Algunas reflexiones sobre el itinerario político de
Izquierda Unida
Jueves, 28 de
noviembre de 2013
Por Manuel
Medina - Canarias Semanal
Quienes sueñan con un poder judicial
"independiente" y neutro en relación con todo aquello que
acontece a nuestro alrededor fantasean con una quimera inexistente.
El poder judicial forma parte de la superestructura del Estado. Y
el Estado es un instrumento de aquellas clases sociales que lo dominan. Esto ha
sido así desde que la sociedad humana se dividió en grupos sociales con
intereses contrapuestos. Las clases socialmente hegemónicas requirieron de un
instrumento represivo que les sirviera para preservar sus intereses. Para
satisfacer esa necesidad aparecieron los ejércitos, la policía, la
administración estatal, la judicatura, etc. El poder judicial es, pues,
una expresión más de los intereses económicos dominantes en una sociedad
dada. Y mientras las clases sociales existan seguirá siendo así.
Eso no significa, sin embargo, que en alguna circunstancia excepcional un
gozne secundario del aparato judicial pueda dejar de cumplir la función que se
le había adjudicado. Cuando se produce esa eventualidad, el sistema se
encuentra suficientemente entrenado por siglos de experiencia para proceder al
"engrase" de la pieza "averiada" o a su sustitución
si corresponde.
Viene
a cuento esta reflexión porque la pasada semana , como suele suceder
cada vez que reglamentariamente corresponde, los dos partidos que
se turnan en el control del gobierno y de sus instituciones - no del poder,
que es otra cosa diferente - procedieron al reparto de sus representantes
en un órgano denominado "Consejo General del Poder Judicial"
(CGPJ). Controlar esta institución no cambia nada esencial
en la orientación del aparato judicial . Este, independientemente
de cuál sea el partido que domine sus órganos rectores,
seguirá cumpliendo la función que le otorgaron quienes
diseñaron la Constitución y la estructura del Estado monárquico durante
la llamada "Transición". Es decir, la de proteger
los intereses y privilegios de las clases hegemónicas. Si en alguna
época esto ha quedado expresado con nítida claridad es en la
que actualmente estamos viviendo.
En el curso
de los últimos años , los efectos de la crisis económica del capitalismo han
servido de detonante para la agudización de las contradicciones sociales. A decenas
de miles de personas se las ha privado de sus hogares por imperativo de los
intereses bancarios. Varios millones de asalariados han sido arrojados a la
calle al llamado de las grandes patronales. La propia Constitución ha
sido sometida a una fulminante modificación por expresa
imposición de la gran banca europea. En ninguna de estas circunstancias
las supremas instituciones de la judicatura actuaron en contra de estas
disposiciones evidentemente injustas y que afectaban gravemente a la vida
de millones de personas. No podían hacerlo porque no son ni neutrales ni
independientes.
EL JUEGO PARTITOCRÁTICO
Sin
embargo, que una organización política u otra domine en el
seno del CGPJ sí es importante en el escenario del juego
partitocrático que caracteriza en la actualidad a la vida política en el
Estado español. De que la mayoría de los miembros del CGPJ sea
proclive al PSOE o al PP dependerá que una u otra
organización pueda defender mejor o peor sus posiciones, intereses
partidarios o corruptelas dentro de las instituciones. En el marco
de un aparato del Estado en el que todas las instituciones que lo componen
están seriamente resquebrajadas por la corrupción política,
controlar las decisiones del poder judicial se convierte en una tarea
esencial para los partidos que se turnan en el gobierno. Eso es lo que explica,
y no otras razones, la ferocidad mostrada por el binomio PP - PSOE
a la hora de repartirse influencias en el seno del Consejo General del
Poder Judicial. El significado que tienen tales pactos y repartos
es evidente: los jueces que investigarán los numerosísimos casos de corrupción
que afectan a los partidos políticos del sistema están gobernados por una
institución a cuyos miembros los nombran los propios partidos investigados.
IU SE ABRE UN HUECO EN LA
INSTITUCIONALIDAD DEL SISTEMA
No obstante,
en la presente legislatura una novedad ha venido a añadirse al escenario de las
peleas cainitas - pues de hermanos institucionales se trata - en el prorrateo
de las poltronas del Poder Judicial. Izquierda Unida, que
reiteradamente se ha rasgado las vestiduras abjurando y reabjurando del ignominioso
reparto mediante el cual el bipartidismo ha impuesto su control sobre el
Poder Judicial, ha terminado también entrando de lleno en ese mismo
juego. En el saqueo del botín que se ha convertido el asalto al Consejo
General del Poder Judicial, la coalición que dirige Cayo Lara
ha obtenido un representante. El peso del que dispondrá IU en esa
institución es, pues, absolutamente insignificante. Sin capacidad
operativa alguna, su representación queda ridículamente
capitidisminuida en una "asamblea" compuesta por 20
vocales.
Pero, en cualquier caso, lo esencial de este
paso de IU no es, ni mucho menos, el peso con el que contará en
esa institución del sistema monárquico, sino la relevante significación
política que tiene su presencia en la misma. Valdría la pena que hiciéramos
algunas breves consideraciones al respecto.
HITOS DE UNA TRAYECTORIA
Con cierta
aparente ingenuidad, días atrás, en un artículo titulado
"Asaltar el palacio de invierno" y publicado en el digital Rebelión,
el profesor Rafael Escudero se preguntaba sorprendido por las razones
que han llevado a esta fuerza política a entrar en el espurio pacto que
tanto había criticado en el pasado. Ignoramos si el profesor Escudero
conocía esas razones o al menos las intuía. En cualquier caso, la interrogante
del Sr. Escudero nos da la oportunidad de hacer un repaso a
algunas de ellas.
La historia de IU - y del PCE
- durante las últimas décadas ha sido una historia de renuncias
encubiertas. La dirección de ambas formaciones creyó que la
estabilidad de la llamada "sociedad del bienestar" iba
a proyectarse indefinidamente en el tiempo. Las clases sociales en el
capitalismo - pensaban - habían perdido su estructuración clásica y ello
les obligaba a cambiar de presupuestos ideológicos. La clase
trabajadora - según esa visión - había dejado de ser el sujeto principal
para que se pudieran producir transformaciones sociales. La revolución en el
sentido histórico del concepto había perdido todo su sentido. Los cambios
ahora debían de ser "graduales" y necesariamente
ejecutados dentro de los marcos institucionales de la propia "democracia"
burguesa.
Estas concepciones - relativamente
nuevas en la historia del marxismo español pero viejísimas en el
movimiento obrero internacional - provocaron un corrimiento ideológico no solo
en IU y en el PCE, sino también en la
socialdemocracia española y en los sindicatos CCOO y UGT.
El desplazamiento fue, en general, hacia posiciones de derechas. El PSOE
simplemente se adscribió a la práctica neoliberal del
momento. Los dos grandes sindicatos siguieron también por esa senda que
compartieron con los sindicatos europeos. Y las direcciones del PCE e IU
creyeron encontrar la oportunidad para ocupar el espacio expedito
abandonado por la socialdemocracia.
Cuando se produce la crisis económica
y el tsunami del 15 M ocupa las calles del Estado español, a
Izquierda Unida estos nuevos fenómenos la sorprenden con el paso
cambiado y al PCE en almoneda. Decenas de miles de personas en todo el
Estado se echan a la calle, ante la sorpresa y desconfianza de la izquierda
histórica. Hay quienes, incluso, desde sus filas llegan a interpretar
aquel movimiento espontáneo de masas como "una conspiración del
poder". No es el caso de IU, que en una tentativa de
oportunismo electoralista trata de incorporarse al movimiento. Algunos de
sus representantes se integraron, incluso, en sus asambleas. Pero, en no
pocos casos, la aparición de sus principales líderes en las
movilizaciones del 15M fue ruidosamente contestada por quienes las
integraban, al interpretar éstos que esa organización política también formaba parte
del sistema al que de manera confusa trataban de combatir.
ATRAPADOS EN SUS
PROPIAS CONTRADICCIONES
Desde esas fechas a ahora, IU ha quedado
atrapada en una dramática contradicción entre lo que quiere aparentar
ser y lo que realmente es. Desea aparecer ante los
trabajadores, los jóvenes y los movimientos sociales como una formación
revolucionaria que realmente quiere transformar esta sociedad. De ahí
que en sus eslóganes electorales empezaran a reclamar en las
últimas convocatorias electorales una confusa y difusa "rebelión"
social que concluía, justamente, cuando terminaban aceptando
sumisamente y por "imperativo legal" los recortes
impuestos por el PP.
Pero por otra parte, IU es consciente de que la dimensión exclusivamente electoral de su oferta no debe provocar temor en los sectores más moderados, potenciales desertores de las urnas del PSOE . Esa es una de las razones por las que la dirección de la coalición se sitúa de manera equidistante en relación con las luchas radicales protagonizadas , incluso, por integrantes de esa misma coalición, como es el caso de las ocupaciones de tierras y supermercados a cargo de los jornaleros andaluces, encabezados por los dirigentes campesinos Sánchez Gordillo y Cañamero . "Estoy de acuerdo con el fondo, aunque no con la forma", llegó a declarar sibilinamente a la prensa el coordinador de IU,Cayo Lara, en relación con el tema.
