El franquismo no murió tras la muerte del dictador Franco. Los
partidarios de la continuidad del régimen franquista y quienes lo apoyaron de
una forma directa o implícita, iniciaron conversaciones con las fuerzas de
oposición antifranquistas, para construir un nuevo modelo de Estado basado en
imposiciones.
Fruto de estos acuerdos, los franquistas -incluida la iglesia
católica-, garantizaban, consolidaban e incrementaban sus privilegios
socioeconómicos conseguidos durante la dictadura. De la misma forma lograron
inmunidad, para que no se les juzgara por los crímenes cometidos durante el
golpe militar fascista de 1936 y la posterior dictadura. Todo ello, gracias a
la aprobación de la Ley de Amnistía de 1977. Así mismo, entronaban a Juan
Carlos como rey de España, siguiendo las indicaciones que dio el dictador
Franco tras su muerte.
Por su parte, las fuerzas antifranquistas renunciaban la
República y aceptaban la monarquía a cambio de una democracia imperfecta y un
nuevo sistema de libertades; la legalización de partidos y sindicatos; la
amnistía a los presos políticos y el regreso de los exiliados. El PSOE liderado
por Felipe González, tuvo que renunciar a la ideología marxista y adaptar su
ideología a la socialdemocracia. El PCE liderado por Carrillo, a cambio de su
legalización, renunciaba a la restitución de la República, aceptando al rey y
la bandera rojaigualda. Respecto a los partidos republicanos, se les negó la
participación en política y el Gobierno de la República en el exilio,
representado por José Maldonado y que fue obligado disolverse por falta de
apoyos.
En este sentido, la monarquía sería concebida bajo un régimen a
todas luces ilegal y golpista. Posteriormente, se asentaría tras la intentona
golpista del 23 de febrero de 1981, ya que el régimen monárquico utilizaría
esta infame agresión, para ensalzar la figura del rey. Sobre este siniestro
tema hay tantos interrogantes e incógnitas, que algunas personas como Antonio GarcíaTrevijano y altos mandos del ejército como el Coronel Amadeo Martínez Inglés, implican directamente al
monarca como organizador del golpe.
De aquellos lodos, tenemos estos barros que todos conocemos: una
Jefatura de Estado impuesta y hereditaria. Una Constitución que es papel
mojado, porque vulnera la democracia y beneficia los intereses de los mercados.
Una Ley Electoral que no es igualitaria y favorece el bipartidismo. Un pueblo
que no tiene soberanía, ni poder popular para realizar iniciativas legislativas
populares o referéndums vinculantes, sin que estos tengan que pasar la censura
del Congreso o el Senado.
En España se sigue honrando y cultivando la memoria de los
asesinos golpistas, quienes todavía conservan honores y privilegios: títulos
honoríficos, estatuas, calles, avenidas y plazas dedicadas a preservar su
memoria fascista... Incluso el dictador Franco y el falangista Jose Antonio,
incomprensiblemente permanecen en el valle de los caídos junto a personas
honradas que defendieron la República y fueron asesinadas por estos verdugos
del holocausto franquista. Por no hablar de los más de 140.000 republicanos y
republicanas asesinados y que aún hoy permanecen enterrados en fosas comunes,
esperando a que se les haga justicia y se persiga a los responsables de aquel
genocidio. También recordar, los más de 30.000 casos de bebes robados por el
franquismo, que siguen sin resolverse.
A estas vicisitudes que nos avergüenzan como personas, hay que
sumarle que en España todavía no se ha ilegalizado, ni juzgado el franquismo.
Esto obedece a tres causas: la primera, como consecuencia de la indiferencia y
la pasividad política, de quienes tuvieron la oportunidad y la obligación moral
de hacerlo cuando gobernaban y miraron para otro lado. La segunda, porque
ilegalizar el franquismo y juzgar la dictadura, pondría a la monarquía en un
situación por lo menos comprometida. La tercera, es porque los poderes
políticos, que representan a quienes ganaron guerra se niegan a condenar el
franquismo e impiden cualquier posibilidad de hacer justicia (Véase el caso del
Juez Garzón).
Además de todo esto, tenemos un gobierno de derechas de origen franquista (ver artículo de Eco Republicano), que engaño a sus votantes con un programa electoral fraudulento, que se ha financiado ilegalmente desde hace más de 20 años y que ha aprovechado el poder político, para retroceder -en dos años de gobierno- la mayoría de nuestros derechos consolidados; postergado el llamado estado de bienestar a tiempos que la mayoría de ciudadanos desconocíamos o no hemos vivido. En definitiva, tenemos una democracia imperfecta que irradia y apesta franquismo por todas partes.
Luis EgeaAdemás de todo esto, tenemos un gobierno de derechas de origen franquista (ver artículo de Eco Republicano), que engaño a sus votantes con un programa electoral fraudulento, que se ha financiado ilegalmente desde hace más de 20 años y que ha aprovechado el poder político, para retroceder -en dos años de gobierno- la mayoría de nuestros derechos consolidados; postergado el llamado estado de bienestar a tiempos que la mayoría de ciudadanos desconocíamos o no hemos vivido. En definitiva, tenemos una democracia imperfecta que irradia y apesta franquismo por todas partes.
Fuente: www.ecorepublicano.es
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