Artículos de Opinión | Juan García Ballesteros* | 30-11-2013
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El
Gobierno, asumiendo las “recomendaciones” de la Troyka, ha impuesto una dura
agenda de recortes sociales y laborales con la intención de acabar con la
crisis generada por el sistema financiero y bancario, lo que ha provocado un
grave deterioro de los servicios públicos. Desde el comienzo de la crisis la
deuda pública no ha dejado de aumentar de una forma alarmante. Aunque al
comienzo (2008) estaba en torno al 40 % del PIB hemos pasado a un 93 % del PIB
en el primer semestre del presente año. Si partíamos como uno de los países con
menos deuda hemos sido unos auténticos campeones al situarnos entre el pelotón
de cabeza. Sólo en la etapa del PP la deuda pública española ha crecido más de
209.000 millones de euros, situándose en 943.702 millones de euros. Esto supone
que cada ciudadano español debe más de 20.000 euros. Si la inmensa mayoría de
la población se encuentra con una deuda que no ha generado ¿cómo hemos llegado
a esta dura situación? Este inasumible desequilibrio de las cuentas públicas se
ha originado por el aumento del gasto público y la disminución de los ingresos.
¿Por qué ha aumentado tanto el gasto y, por tanto, la deuda pública? Lógicamente
hay un gasto que el estado debe afrontar para mantener la producción de bienes
y prestación de servicios (sanidad, educación, dependencia, jubilaciones,
desempleo o subvenciones a la economía productiva…), pero lo que realmente ha
disparado nuestra deuda ha sido la desorbitada cantidad de intereses que
estamos pagando. Según el economista Juan Torres (¿Quién vive gratis en España?
Público, 17-11-13) “casi el 70 % de lo que hoy debe el Estado español es por
concepto de intereses y este concepto es lo que hace que hoy día deba 4,5 veces
lo que debía en 1989. Mientras que si los déficits de gastos e ingresos
corrientes generados desde 1989 se hubieran financiado por un banco central con
los mismos tipos de interés con que el Banco Central Europeo financia a la
banca privada, nuestra deuda ahora no llegaría ni al 15% del PIB”. De esta
afirmación podemos sacar tres conclusiones: 1ª- La inmensa mayoría de la deuda
pública corresponde a intereses (más de 100 millones diarios). 2ª Esta deuda
pública no se ha generado por los gastos ocasionados por el estado de
bienestar, sino por la ayuda económica que ha tenido que proporcionar el Estado
a la banca en crisis para evitar su quiebra, que desde el 2009 se cifra en
246.000 millones de euros (según el FMI), con los correspondientes intereses.
3ª- Si nuestro país hubiera mantenido su Banco Central propio hoy no tendría
ningún problema de liquidez y de deuda pública. Debemos recordar que mientras
el Banco Central Europeo presta el dinero de todos los europeos a la banca privada
a menos del 1 %, ésta dedica ese préstamo a adquirir deuda pública al 3, 4, 5,
ó 6 %. Por otra parte, el dinero directo que el Banco Central Europeo ha
prestado para el rescate de la banca (más de 61.000 millones de euros) no ha
ido directamente a ella, sino que se ha canalizado a través del FROB (Fondo de
Reestruturación Ordenada Bancaria), dependiente del Ministerio de Economía, y,
por tanto, ha pasado directamente a engrosar la deuda pública. Sin embargo, los
ingresos en estos años de crisis han caído constantemente debido, sobre todo, a
la disminución de ingresos por el IVA (la fuerte caída del consumo interno por
bajada de salarios y el elevado nivel paro), al mantenimiento de una fiscalidad
injusta que recae sobre todo en los asalariados, reducida tributación de las
grandes empresas y multimillonarias fortunas y al enorme fraude fiscal anual
(unos 80.000 millones de euros). Mientras sigue aumentado el paro, cada vez hay
mas familias sin ingresos, los jóvenes tienen que buscar empleo en el extranjeros,
se desahucia a las familias, se congelan las pensiones o se precariza el
mercado laboral, el Gobierno clama a los cuatro vientos, con el coro mediático
y los poderes económicos que lo apoyan, que estamos saliendo del túnel.
Argumentan que el paro se ha estabilizado, que ha aumentado la inversión
extranjera y la exportación, que es positivo el saldo de la balanza por cuenta
corriente, que se accede más fácil a los mercados financieros, que tenemos una
inflación baja…Veamos. ¿Cómo se puede afirmar que estamos saliendo de la crisis
con tan elevado déficit público, con una deuda pública que nunca podremos pagar
y un paro altísimo, aunque diga el Gobierno que se ha estabilizado y que prevé
un crecimiento del 0’1 % para el 2014? Se exporta más por la reducción de
costes generada por la bajada de los salarios y el ajuste de las propias
empresas para su supervivencia en una mejora de la productividad mal entendida.
