Creado por Lucas León Simón.
El país se ha llenado por unas horas de su propia hez.
Pelotones de victimistas, armados con el cinismo de los cainitas han ocupado
una plaza, tres calles y el tingladillo mediático-fascista que padecemos.
Brazos en alto, cinturones y camisas pardas, fotos e
insignias de la categoría de su mente han repetido el aroma y el mensaje que
nos inundó durante cuarenta años. “Hay vencedores y vencidos”, decían.
“Sus” víctimas no llegan a mil en treinta años de
terrorismo, altamente rentable a su integrismo mental y político, mientras
300.000 víctimas, reales pero republicanas, purgan su derrota ante la historia
en arcenes, cunetas e infectas fosas comunes sin que indignados de pacotilla
organicen manifestaciones mantecosas contra el socaire europeo.
Si este país no fuera de verdad un asco, un ultraje a
la razón y a la justicia, ahora lo sería mucho más. Tiranizado por genocidas,
gobernado por delincuentes, “democratizado” por franquistas, “bendecido” por
las sotanas y soliviantado por matones, está en el trance de convertirse en una
basura espacial y podrida del calibre de “su” Parlamento, Corona y Justicia.
En este Valle de los Caídos, perdón, de lágrimas, se
llora de falsa emoción antes de prevaricar, beneficiar millonariamente a un
empresario amigo o de destruir las pruebas y los discos duros de toda una vida
de financiación ilegal. Los burros pasan volando sobre las impunes cabezas
coronadas y las fosforescentes donaciones que secuestran la soberanía popular
en un simulacro parlamentista y tal.
No sabemos si la provocación de estos extraviados,
apoyados desde el partido del Poder Donación con demagógicas presencias de
chorizos y salchichones con nombre de cobra sobres, se dirige a nuestras mentes
o a nuestros estómagos. En cualquier caso, atacan, inclementes, nuestros
hígados y no podemos hacer otra cosa para evitarlo que lavarnos, aire, manos y
casas con lejía como signo de purificación.
Es el espectáculo terrorífico de la miseria humana,
donde verdugos, disfrazados de verdugos, aparecen como víctimas.
Dóminus vobiscum.
No hay comentarios:
Publicar un comentario