Ni la troika ni ninguno de los profetas del
austericidio ha sido capaz de explicar –suponiendo si quiera les interese
hacerlo– por qué los paganos de la crisis tienen que ser los pensionistas, los
parados, los enfermos
Rosa Paz
10/05/2014 - 20:07h
10/05/2014 - 20:07h
Qué día de gloria tuvo
esa mente preclara del conservadurismo económico –fuera cual fuera– cuando se
le ocurrió ese eslogan tan repetido de "han vivido ustedes por encima de
sus posibilidades" que, desde el inicio de la crisis, está sirviendo de
argumento para congelar o bajar pensiones, sueldos de los empleados públicos,
salarios de los trabajadores de empresas privadas, recortar subsidios o reducir
prestaciones sociales en sectores esenciales como la sanidad.
Los griegos fueron los
primeros que escucharon la frasecita, con comentarios añadidos y humillantes
sobre su escasa vocación por el trabajo, su tendencia a engañar en las cuentas
–lo hizo su gobierno con la ayuda del banco Goldman Sachs– y su querencia por
cobrar salarios y pensiones por encima de lo que se merecían. El criterio de
cuánto merecían lo fijaron, claro, aquellos que han impuesto las reglas del
austericidio y que, en buena medida, son los que generaron la crisis con su
irresponsable juego del monopoly mundial.
La misma retahíla de
descalificaciones –ciudadanos vagos y aprovechados– llegó después a Portugal, a
Italia, a España. Ese discurso norte-sur tan peligroso, según el cual los del
sur toman cañas o se echan la siesta con la tranquilidad de saber que hay otros
en el norte que trabajan para mantenerles. Aquí incluso, esa derecha que
rechaza un discurso similar de los nacionalistas catalanes sale aún hoy en
defensa de los alemanes o los finlandeses que consideran a los ciudadanos del
sur como una pandilla de vagos que viven a su costa.
Pero ahora el eslogan
ha llegado a Francia. La segunda economía de Europa. Y lo ha hecho por boca del
primer ministro socialista, Manuel Valls, que justifica la congelación de las
pensiones, de los sueldos de los funcionarios y los recortes en la Sanidad pública
en el mismo criterio impuesto por los conservadores, "no podemos seguir
viviendo por encima de nuestras posibilidades", dice. Ya lo advertía el
socialdemócrata Tony Judt en su libro Algo va mal, escrito en 2010 poco
antes de morir, cuando señalaba que sus correligionarios no acertaban a
responder a quienes sostienen injustificadamente que el sistema del bienestar
europeo es demasiado caro.
El caso es que
mientras estos criterios perversos se extienden por Europa, ni la troika ni
ninguno de los profetas del austericidio ha sido capaz de explicar –suponiendo
si quiera les interese hacerlo– por qué los paganos de la crisis tienen que ser
los pensionistas, los parados, los enfermos. Nadie explica si es que creen
sinceramente que son esos los ciudadanos que han vivido por encima de sus
posibilidades, cuando saben que la mayoría de ellos no han contribuido ni en un
euro a colapsar los mercados financieros o los mercados inmobiliarios y, de
rebote, a que se reduzca la recaudación fiscal de los estados que tienen
todavía entre sus obligaciones pagar pensiones, subsidios e invertir en la
salud pública.
Tampoco explican por
qué se recortan las prestaciones, se aumenta la desigualdad social, se empieza
a abandonar a la gente a su suerte, mientras no se toman medidas contra los que
generaron esta situación, ni medidas para evitar que se reproduzca. Algo que
por cierto prometieron hacer –allá por 2008– los mandatarios del G-20 que
hablaban de regular los mercados financieros, de controlar las agencias de
rating, de acabar con los paraísos fiscales cuando no, directamente, de
refundar el capitalismo. El capitalismo se está refundando, sí, pero sobre los
mismos criterios que primaron en su nacimiento. Bajos salarios, nulas
prestaciones y grandes beneficios.
Fuente: www.eldiario.es
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