Pero por otra parte, IU es consciente de que la dimensión exclusivamente electoral de su oferta no debe provocar temor en los sectores más moderados, potenciales desertores de las urnas del PSOE . Esa es una de las razones por las que la dirección de la coalición se sitúa de manera equidistante en relación con las luchas radicales protagonizadas , incluso, por integrantes de esa misma coalición, como es el caso de las ocupaciones de tierras y supermercados a cargo de los jornaleros andaluces, encabezados por los dirigentes campesinos Sánchez Gordillo y Cañamero . "Estoy de acuerdo con el fondo, aunque no con la forma", llegó a declarar sibilinamente a la prensa el coordinador de IU,Cayo Lara, en relación con el tema.
Asimismo, los dirigentes de la coalición
juegan con una intencionada ambigüedad a la hora de enjuiciar políticamente al
régimen monárquico resultante del pacto constitucional del 78. Se
declaran republicanos, pero simultáneamente Cayo Lara
manifiesta que "al socialismo es posible llegar a
través de la constitución monárquica". Al igual que
hace el PSOE , IU confiesa tener un corazón republicano, pero en
su práctica política es incapaz de distanciarse de la monarquía.
Desde el
punto de vista histórico y político, el enjuiciamiento del proceso
de la denominada "Transición" es clave. Y no solo
para entender cómo la burguesía española logró enlazar su dominio desde
el régimen franquista hasta la monarquía juancarlista, sino también
para establecer cuáles deben de ser hoy los objetivos políticos
prioritarios en la lucha de los sectores populares y los movimientos sociales
que se están gestando. La dirigencia de Izquierda Unida,
una parte de la cual fue protagonista principal de aquella fraudulenta
operación, ha eludido realizar una valoración abierta, sincera y pública sobre
aquellos pactos. Flirtean con el equívoco cuando algún diputado de la
coalición, como Alberto Garzón, habla de "los
errores" cometidos durante la "Transición", mientras
que otros, como Willy Meyer, expresan su orgullo por haber
defendido aquel infame contubernio realizado a espaldas de la
voluntad de sus propias bases. La dualidad de este posicionamiento no es
inocente. Lejos de evidenciar posiciones ideológicas antagónicas en el
seno de la organización, no tiene otro propósito que ampliar el espectro
de apoyo a la coalición, sumando a los que piensan de una manera y su
contraria. Este tipo de técnicas electoralistas, que en estos
treinta últimos años han llegado a imponerse como "naturales",
forma parte hoy de la mercadotecnia electoral de las "democracias"
burguesas occidentales.
¿ENTRE ESCILA Y
CARIBDIS?
De IU no se puede decir siquiera que haya emprendido una singladura tenebrosa entre Escila y Caribdis. El rumbo político de Izquierda Unida y del PCE está muy bien definido. Sus objetivos nos lo han adelantado con la experiencia andaluza. Para una formación cuyas aspiraciones están circunscritas a la ocupación de un definido espacio electoral, su horizonte político no puede llegar nunca más allá de la próxima esquina. Y desde la perspectiva electoralista de IU no hay otra esquina más que la del PSOE. Todos sus esfuerzos estarán encaminados a ese fin, aunque en el curso de la trayectoria necesiten encubrir y travestir sus propósitos. Entre otras razones, porque por experiencias pasadas los dirigentes de la coalición son conscientes de que los electores suelen preferir el original al duplicado.
De IU no se puede decir siquiera que haya emprendido una singladura tenebrosa entre Escila y Caribdis. El rumbo político de Izquierda Unida y del PCE está muy bien definido. Sus objetivos nos lo han adelantado con la experiencia andaluza. Para una formación cuyas aspiraciones están circunscritas a la ocupación de un definido espacio electoral, su horizonte político no puede llegar nunca más allá de la próxima esquina. Y desde la perspectiva electoralista de IU no hay otra esquina más que la del PSOE. Todos sus esfuerzos estarán encaminados a ese fin, aunque en el curso de la trayectoria necesiten encubrir y travestir sus propósitos. Entre otras razones, porque por experiencias pasadas los dirigentes de la coalición son conscientes de que los electores suelen preferir el original al duplicado.
Con su "puesta de largo"
institucional en el CGPJ, pues, la coalición Izquierda Unida
ha tratado de adelantarnos la inauguración de una nueva etapa
en el régimen político de la monarquía: la del tripartidismo. Otra cosa
será que las eventualidades electorales y circunstancias no
calculables permitan o no que esta se consolide.
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