”. Todavía hay
personas que no saben que fue de sus padres, abuelos o hermanos. La memoria
histórica cuenta con un espacio de participación en todas las disciplinas:
música, literatura, sociedad, cine… Uno de sus mayores éxitos ha sido el nexo
entre el plano técnico, la dimensión social y la dimensión política.
Las exhumaciones derivadas de la búsqueda y
localización de fosas en los últimos años han tenido un gran impacto en la
sociedad. La causa ha sido que “los elementos más importante son las personas
que tienen algún familiar en las fosas”, ya que desde que concluyera la Guerra
Civil no han podido ejercer su derecho a poder enterrarlas con dignidad.
“Tenemos entre manos una historia de sufrimiento que necesita ser atendida”.
En la época de la dictadura, ya se estableció un plan
para buscar fosas del bando “triunfador”. En 1958, con la construcción del
Valle de los Caídos, fueron miles los cadáveres y huesos que se llevaron del
bando sublevado para enterrarlos allí. Por parte del bando republicano, la
exhumación se produjo de manera aislada y en contadas ocasiones. Una de esas excepciones
tuvo lugar en 1960, en el municipio de Oyarzun, cuando se desenterraron los
huesos de un sacerdote nacionalista vasco.
A finales de la década de los 80, tras la muerte de
Franco, se produjeron una serie de exhumaciones de forma masiva, sin apoyo
técnico ni institucional, motivadas principalmente por la necesidad de los
familiares de encontrar a sus seres queridos y enterrarles según sus creencias,
principios y normas.
En el año 2000 se produjo la primera apertura de una
fosa mediante una metodología científica. En Gipuzkoa no fue hasta dos años más
tarde cuando se realizó la primera exhumación. Se hizo en Zaldibia y tuvo una
gran repercusión. Incluso el presidente de la Diputación Foral de Gipuzkoa
llamó ese mismo día mostrando su apoyo al proyecto, “y eso es muy importante
para las personas que trabajamos en este ámbito”. Ese mismo año, el entonces
lehendakari Juan José Ibarretxe hizo una declaración institucional en la que se
dijo que había que darle mayor interés a este tema.
En 2007 se creó la Ley de Memoria Histórica. Se trata
de una “ley necesaria, pero sin duda insuficiente”. Es cierto que se ha
mejorado y facilitado el acceso a archivos relacionados con la Guerra Civil,
pero “todavía queda mucho por hacer”. Un año más tarde se publicó un mapa de
fosas del Estado. Sin embargo, hasta el 2011 no se estableció un protocolo de
actuación para abrirlas.
Etxeberría ha destacado la importancia de
institucionalizar todo el proceso de exhumaciones para dotarle de una
formalidad de la que hace años carecía. “Las personas que realizamos trabajos
de exhumación no somos parte ni de la institución ni de ninguna asociación de
la Memoria Histórica”. Se debe mantener la imparcialidad, ya que muchas veces
escasea.
Hay personas que abogan por llevar este tema a través
del marco judicial, aunque la verdad es que “deberíamos meterlo en el marco de
los Derechos Humanos, porque de esta manera todos podremos ser partícipes”. En
ese marco hay sitio para asociaciones, sindicatos, familiares…
El antropólogo ha finalizado su ponencia citando una
frase del escritor George Orwell, que estuvo presente en la Guerra Civil
Española: “Quien controla el pasado controla el futuro, y quien controla el
presente controla el pasado”. Asimismo, ha añadido que “no podemos construir la
historia del pasado desde los intereses del presente”.
Fuente: www.ehu.es
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