26 de noviembre de 2013
Los Derechos Humanos reconocidos por
los Estados nacieron de la relación de fuerzas que se enfrentaban en la segunda
guerra mundial y tras la derrota del nazismo y el fascismo. Los Derechos
Humanos quedaron por escrito en la Carta de las Naciones
Unidas. A lo largo de todos estos años se ha venido desarrollando y
haciendo crecer cada precepto, que a su vez ha encontrado el freno en lo que le
ha sido posible al imperio. Las conciencias que ahora se alarman al contemplar
la realidad que vivimos se preguntan ¿por qué no se aplica los Derechos
Humanos, por qué no se cumplen?
Los Derechos Humanos están decayendo
en el mundo capitalista mucho más de lo que ya estaban, debido a la decrepitud
social que desde el centro del imperio se planifica. Su objetivo es resituar a
la mayoría de la población mundial en un nuevo marco político en el que los
derechos sean los que establecen como suyos únicamente, y sus gobiernos en el
mundo los hagan ley.Teniendo en cuenta que los Derechos Humanos son
interdependientes, el panorama en numerosos países cuyos gobiernos dicen que
los aprueban, y en concreto en lo que atañe a España, lo que encontramos son
grandes huecos en su cumplimiento, y, por tanto, su aplicación es muy
mejorable. Derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales,
vienen a tratar de equilibrar las sociedades y, particularmente, las que por su
sistema de poder producen más desigualdad. No hay duda con respecto a ciertos
gobiernos que, aprovechando la crisis económica producida en EEUU para todo el
mundo, estén implantando políticas de cambio para llevar a los pueblos a
tiempos que, por inocencia política o falta de conocimiento sobre el
capitalismo y el imperialismo, se daban por superados. Equivocación de grandes
dimensiones que ahora empieza a tratarse en ciertos sectores como solucionables
dentro del más estricto orden capitalista. El efecto causado por esas fuerzas a
lo largo del tiempo es completamente detestable, su influencia ha hecho y aún
hace que los pueblos faltos de unidad y conciencia política, con lo que nos
echan encima e intuyendo lo que viene, todavía no se levanten en su
propia defensa.
No tener en cuenta, no valorar en su justa medida
los Derechos Humanos, ignorarlos, no hacer que cuenten para las
clases trabajadoras como una de las más importantes pertenencias, es una
muestra palpable del sojuzgamiento al que nos sometemos, y eso nos quita valor
y nos iguala con las personas que no los tuvieron nunca, nos sitúa en un tiempo
y una forma social condenada y siempre condenable, y pone de manifiesto el
grado de sumisión y nuestro lugar en la escala de la desgracia globalizada.
No reclamar, no exigir, no llevar por delante los
derechos que se plasmaron con tantas vidas sacrificadas tras las derrotas de
las mayores aberraciones contra la humanidad, es dar garantías a quienes
quieren hacernos vivir en un pasado ominoso para su mayor beneficio, de que
pueden hacer lo que quieran y sin medida.
En el libro “Crisis y recortes en derechos humanos”,
de Josu Oskoz, encontramos explicaciones sencillas y vinculadas a la actual
situación de privatizaciones, corrupción y ataques a los derechos básicos
recogidos en lo que desde los estamentos del poder imperial y sus seguidores
quieren denominar “crisis”, que poco tiene que ver con la crisis que sufrimos a
su costa los pueblos. En el libro encontramos un apartado específico sobre la
situación en España.
En un gesto que hace más grande al autor, hallamos una
acentuación espléndida de la situación de la mujer con respecto a los derechos
humanos y su incidencia social, con lo que se extiende por el libro la visión
panorámica, ocupando un papel esencial: “Tanto la propia crisis como las
políticas que frente a ella se están implementando afectan de forma diferente a
mujeres y hombres. Conscientes además de que el disfrute efectivo de los
derechos económicos, sociales y culturales por parte de las mujeres no solo
garantiza la satisfacción de sus necesidades materiales inmediatas, sino que
puede transformar relaciones desiguales de poder, cabe llamar la atención sobre
el hecho de que la puesta en práctica de políticas tendentes al cumplimiento de
los mismos para las mujeres debe ser, ahora más que nunca, una herramienta
central en la lucha contra la desigualdad de género”.
Pero en el cumplimiento de los Derechos
Humanos, además de intervenir principalmente la exigencia de la población,
lo que manifestaría un alto grado de conciencia política, debe intervenir, si
es que hay verdadera justicia, lo que es suponerle al capitalismo un aspecto
que no tiene, la judicatura por la parte que le toca para hacer cumplir
aspectos principales como los derechos económicos, sociales, políticos y
culturales que mantengan y desarrollen a los más desfavorecidos. Es preciso
que, como dice el autor, consideremos “los derechos humanos como la mejor
herramienta posible para la construcción de una sociedad más justa a nivel
local y global. No luchamos por privilegios, sino por hacer posible la vieja
aspiración de todos los derechos para todas las personas.”
Los Derechos Humanos reconocidos y
firmados en 2013 por 171 países en la Conferencia Mundial de Viena
sobre Derechos Humanos, como “derechos universales e interdependientes”, es
bien sabido que son incumplidos en la mayoría de los países, su empresa gubernamental
crea envoltorios legales para marginar a amplias capas de su población, cuando
debía garantizar su mejora como se establece.
Las personas conscientes tienen, porque así lo indica
su manera de estar, en éste un buen libro a mano en el que apoyarse y con el
que comunicar.
Ramón Pedregal Casanova es
autor de “Dietario de crisis” (puedes bajártelo de Libros
libres, de Rebelion.org; y de “Siete Novelas de la Memoria
Histórica. Posfacios”, editadas por la Fundación Domingo Malagón.
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