Por Marlis
González Torres | Estando
próximas las elecciones europeas parece oportuno hacer un llamamiento a las
formaciones políticas para que incluyan en sus programas el diseño de una
Política común en el ámbito de la violencia de género. Hemos erradicado otras
lacras, podemos erradicar esta.
nuevatribuna.es | Marlis González Torres | Psicóloga y
Sexóloga | 24 Noviembre 2013 - 18:17 h.
Hemos erradicado otras lacras, podemos erradicar esta
De nuevo
estamos ante un 25 de noviembre Día Internacional contra la Violencia de
Género. Esta fecha concita en todos, ciudadanos e instituciones, la puesta en
marcha de acciones, declaraciones y, de forma inexcusable, reflexiones respecto
a la situación en que nos encontramos en relación con el asunto en cuestión.
Sin duda, la
opinión generalizada –e incuestionable- es que se han producido grandes avances
en regulación legal, medidas de sensibilización, atención jurídica a las
víctimas, indicadores, toma de datos, estadísticas, etc. A todo ello hay que
sumar la posición puntera de nuestro país respecto a los puntos anteriores ya
que, al menos en nuestro ámbito europeo, la ausencia de una política común al
respecto de este tema, la ausencia de datos públicos y fiables que partan de
indicadores comunes hace imposible conocer y comparar cuál es la situación real
en la UE, primero, y comparar los datos entre países, después.
Estando
próximas las elecciones europeas parece oportuno hacer un llamamiento a las
formaciones políticas para que incluyan en sus programas el diseño de una
Política común en el ámbito de la Violencia de Género. Y, conociendo que la
puesta en marcha de la misma no será inmediata debido al funcionamiento de las
instituciones europeas, que sí se comprometan a ratificar de forma inmediata
con el Convenio de Estambul de 2011 que instaba a los países miembros del
Consejo de Europa (Organización internacional distinta al organismo de la UE) a
la recogida de datos, su intercambio y puesta en común así como al establecimiento de indicadores comunes
para luchar contra la lacra de la Violencia de Género. (1)
La UE cuenta
con una Agencia para la Igualdad de Género de reciente creación, la EIGE, pero
todavía no proporciona datos al respecto en su web (2). Asimismo, la Oficina de
igualdad de Género de la Comisión Europea, no se ocupa de este asunto sino de
otros referidos al ámbito de la lucha contra la discriminación en el trabajo.
En cuanto a las estadísticas de Eurostat no existen las relativas a la
violencia contra las mujeres.
En el mismo
sentido debe tenerse en cuenta la declaración de la OMS -Organización Mundial
de la Salud- que ha manifestado recientemente que la Violencia de Género ha
adquirido proporciones epidémicas. Una de las últimas epidemias declaradas por
ese organismo fue la del SIDA y en su erradicación contribuyeron de forma
importante el establecimiento de indicadores, intercambio de información y
conocimiento, diseño de investigaciones a nivel internacional, etc., hasta
lograr que hoy día sea una enfermedad crónica. Todo ello en pocos años.
¿Qué ocurre
pues para que en el ámbito de la Violencia de Género nada de eso esté pasando?
Esta será la pregunta a realizar en fecha tan señalada.
Ciñéndonos a
España, utilizaré 3 fuentes fiables de datos relativos a la Violencia de
Género, tomando tan solo la cifra de mujeres, niños y familiares fallecidos
como consecuencia de la misma.(3)
Cifras
terribles en las que no se incluyen la cantidad de denuncias ni procedimientos
incoados –que es elevadísima según muestra la Memoria de la Fiscalía- en
materia de Violencia de Género que, conviene recordarlo aquí, es solo uno de
los ámbitos en los que la violencia contra la mujer puede ser ejercida.
Por tanto,
la situación no es satisfactoria ni debe dejarnos indiferentes pensando que ya
tenemos legislación aplicable y organismos suficientes que se encarguen de
hacerlo. Porque lo cierto es que, aún con todo ello, no avanzamos en la
erradicación. Cabe entonces preguntarse ¿qué no hemos hecho todavía?, ¿qué
hacemos mal?, ¿cuáles de las acciones van efectivamente dirigidas al público
destinatario?, ¿cómo mejorar?, etc.
Antes de
entrar a la expresión de propuestas debemos tener en cuenta, en primer lugar,
que la Violencia de Género se produce en todas las sociedades incluidas las de
los países más ricos y con derechos sociales más avanzados y, en segundo lugar,
el hecho paradójico del gran incremento de este tipo de violencia entre
adolescentes.
A mi juicio
y con carácter general, falta tener en cuenta que, dentro de los Derechos
Humanos regulados por la ONU, están los Derechos Sexuales de las personas y,
englobados en éstos está el derecho a vivir la propia sexualidad y afectividad
sin violencia de ningún tipo y en completa libertad para decidir. La
conculcación de este derecho supone una actuación que podría calificarse como
tortura; la población está mayoritariamente contra ésta si bien parece incapaz
de reconocerla en otros ámbitos que no sean los relacionados con el poder
militar o policial.
Con carácter
más concreto, limitado al ámbito educativo y de los servicios sociales, falta
establecer medidas formativas e informativas dirigidas a toda la población. Con
un doble objetivo: uno, formar e informar a las futuras generaciones actuando
así como factores preventivos hacia el futuro en Violencia de Género y, dos,
medidas de formación, reparación y curación a las mujeres que sufren maltrato y
también de reeducación para los hombres maltratadores.
Dentro de
las primeras, en el ámbito educativo, es preciso establecer de una vez por
todas la Educación Sexual en todos los ciclos educativos. Esta materia no debe
estar constreñida a tratar medios anticonceptivos y ETS sino que debe incluir
el trabajo en construcción de actitudes y hábitos de vida en todo el campo en
el que se ejercen los derechos sexuales establecidos internacionalmente. Esto
es: convivencia entre sexos, educación de la masculinidad y femineidad,
relaciones sexuales, roles de género, parentalidad, conciliación, igualdad de
derechos, identidad de género, orientación sexual, además de las citadas
anticoncepción y ETS.
Trabajar
esos aspectos se ha demostrado como instrumento adecuado para disminuir el
sexismo, los celos, el abuso emocional, los conflictos, la ira, la impulsividad
y la hostilidad.
En el grupo
de las segundas estaría, en primer lugar, la atención adecuada a las víctimas,
a desarrollar tanto en el ámbito sanitario como en el de Servicios Sociales.
Tratamientos psicológicos imprescindibles que ayuden a recomponer la salud
mental y física de las víctimas y les permita encarar su futuro con mayores
habilidades. Pero también medidas educativas que puedan cambiar su concepción
de la sexualidad y de la vida en pareja.
Y, en
segundo lugar, las medidas destinadas a los maltratadores, tanto aquellos que
han sido declarados como tales por estar inmersos en un procedimiento judicial
o policial, como aquellos otros varones que pudieran cuestionar su forma de
vivir su masculinidad y desearan mejorar sus actitudes y/o tener más
conocimiento al respecto. Estas medidas serían de tipo formativo y, en el caso
de los primeros, también de tipo terapéutico. Al respecto hay que mencionar el
Programa de Intervención con agresores que lleva a cabo Instituciones
Penitenciarias, destinado a población reclusa condenada por delitos de
Violencia de Género, cuyos resultados muestran que los varones que han pasado
por el mismo han experimentado cambios significativos.
Los
beneficios de esta última medida serían tanto a corto como a largo plazo. Si un
maltratador no reincide el beneficio ya sería enorme. Pero si, además, hay
otros hombres que se cuestionan su comportamiento y hábitos y los modifican no
solo tenemos beneficio a corto plazo sino a largo plazo pues son varones que no
incurrirán en comportamientos violentos ni ahora ni en el futuro; a ello hay
que añadir la amplificación y difusión de otra forma de masculinidad que estos
hombres propagarían entre sus congéneres.
Sumado todo
ello a la reparación del daño causado a las víctimas y a la educación en
derechos sexuales tanto a varones como a mujeres estaríamos en el camino para
la erradicación de esta lacra.
Hemos
erradicado otras lacras, podemos erradicar esta. Pero debemos hacerlo de forma
inclusiva, no culpabilizando a todos los varones sino incluyéndolos en la
acción. Porque se trata de derechos humanos, sexuales en este caso, y esos se
refieren a todos los humanos, hombres y mujeres.
(1)
Convención de Estambul, adoptada el 7 de abril de 2011, puesta a la firma de
los países miembros del Consejo de Europa el 11 de mayo de 2011 en su reunión
de Estambul. Entrará en vigor cuando hayan ratificado esa firma al menos 10
países. A fecha 18 de noviembre de 2013 ha sido ratificada por 3 países de la
UE-25; España no se encuentra entre ellos.
(3) las
diferencias en las cifras se debe a que los organismos oficiales no incluyen el
fallecimiento por VG hasta tanto se prueba jurídicamente la causa.
Fuente: http://www.nuevatribuna.es/
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