El acceso del crédito a los mercados financieros para el Tesoro Público, aunque
últimamente más barato, sigue siendo insostenible por el gran aumento de la
deuda pública. Una inflación baja beneficia a la economía, pero la reducción
generalizada de salarios hace imposible aumentar el consumo. No obstante, todos
sus argumentos se refieren a la macroeconomía. Tardará mucho tiempo para que
llegue el crecimiento económico (estamos en recesión) y que las posibles
mejoras que anuncian lleguen a los ciudadanos y contribuyan a mejorar su
calidad de vida. ¿Tiene solución esta dura crisis? Sólo si la inmensa mayoría
de los ciudadanos toman conciencia de la situación, se unen y obligan a los
poderes políticos a cambiar la situación, acabando con este sistema injusto,
corrupto y antidemocrático. ¿Qué soluciones hay? Vamos a enumerar algunas:
Como muchos economistas argumentan (Pedro Montes, Ramón Franquesa, Juan Francisco Martín Seco, Alberto Montero, Juan Torres…) la salida del euro y la recuperación de nuestra autonomía monetaria (Banco Central español) son imprescindibles. El euro y su implantación, con todo el tinglado montado a su alrededor (Troyka), ha propiciado en gran parte la desastrosa situación que padecemos.
Son totalmente necesarias, tanto la recuperación de una fiscalidad progresiva (que pague más quién más tiene), como la persecución del fraude fiscal.
Hay que implantar una banca pública (ya existe) que posibilite préstamos a PYMES y a familias para facilitar el consumo y exigir a la banca privada la devolución del dinero prestado.
Se deben establecer un salario mínimo interprofesional (SMI) de acuerdo con los que tienen los países de nuestro entorno (Alemania, Francia, Italia,…) y una renta mínima garantizada para todos los ciudadanos.
Nuestra deuda pública es impagable. Por ello, debemos negarnos a pagar la alta deuda ilegítima, negación respaldada por el derecho internacional.
Tenemos que recuperar los derechos laborales y sociales perdidos en las últimas décadas.
Hay que fomentar una fuerte inversión pública, tanto para mantener los servicios sociales esenciales como para potenciar el desarrollo de una economía productiva.
Debemos recuperar unos salarios dignos, estabilidad en el empleo, convenios colectivos y una jubilación mínima equivalente al SMI. ¡La unión y la lucha de toda la ciudadanía son más necesarias que nunca! Si no, cuando nos impongan que hemos salido de la crisis, será con unas condiciones sociales y laborales tercermundistas, retrocediendo en derechos fundamentales muchas décadas.
Como muchos economistas argumentan (Pedro Montes, Ramón Franquesa, Juan Francisco Martín Seco, Alberto Montero, Juan Torres…) la salida del euro y la recuperación de nuestra autonomía monetaria (Banco Central español) son imprescindibles. El euro y su implantación, con todo el tinglado montado a su alrededor (Troyka), ha propiciado en gran parte la desastrosa situación que padecemos.
Son totalmente necesarias, tanto la recuperación de una fiscalidad progresiva (que pague más quién más tiene), como la persecución del fraude fiscal.
Hay que implantar una banca pública (ya existe) que posibilite préstamos a PYMES y a familias para facilitar el consumo y exigir a la banca privada la devolución del dinero prestado.
Se deben establecer un salario mínimo interprofesional (SMI) de acuerdo con los que tienen los países de nuestro entorno (Alemania, Francia, Italia,…) y una renta mínima garantizada para todos los ciudadanos.
Nuestra deuda pública es impagable. Por ello, debemos negarnos a pagar la alta deuda ilegítima, negación respaldada por el derecho internacional.
Tenemos que recuperar los derechos laborales y sociales perdidos en las últimas décadas.
Hay que fomentar una fuerte inversión pública, tanto para mantener los servicios sociales esenciales como para potenciar el desarrollo de una economía productiva.
Debemos recuperar unos salarios dignos, estabilidad en el empleo, convenios colectivos y una jubilación mínima equivalente al SMI. ¡La unión y la lucha de toda la ciudadanía son más necesarias que nunca! Si no, cuando nos impongan que hemos salido de la crisis, será con unas condiciones sociales y laborales tercermundistas, retrocediendo en derechos fundamentales muchas décadas.
*Juan
García Ballesteros, Presidente del Colectivo Prometeo y miembro del Frente Cívico
Somos Mayoría
Fuente: www.tercerainformación.es
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