Antonio Sánchez-Marín
26 de noviembre de 2013
La enseñanza, fundamentalmente,
imprescindiblemente, ha de ser laica, el laicismo no es ninguna ideología
determinada, ni contraria a ninguna religión. El laicismo proclama
exclusivamente la independencia con respecto a las distintas religiones, primer
paso incuestionable de la necesaria separación entre el Estado y las distintas
iglesias. Nuestra Constitución dice ser aconfesional, lo que implica laicismo.
El Estado aconfesional se
distingue del confesional en que no se reconoce una religión oficial, y el estado
laico, es aquel que es independiente de cualquier organización o
confesión religiosa, y, consecuentemente, las autoridades políticas no se
adhieren públicamente a ninguna religión determinada, ni las creencias
religiosas influyen sobre la política, sus leyes son ajenas a las leyes
civiles. Dice la Constitución: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los
poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad
española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia
Católica y las demás confesiones.
El laicismo, en suma, nada
tiene que ver con el anticlericalismo como se nos quiere hacer entender por
parte de algunos, ni con el ateísmo, pues éste también es un concepto
filosófico que es también proselitista, incompatible con el respeto a la
libertad de conciencia de los alumnos; además las religiones son dogmáticas, en
clara oposición con el principio básico de enseñar al alumno a razonar, a
argüir, a pensar por sí mismo, y los dogmas de fe hay que aceptarlo sin comprenderlos,
“porque yo te lo digo”; al tiempo conculca otro principio educativo, ya que la
escuela ha de ser integradora, y las distintas religiones hacen niños
diferentes.
La Escuela, en suma, ha der
neutra filosófica, política y religiosamente, independientemente de la
concepción que tiene cada docente, y de la misma manera los padres también
deben respetar esta imperiosa neutralidad, pues son depositarios de la libertad
de conciencia de sus hijos hasta tanto puedan llegar a su uso de razón, pues no
son poseedores de ella…, no dueños de ella…y por tanto exquisitamente
respetuosos con la futura libertad de conciencia de sus hijos…
Así fueron modélicamente los
Maestros republicanos, nunca enseñaban como nos quisieron hacer ver los
franquistas, aún hoy quien así lo proclama, que decían que practicaban el
ateísmo en la escuela…, y que por ello sacrificaron a muchos de ellos tan
bárbaramente…, cuando, como en el caso de nuestro tío Severiano Núñez, en
Jaraíz de la Vera, otros ejemplos de estos insignes Maestros los vemos en el
libro exitoso de María Antonia Iglesias, en el que colaboré: Maestros
republicanos. Los otros santos. Los otros mártires, eran profundamente
católicos, mi padre recibió del Juez entre sus pertenencias un rosario, pero
que eran exquisita y ejemplarmente neutros… Comprendieron mejor que muchos hoy,
pasado más de tres cuarto de siglo, el verdadero sentido del inexcusable
laicismo, de la auténtica e indispensable separación entre la Iglesia y el
Estado…
De ahí la incongruencia de que
la titularidad de los centros educativos pueda estar en manos de las órdenes
religiosas, sobre todo cuando estos centros son concertados, pues se quiebra
este principio de laicidad que deben ser todos los colegios educativos, que en
la enseñanza obligatoria deben ser totalmente gratuitos y abiertos a todos los
alumnos con independencia de su religión, raza, sexo o cualquier otra
condición. Y más aún cuando esa titularidad es de organizaciones sectarias,
integristas, que, incluso, predican la extemporánea separación de sexos, como
el Opus Dei o los Legionarios de Cristo… La República eliminó la enseñanza
privada, El País número uno del mundo en educación, Finlandia, es 100% pública.
Las religiones, en suma, deben
instruirse en sus propias dependencias para aquellos que voluntariamente
acepten su enseñanza.
Fuente: www.diarioprogresista.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario