Vascos en la Guerra
Fría, ¿víctimas o cómplices?
José Félix Azurmendi publica un libro sobre
los servicios secretos en el exilio del lehendakari Aguirre
Iban Gorriti - Domingo, 24 de Noviembre de 2013
- Actualizado a las 06:04h
Bilbao
El por norma gélido mes de diciembre aboca a la
relevante publicación del libro Vascos en la Guerra Fría, ¿víctimas o
cómplices? (Gudaris en el juego de los espías). La investigación lleva la firma
de José Félix Azurmendi, periodista que ocupó cargos de dirección de los
rotativosEgin y DEIA o del ente público Eusko Irrati Telebista, entre otros. El
volumen enviado a imprenta por la editorial Ttarttalo desvela los compromisos
que dirigentes vascos del exilio adquirieron con los servicios de inteligencia
aliados contra el nazismo y resto de fascismo y, a continuación, contra el
comunismo.
Azurmendi, nacido en Durango, exprofesor universitario
también, interpreta cómo el PNV, con el lehendakari Aguirre a la cabeza,
participó de forma activa en el enfrentamiento entre bloques que surgió de la
II Guerra Mundial. El autor considera que el presidente del Gobierno vasco
actuó tanto por interés estratégico como "por pura convicción".
Todo proyecto o iniciativa guarda en el fondo un
objetivo personal, ¿cuál fue el de José Félix Azurmendi con la publicación de
este libro? Aborda la respuesta: "He tenido la sensación de que la
historia reciente de nuestro pueblo se conocía poco y mal. La que tiene por
protagonistas a los dirigentes abertzales tras la derrota y en el exilio, me
parecía especialmente desconocida, incluso para mí, que tuve la suerte de
conocer personalmente a buena parte de ellos en Donibane Lohizune, París y
Caracas", valora y continúa, va más allá: "Hay libros y tesis
doctorales que han hablado de ellos y sus circunstancias, pero en general no
han pasado de ser temas de especialistas, o de libelistas. Con este libro
pretendo traspasar y extender ese mundo, sirviéndome del género de la crónica y
colocando a sus actores en el tiempo de lo relatado. Como guía tomo unas
afirmaciones que me resultaron sorprendentes de un personaje señalado del
exilio, José María Gamboa: "los Aliados no nos traicionaron",
"era el deber de los vascos luchar por la libertad sin esperar nada a
cambio", "los Aliados no hicieron jamás promesa formal o informal de
acabar con el régimen de Franco".
Siempre a juicio de este periodista, el Gobierno de
Aguirre tuvo compromisos oficiales con el Departamento de Estado de los Estados
Unidos, en diferentes etapas, grados y circunstancias. De ellos trata el libro.
En el Gobierno de Leizaola, ilustra, hubo acuerdos, pero de un perfil muy
inferior, "cuasi personales y en ocasiones vergonzantes", valora. En
palabras de Jesús Insausti Uzturre, Aguirre creía en los americanos y Manuel
Irujo en los británicos, con cuyo servicio de inteligencia (MI5) mantuvo
contactos "estrechos y largos". "Para entender esos compromisos
hay que contemplarlos en su tiempo y lugar, que es lo que pretende este libro,
y siempre que he podido en boca de ellos mismos, a través de su
correspondencia, mensajes, escritos", agrega Azurmendi, que nació en
Durango, vivió luego en Markina-Xemein y Gernika-Lumo, y residió nueve años
posteriormente en el exilio de Caracas, hasta regresar a Euskadi tras la muerte
del dictador.
El otro eje del mal, además del nazifascista, contra
el que lucharon los exiliados vascos fue el de los comunistas. Lo explica el
autor en que los nacionalistas vascos, no solo los dirigentes y no solo en el
exilio, eran "profundamente anticomunistas, por católicos y como necesidad
de distinguirse de otros aliados en derredor de la República española y en
contra de los nacionalistas españoles, golpistas, cruzados, envueltos en la
bandera de la religión".
A su juicio, en Euskadi era frecuente oír a los
abertzales de la generación de la guerra, y no solo a los jeltzales, lo de que
"nosotros no somos franquistas pero tampoco rojos". "Los
dirigentes vascos del exilio, especialmente Irujo, Onaindia, Uzturre tuvieron
excelentes relaciones con los anarquistas, con los que compartían
anticomunismo, y también una innata tendencia antiautoritaria". A juicio
del autor, incluso los fundadores de ETA eran servidores de ese clima
anticomunista interiorizado por la sociedad vasca.
El anticomunismo de los dirigentes vascos del exilio
no fue por otra parte desinteresado. "Como recuerda Antón Irala, el más
proamericano de todos ellos, los acuerdos con los norteamericanos permitieron
la subsistencia del Gobierno vasco y la actividad de la Resistencia en
diferentes momentos". El inicial objetivo de esos acuerdos -contrarrestar
la influencia nazifascista, en América Latina, especialmente, y colaborar en su
derrota en la Segunda Guerra Mundial- dio paso pronto al combate contra el
nuevo eje del mal, el comunista.
INFORMADORES La investigación incide, además, en el
papel que cumplió el lehendakari Aguirre en este episodio histórico y a quiénes
tuvo a su lado, así como enfrente. La publicación es, por lo tanto, de alguna
manera también biografía de José Antonio Aguirre, "con sus aciertos,
desaciertos, empecinamientos, lecciones y ejemplos morales, mesianismo…",
valora Azurmendi.
El "mitificado" lehendakari, califica
Azurmendi, tuvo a su lado al "pueblo patriota en su conjunto"; y a
Manuel Irujo -con el que mantuvo desencuentros importantes, siempre
reconducidos-, Alberto OnaindiaPadre Olaso, Jesús María Leizaola, Javier
Landaburu, que conformaban su círculo estrecho de París, con Agustín Alberro,
el tío del obispo Setién, de administrador de la institución. Asimismo, en la
sede de Beyris, a Unceta, Rezola, Ciaurriz…; en los Servicios de Información y
Propaganda, a José María Lasarte, Pepe Michelena, Antón Irala… tuvo además muy
cerca amigos fieles y de recursos económicos, el más importante de ellos Manuel
Ynchausti, un vascofilipino de ciudadanía estadounidense.
Para unos, estos agentes vascos eran espías. Ellos,
sin embargo, se presentaban como informadores al servicio del Gobierno vasco y
de los compromisos que éste pudiera tener. En palabras de Azurmendi, se veían o
explicaban a sí mismos como informadores pero, si no todos, buena parte de los
hombres al servicio de los Aliados fueron espías al más tradicional estilo, entrenados
y pagados para ello.
Llegados aquí, lo pregunta el título y el autor del
libro aporta conclusiones que animan a comprar su nuevo libro: ¿Los vascos en
la Guerra Fría fueron víctimas o cómplices? "El título sugiere lo que
termina siendo conclusión. Sostienen Gamboa, Irala y otros que los
nacionalistas vascos no fueron traicionados por los Aliados, pero no es así
como se sintió la mayoría de ellos. Fueron a mi juicio víctimas".
"¿Cómplices
también, de la Guerra Fría, en la Guerra Fría? En otra medida, me parece que
sí, pero prefiero que cada quien saque sus conclusiones tras leer el
libro", invita. "Todos esos pasos sucesivos me han ayudado a ser lo
que hoy soy, profesional y personalmente. Me han ayudado a observar la
realidad, las realidades, desde diferentes plataformas y perspectivas. Me han
enriquecido, sin duda", salda.
Fuente: www.deia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario